Ni vino ni rosas
La travesía del desierto no ha terminado. La esperanza de la llegada de LeBron James (34 años) fue sólo un oasis, un espejismo en el páramo. No ha habido ni vino ni rosas. La combinación entre Magic Johnson en los despachos y James en la cancha alborotó el pasado verano en la NBA. Los célebres Lakers de Los Angeles volvían a mostrar músculo, sacaban pecho y se preparaban para que volvieran los buenos tiempos. Nadie hablaba de ganar el anillo porque ni siquiera la presencia del titán de Akron garantizaba ni mucho menos este gran salto adelante pero todos en Los Ángeles esperaban más, mucho más. Desde los ejecutivos a los jugadores. Del técnico Luke Walton al último de sus ayudantes. De Jack Nicholson a pie de pista en primera fila hasta el aficionado más humilde del palomar del Staples Center. Sin embargo, el fiasco ha sido morrocotudo y el equipo angelino se va a quedar por sexta temporada consecutiva fuera de los playoffs.
Tras perder ante los Milwaukee Bucks el martes por la noche (115-101) los Lakers presentan una marca de 31 victorias y 40 derrotas y se encuentran a 10,5 triunfos de sus vecinos, los Clippers, que actualmente tienen el último billete del Oeste para las eliminatorias. A los Lakers le restan once partidos por jugar, por lo que las matemáticas que les condenan están al caer. Si el equipo amarillo hace tiempo que no huele la lucha por el título, lo contrario le ha sucedido a James. Para LeBron será la primera vez que no esté en los playoffs tras 13 años consecutivos siendo protagonista de los mismos. El alero ha jugado las últimas ocho finales y han sido célebres sus duelos con Miami ante San Antonio o con Cleveland frente a Golden State.
Pero ni la pléyade de jóvenes que le rodean en los Lakers ni él mismo han estado al nivel necesario pese a que James puede decir que sus números están ahí (27,5 puntos, 8,5 rebotes y 8 asistencias por partido). Todo empezó a torcerse el día de Navidad. Esa jornada festiva en la que la NBA programa partidos del máximo interés mediático los Lakers se enfrentaron a los Warriors. James se lesionó en la ingle izquierda durante el choque y se perdió un total de 17 encuentros. Al volver tras casi un mes y medio de baja ni él ni el equipo han sido los mismos. Porque su regreso además coincidió con el periodo de traspasos en la NBA que siempre se produce antes del All Star. Los Lakers y James no escondieron públicamente que bebían los vientos por otra gran estrella, el ala-pívot de los Pelicans Anthony Davis. Como suele suceder en estos casos si aterriza un jugador dominante han de salir de la plantilla no uno sino tres o cuatro elementos de perfil medio, léase los jóvenes. Al final ni Davis ha llegado, por el momento, ni las promesas de los Lakers (Lorenzo Ball, Kyle Kuzma y Brandon Ingram) se han ido. Pero la química se quebró en el vestuario. Los jugadores que rodean a James se vieron señalados, sin futuro en la franquicia y se desplomaron, sin que el entrenador supiera cómo enderezar la nave.
Llegados a esta situación en el Staples Center, como pasa en el Santiago Bernabeu, se piensa ya en la próxima campaña. El entrenador de los Clippers, Glenn Doc Rivers ha salido al paso de unos rumores y ha dicho que no dejará a su equipo por los Lakers. Mientras, Kobe Bryant ha declarado claramente que cambiaría a todas las promesas de los Lakers por Anthony Davis, en boca de la mayoría de analistas también para este verano pues sigue queriendo salir de los Pelicans. “Vamos a tener varias salidas y muchos agentes libres pero tampoco quiero concretar porque cada vez que lo hacemos yo o la franquicia nos metemos en un lío”, admitió el domingo James tras la derrota de su equipo en Nueva York.
LeBron ni siquiera jugó el siguiente partido, ante los Bucks, por nuevas molestias en la ingle. En el entorno de los Lakers muchos expertos piden que ya no salte más a la pista en lo que queda de temporada para que el equipo californiano caiga más abajo en la clasificación y así tenga más boletos en la lotería del draft con los que pescar algún refuerzo de categoría, ya sea para incorporarlo o para negociar con él. “Nuestras opciones se han ido y muchos equipos han jugado mejor que nosotros en el Oeste, pero la del año pasado no será la última vez que yo juegue los playoffs”, sentencia LeBron. Algo así como “me voy pero volveré” que predijo el general Douglas MacArthur cuando perdió Filipinas en la Segunda Guerra Mundial.
El militar cumplió su promesa. James se preparará para hacerlo.
La química en el vestuario angelino se rompió cuando el equipo quiso cambiar a los jóvenes por Davis
Los Lakers sumarán seis años sin jugar los playoffs a pesar del fichaje de James, fuera de las eliminatorias tras 13 temporadas
“Este año hemos perdido nuestras opciones pero volveré a luchar por el título”, promete LeBron