Congreso y Senado en una única cámara
El Consell General d’Andorra está formado por 28 miembros, 14 de los cuales son escogidos en una única circunscripción nacional totalmente proporcional, y los otros 14 son escogidos en las siete circunscripciones parroquiales, a razón de dos consejeros por parroquia, por sistema mayoritario a una vuelta única. Es decir, el partido que gana en una circunscripción parroquial, aunque sea solo por un voto, consigue los dos escaños de aquella parroquia. Este peculiar sistema electoral, ideado por el politólogo francés Maurice Duverger (1917-2014), considerado uno de los padres de la ciencia política moderna, da como resultado un Parlamento que fusiona dos cámaras en una: ya que los 14 consejeros de la circunscripción nacional corresponderían a una cámara de representación proporcional, como el Congreso de los Diputados español o la Asamblea Nacional francesa; mientras que los 14 consejeros de las circunscripciones parroquiales se podrían equiparar con una cámara de representación territorial, como el Senado.
Por eso los teóricos dicen que el Parlamento andorrano, a pesar de ser unicameral, tiene dos cámaras en una. De hecho, determinadas leyes, como la ley electoral o la regulación de las competencias de los comuns, requieren ser aprobadas por una mayoría reforzada que incluya la mayoría de los consejeros escogidos en la circunscripción nacional y la mayoría de los consejeros escogidos en las circunscripciones parroquiales.
El sistema electoral andorrano actual, que emana de la Constitución de 1993, tiende a premiar a los partidos que saben combinar un alto porcentaje de voto en todo el país con una buena implantación territorial. Antes de 1993, el Principado se regía por un sistema electoral, originario del siglo xv, en el que cada parroquia escogía cuatro consejeros con listas electorales abiertas. Era un sistema ideado en un momento en que las diferentes parroquias andorranas tenían una población similar y que acabó resultando demasiado poco proporcional durante la segunda mitad del siglo xx, cuando parroquias urbanas como Andorra la Vella y Escaldes-Engordany crecieron mucho más deprisa que parroquias eminentemente rurales, como Canillo o Ordino.