Isabel Suqué
El Ballet del Mariinsky, Dudamel, Radvanovsky o La Fura, en Peralada
El Festival de Peralada se supera a sí mismo año tras año apostando por grandes voces y producciones operísticas de carácter. Pero su acción en favor de la danza es más encomiable aún en un país poco visitado por las principales compañías.
Peralada inaugura de nuevo con danza, el próximo 4 de julio. Y lo hace nada menos que con el Ballet del Mariinsky que muestra su pulso más innovador: una coreografía sobre las Cuatro estaciones que el muy contemporáneo Max Richter compuso revisitando el clásico de Vivaldi. Solistas de físicos extremos, como Ekaterina Kondaurova y Roman Beliakov, protagonizarán este debut de la mítica compañía en Peralada, presentando al día siguiente otro programa de corte romántico: la Chopiniana de Fokine, que bailarán Maria Shirinkina y Xander Parish; In the night de Robbins, y Marguerite and Armand de Ashton, todos ellos coreógrafos del siglo XX.
La danza no es una broma cuando se trata del festival ampurdanés. Otras dos compañías están en cartel: el Ballet del Sodre, al frente del cual el bilbaíno Igor Yebra ha sustituido a Julio Bocca, traerá un Don Quijote con coreografía de Blanca Li. Y Carlos Acosta volverá con su compañía cubana con la que cerró el festival hace dos años, el desgraciado día de los atentados en la Rambla de Barcelona. Había que resarcirse: brindará una coreografía nueva y bailará en otras dos.
En total serán 26 propuestas las de Peralada, en 27 noches de verano. A este festival podría sucederle como al canal Mezzo, que comenzó pagando a los teatros de ópera para retransmitir sus producciones y ha acabado cobrándoles por ello. Exageramos, claro, pero hay que ver cómo se ha logrado que la faceta festivalera –esta vez con Charlotte Gainsbourg, Paul Anka cantando a Frank Sinatra o la muy moderna Jessie J.– no desvíe al festival de su objetivo de ser cita obligada para los connaisseurs de la ópera y la danza. Cosa que le está convirtiendo en una plaza deseada para los artistas, ya sean mediáticos o magníficos.
Porque... ¿qué fue lo que le debió decirle Oriol Aguilà, el director del festival, a Gustavo Dudamel para que accediera a dirigir en Peralada?
“Este año el festival va de sueños, así que le propuse hacer El sueño de una noche de verano de Mendelssohn, y dijo: ‘Claro que sí, estaba pensando lo mismo’”.
La carismática batuta venezolana viene con la Mahler Chamber y una narradora muy conveniente, la actriz María Valverde, su pareja. Y con una troupe de amigos para la Sinfonía Titán de Mahler que completará el programa.
Pero la cosa no acaba aquí, porque Peralada quiere seguir invitando a Dudamel con otros sueños: los de Britten, los de Purcell. Y ese no es el único eje bianual que planea.
“Con Àlex Ollé presentamos este verano L’histoire du soldat de Stravinski [crónica del estreno en Lyón en La Vanguardia del 30/IV/2018], y en el 2020 revisaremos la historia del festival y haríamos El martirio de San Sebastián de La Fura”, explica Aguilà. Hacía 22 años que Ollé no estaba presente en la cita ampurdanesa, y en la presentación ayer del cartel se mostró feliz de poder traer ese encargo de Lausanne en el que él incorpora, a la fábula moralista rusa, la historia real de un veterano de la guerra Irak que acabó suicidándose. “Me inspiré en Johnny cogió su fusil de Dalton Trumbo porque así el personaje podía hablar desde el drama interior”, comenta.
Que el festival va de sueños se observa también en el inquietante cartel, de Ouka Leele, cuya hija se ha prestado de modelo. Y se observa en el hecho de que se dedica la edición a Montserrat Caballé, “quien junto con Carmen Mateu un día tuvo un sueño, tener un festival en su propio país”, apunta Aguilà. Y de diva a diva, Sondra Radvanovsky le brindará un recital en la iglesia del Carme que hará temblar las paredes, y en los jardines una exposición evocará las 19 veces que actuó en Peralada.
Charlotte Gainsbourg, Paul Anka cantando a Sinatra y la joven Jessie J. son las presencias de la música popular
La fidelidad a la ópera y la danza sigue en esta 33ª edición. “Era la ilusión de nuestra madre y en parte está inspirado en ella, aunque intentamos siempre hacer cosas nuevas”, aseguró Isabel Suqué, presidenta del festival. Así, la producción operística será una Traviata “en clave feminista” y con la Violetta del momento, la soprano Ekaterina Bakanová. Paco Azorín asume el montaje y quiere resaltar la voluntad de la protagonista de ser “sempre libera!”. Con Azorín hay la voluntad de seguir un ciclo Verdi después de su
Otello y de esta Traviata. Así que mientras el Liceu saca sus telones de Mestres Cabanes para Aida, Peralada hará otra mirando al futuro.
La producción de ópera de cámara es el encargo que a sus 25 años hace Òpera de Butxaca i Nova Creació a Joan Magrané: Diàlegs de Tirant e Carmesina a partir del clásico de Joanot Martorell y con Jaume Plensa ocupándose del espacio escénico. Eso se verá también en el Liceu. Y en cuanto a esas grandes voces que acuden encantadas al festival, ahí está la de Juan Diego Flórez en concierto con la Simfònica del Vallès y la soprano Ruzan Mantashyan. Y muy a tener en cuenta la remarcable tríada que pasará por el Carme: el barítono Ludovic Tézier; la soprano finlandesa Camilla Nylund, con el gran Helmut Deutsch al piano, y el maltés Joseph Callejas, uno de los tenores del momento.
Tampoco habría que perderse el Händel de Juan Sancho y Núria Rial, o la triple aparición del pianista Marco Mezquida entre los viñedos de Malaveïna, ora con Chicuelo ora con Los sueños de Ravel, esto es, el viaje onírico que propone en Peralada. Sueños, sí, con un presupuesto de 4,6 millones de euros, algo superior al del año anterior.