La Vanguardia

“Me quedo con la sopa de menta de mi madre”

- Joan Roca, PERE DURAN / NORD MEDIA VÍCTOR-M. AMELA

Tengo 55 años. Nací y vivo en Taialà, barrio de aluvión de Girona. Soy cocinero. Casado con Anna, tenemos dos hijos, Marc (22) y Marina (15). ¿Política? Cordialida­d y concordia: a todos abro mi restaurant­e. ¿Dios? Me educaron católico, sigo buscando. Jamás soñé con el estrellato

Cómo está su madre? ¡Bien! A sus 83 años, cada día abre su restaurant­e, Can Roca, cerca de aquí. Cada día cocina para 300 personas. Y yo como a su lado, de pie.

¿De pie?

Los 75 trabajador­es de El Celler comemos ahí, de doce a una, cada día. Ella come en su cocina, de pie, remueve cazuelas... Y yo a su lado.

¿Desde cuándo cocina su madre?

Desde siempre: sus padres tenían el hostal Can Batista, en el pueblecito de Sant Martí de Llémena. Y los padres de mi padre tenían también allí el hostal Can Rexach.

¡Cocinero por los cuatro costados!

Y de joven mi madre sirvió platos en Can Lloret, en Caldes de Montbui: ahí se concentrab­a el Barça, dio de comer a Kubala.

¿Cómo abrieron sus padres Can Roca?

Mi padre conducía autobuses y vio que junto a una parada en el extrarradi­o de Girona, al otro lado del río Ter, se vendía un local...

¿Cómo era entonces este barrio?

Los barrios de Taialà y de Germans Sàbat crecían con emigrantes granadinos, almeriense­s, murcianos, extremeños...

¿Y ahí abrieron Can Roca sus padres? Mi madre, muy emprendedo­ra, se puso al frente, a cocinar y servir comidas. Era el año 1967. Poco después mi padre dejaba el autobús y se ponía tras la barra. Y ahí crecimos.

¿Cómo eran los clientes del bar?

Una gran familia, aquello era el local social del barrio. Recuerdo a Antonio el Ciego, que te reconocía por el sonido de tus pasos...

Deme una imagen suya de entonces.

Mi hermano Josep y yo jugamos a fútbol con chapas de cerveza, en la barra, en el suelo... Los lunes todo huele a la cebolla carameliza­da que mi madre pocha durante horas, los martes huele a la carne salpimenta­da de las butifarras que prepara mi padre...

¿Y los miércoles?

Al sofrito para el arroz a la cazuela que cocinará mi madre el jueves. Y cada jueves, ¡todos a enrollar canelones! Unos 1.200 canelones en dos horas.

¿Qué siente ahora al recordarlo?

¡Gozo! ¡Qué buen rollo había siempre! A los diez años le dije a mi madre: “Seré cocinero”.

¿Y qué dijo ella?

Todos querían que estudiase, los profesores se preocuparo­n mucho. Pero insistí. Quise mi chaquetill­a blanca. ¡No existían! Ningún niño quería ser cocinero...

Y aquí está ahora, con su chaquetill­a.

Mi hermano Josep y yo sólo queríamos divertirno­s, ¡y eso hemos hecho! Nunca soñamos con el estrellato. Si lo he alcanzado, lo debo a mis hermanos Josep y Jordi, ¡que son genios!: ellos me han aupado como chef.

¿Qué ha aprendido de sus padres?

Prudencia, de mi padre. De mi madre, tenacidad y generosida­d. Yo le veía dar comida por la puerta de atrás a vecinos sin dinero. ¡Y humildad!: verla cada día nos enseña a tener los pies en el suelo. Ella dice: “Yo sólo les he enseñado una cosa a mis hijos: ¡trabajar!”.

¿Qué plato de su madre es su favorito?

La escudella i carn d’olla, desde siempre. Aún hoy sigue haciéndola..., y sospecho que lo hace por mí, porque sabe que me gusta.

Del recetario de su madre, señale dos platos estelares.

Arroz a la cazuela. Calamares a la romana, tan esponjosos y crujientes por una fórmula secreta de mi padre. ¡Y los canelones! Ah, y me quedo con otro plato que un día cocinamos juntos mi madre y yo ¡en Madrid Fusión, meollo de la vanguardia culinaria!

¿Cuál?

Cada noche se lo hace para ella: ¡sopa de menta! Agua, menta infusionad­a, pan seco, un huevo batido y un chorrito de aceite. ¡Qué sencillo! ¡Qué extraordin­ario!

¿De qué aportación culinaria suya se enorgullec­e más?

De la técnica del cocinado al vacío a baja temperatur­a. Del inconformi­smo: de ahí sale el carpaccio de peu de porc, revolucion­ario en los noventa, ¡y hoy ya tradiciona­l! Pero más orgulloso estoy del equipo humano que hemos formado: ¡es lo más importante!

¿El ambiente en los fogones se nota luego en el plato?

Sí. Me disgusta una cocina con gritos. Con buena organizaci­ón, hay tranquilid­ad: prefiero la concentrac­ión a la tensión.

¿Por qué no monta otros restaurant­es por el mundo?

Nos lo han propuesto: en Qatar, Singapur, Las Vegas... De Pekín llegó la propuesta de montar el mejor restaurant­e del mundo. “Haría falta una cantidad indecente de dinero”, dijimos, para desmotivar­les. ¡Y nos enviaron un cheque en blanco!: “Escríbanla”.

¿Y?

No queremos dinero, eso no funcionarí­a: el comensal quiere nuestra presencia personal, aquí siempre estamos dos de los tres.

¿A qué bien material no renunciarí­a?

A mi cocina: es el Rolls Royce de las cocinas. Los restantes bienes materiales son accesorios, para mí.

¿Qué halago le ha conmovido más?

Un señor mayor francés, tras toda una vida yendo a restaurant­es, después de comer aquí me abrazó con lágrimas en los ojos y me dijo: “¡Me ha emocionado, ha sido la mejor comida de mi vida!”. Eso me llegó hondo.

 ??  ??
 ?? VÍCTOR-M. AMELA
IMA SANCHÍS
LLUÍS AMIGUET ??
VÍCTOR-M. AMELA IMA SANCHÍS LLUÍS AMIGUET

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain