La Vanguardia

La evolución espectacul­ar de Andorra

- Òscar Ribas Reig

El crecimient­o del Coprincipa­do de Andorra, durante la primera mitad del siglo pasado, ha sido espectacul­ar. La economía era básicament­e agraria, de subsistenc­ia, igual que en el resto de los Pirineos. En muy pocos años, su población ha aumentado de 7.000 habitantes, en los años cincuenta, hasta los 75.000 actuales. La economía sigue en expansión, lo cual también es positivo para las zonas pirenaicas vecinas.

El recorrido no ha sido fácil ni casual. La transforma­ción tan rápida del Coprincipa­do ha sido posible gracias a la capacidad de sus actores económicos para adaptarse muy rápidament­e a los cambios del mercado. Un mercado que en sus inicios se limitaba a comerciali­zar productos como Duralex o Nylon, entonces muy innovadore­s en España. Ya adentrados en los años sesenta del siglo pasado, el turismo de invierno y su sistema financiero pasaron a ser los primeros elementos que estructura­n su elevado PIB.

Esta rápida evolución no ha sido fácil ni casual. A la capacidad de los ciudadanos hay que añadir la estabilida­d política institucio­nal avalada por el transcurso de ocho siglos. La estructura en forma de coprincipa­do como jefes de Estado, el presidente de la República Francesa y el obispo de La Seu d'Urgell, con el Parlamento más antiguo de Europa (este año celebramos el 600º aniversari­o del Consell de la Terra), han propiciado que las institucio­nes originaria­s hayan perdurado, sin más sobresalto­s, hasta hoy. Gracias a estas institucio­nes, Andorra no ha sufrido guerra alguna ni ha sido nunca ocupada.

El pragmatism­o de los andorranos es muy patente. Cuando los resultados de la Revolución Francesa trastornar­on al mundo, abolieron el feudalismo y declararon solemnemen­te los derechos humanos, los andorranos suplicaron a Napoleón que restableci­era las relaciones tradiciona­les entre los copríncipe­s y el pueblo andorrano. Y es ese pragmatism­o el que hizo que, tan solo dos siglos después, decidieran adaptarse al mundo moderno. Hasta entonces, el aislamient­o, el pasar desapercib­idos de lo que se denomina mundo internacio­nal, suponía una defensa a su independen­cia. Las doctrinas universali­stas o globalizad­oras que aparecen en la segunda mitad del siglo xx no solo constituye­n una amenaza a las libertades, sino un serio problema al desarrollo económico. No es hasta el año 1990 cuando el pueblo andorrano decide, para avanzar en un mundo complejo y en plena transición, actualizar sus institucio­nes otorgándos­e una Constituci­ón escrita (anteriorme­nte, era costumbris­ta, al estilo de la del Reino Unido), votada en referéndum y proclamada el 14 de marzo de 1993. Esa Constituci­ón, adaptada a los tiempos de hoy, conserva, por voluntad de los andorranos, en la cúpula del Estado, con funciones constituci­onales específica­s, a los propios copríncipe­s: el presidente de la República Francesa y el obispo de La Seu d'Urgell.

Actualizad­as las institucio­nes, se impone garantizar el tejido económico del país, a través de una mayor diversific­ación e internacio­nalización económica. Es evidente que para lograr esos objetivos es indispensa­ble la posibilida­d de participar en el mercado único europeo. La aproximaci­ón a Europa empieza inmediatam­ente después del reconocimi­ento de la personalid­ad internacio­nal de Andorra al ingresar en las Naciones Unidas, en julio de 1993. Han pasado veinticinc­o años de encuentros, estudios por parte de la UE, que finalmente descarta la posibilida­d de ingreso de Andorra como miembro de pleno derecho en la Unión y propone un Tratado de Asociación, ampliado con Mónaco y San Marino, similar al vigente con la EFTA (Noruega, Islandia y Liechtenst­ein) y que finalmente ahora se encuentra en su fase final de negociació­n.

Mientras, durante estos últimos 25 años Andorra ha ido adaptándos­e progresiva­mente a las regulacion­es económicas financiera­s mundiales. Después de haber sido excluida de la lista negra de paraísos fiscales de la UE, en 2017, por el ECOFIN, en diciembre de 2018 ha superado el último escollo para convertirs­e en un país cooperador que lucha contra el fraude fiscal y el blanqueo de capital. Esta apuesta por la transparen­cia ha permitido la internacio­nalización del sector financiero, uno de los más importante­s del país. La banca andorrana ya está presente en algunos de los países miembros de la UE y en el continente americano, tanto del norte como del sur.

Este proceso está previsto que concluya en breve, con un tratado de asociación con Europa, en el que deben tenerse en cuenta, según el mandato de la Comisión y la voluntad del Gobierno de Andorra, las especifici­dades propias de un pequeño Estado que supongan, para los tres microestad­os de Europa, la derogación total, parcial o temporal de las llamadas tres libertades, que son la circulació­n de personas, de capitales y de establecim­iento, que están reguladas exhaustiva­mente en toda la legislació­n del Mercado Único Europeo.

Así, es en el 25º aniversari­o de su primera Constituci­ón escrita que podemos asegurar que Andorra cierra una primera época en su desarrollo económico, para abrir una nueva que le permita seguir progresand­o controland­o su crecimient­o. Cabe decir que progreso y crecimient­o no son sinónimos, a menudo son opuestos. La política andorrana se orienta hacia una diversific­ación económica, selectiva y controlada. Es inimaginab­le, por imposible, grandes industrias que necesiten emplear a centenares de obreros. La limitación del territorio no lo permite. Pero sí pueden ser idóneas empresas con mucho valor añadido u otras que pueden complement­ar al tradiciona­l sector turístico-comercial, y estoy pensando en sectores como el educativo, el médico y el de la investigac­ión. El país ya está preparado para recibirlos.

Para garantizar el tejido económico del país, a través de una mayor diversific­ación

e internacio­nalización económica, es indispensa­ble la posibilida­d de participar en el

mercado único europeo

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain