“¿Le importa que su café esté hecho por esclavos?”
Dave Eggers y Mokhtar Alkhanshali, autor y personaje de ‘El monje de Moka’
Un joven estadounidense que crece en uno de los peores barrios de San Francisco, y que aprende a esquivar a las putas y los yonquis en el camino de vuelta de la escuela. Es el protagonista de El monje de Moka
(Random House), el nuevo libro del estadounidense Dave Eggers (Boston, 1970), quien responde a este diario por teléfono desde San Francisco, en la mítica redacción de su editorial alternativa McSweeney’s, acompañado de Mokhtar Alkhanshali, el empresario cafetero solidario en que se convirtió aquel chico marginal de origen yemení. El sueño americano, el comercio de café visto como un idealismo, momentos de thriller con terroristas y bombas, el libro es una no-ficción pura que se lee como una novela. Tras su entrevista con La Vanguardia, ambos intervinieron por videoconferencia en el festival Kosmopolis del CCCB, en un diálogo con Ray Loriga, en el que este se inscribió en la extensa tradición de performances etílicas de escritores, a lo Bukowski o Fernando Arrabal. “No recordábamos algo así en el festival desde Bryce Echenique”, lamentaban los organizadores.
A usted el café no le decía nada ¿no?
Dave Eggers: Tomé mi primera taza a los 35 años. No me interesa en tanto que café sino por lo que significa, por cómo viven las personas que lo producen, cómo les pagan o les compensan, su trabajo atroz y las vulneraciones de derechos que sufren, muestro que no les es posible vivir una vida digna. El café que bebemos todos lleva en cada taza un reguero de sangre de explotación. ¿Le importa? ¿Piensa en ello a veces? Sucede con muchos productos agrícolas, basados en el esclavismo, y miramos para otro lado. En Haití hubo la primera revuelta, exitosa, de los trabajadores esclavizados para la producción del café.
¿De todos los temas del libro cuál le interesó más?
DE: No sabría decir. Uno es el de los emigrantes en los EEUU, que es una nación de emigrantes, son nuestro ADN fundacional. Aquí todo el mundo ha sido emigrante, si los maltratamos –como Trump, que cerró las fronteras a los que venían de ciertos países musulmanes– estamos negando nuestra propia esencia.
El dinero es clave en la trama, un motor.
DE: Es importante... pero como un medio no un fin. “Ten el dinero en la mano, no en el corazón”, dice uno de los personajes. La historia de este país es la de los jóvenes emprendedores que han creado cosas nuevas manteniendo vínculos con el país de origen.
Cuida la psicología de los personajes, hay diálogos significativos, muestra pequeños detalles muy concretos, una estructura sólida... Será un reportaje pero mucha gente lo va a leer pensando que es una novela...
DE: He tardado tres años en escribirlo, y en parte es porque debía conseguir ese efecto, esa fluidez narrativa.
Hay momentos de thriller, con explosiones, viajes por el mundo a lo James Bond...
DE: Mi amigo Mokhtar sufrió los bombardeos de Arabia Saudí contra el Yemen, ayudados por EEUU, que pusieron las bombas. Mokhta se quedó allí esquivando los proyectiles, y luego tuvo que salir del país, cerrado a todo tipo de transporte con el exterior. Eran elementos muy potentes. Al principio quise hacer un trabajo periodístico sobre los yemeníes estadounidenses que fueron abandonados por mi país allá. Pero su trabajo empresarial y humanitario con el café me abrió el horizonte. Es un productor que se preocupa por que tengan una vida digna, y lo consigue haciendo negocio. Es un personaje muy atractivo porque hace lo correcto como un héroe de novela.
Usted tuvo una etapa en que pasó por ser el líder de los posmodernos vanguardistas, lo más cool. Aquí, sin embargo, es un narrador muy clásico, enormemente sobrio.
DE: Fue una decisión previa. Cada historia te pide un modo de ser contada. El periodismo no es ninguna broma, tienen que creerte. El humor me lo iba a dar el protagonista, no el narrador. Yo soy básicamente un periodista, ese es mi título, mi oficio, tengo varios libros así, ahora estoy cubriendo la era Trump para la prensa escrita, las elecciones que vienen y esas cosas.
¿Y a usted qué le parece todo esto?
Mokhtar Alkhanshali: Dave me convenció de que era una historia que valía la pena compartir. Pero no sabía por qué tardaba tanto. ¡Tres años! Es una sensación muy extraña verte convertido en personaje de un escritor famoso. He aprendido mucho de mí mismo. Es muy interesante ver los patrones que se repiten en una persona a lo largo de su vida: algo que me pasó de pequeño y que sigue determinando cosas, conductas. Jamás me lo imaginé, es como si te pusieran una película de tu vida. Nací en un barrio muy chungo de San Francisco, solo quería conducir un autobús, como mi padre.
¿No hubo fricciones? MA: Bueno, Dave ha hablado con ex novias, con familiares, con la comunidad yemení... en algunos casos, le pidieron que cambiara algún nombre y accedió.
¿Cuál fue su método?
DE: Tengo unas 120 horas de grabación, y los viajes juntos a Etiopía, Yemen, Abu Dhabi... Muchas veces, sin embargo, esos detalles significativos, esas escenas tan íntimas surgen de los momentos entre grabaciones, cuando no estamos trabajando.
¿Trabaja como un escultor puliendo la gran roca de informaciones?
DE: Por un lado sí. Por otro, me guío por intuiciones, lo que llamaríamos olfato, un sentido mas literario. Estoy interesado en lo más llamativo de cada personaje.
¿Qué ha aprendido?
DE: Antes miraba por encima del hombro a la gente que pagaba muy cara una taza de café, me parecían unos esnobs, unos pijos ostentosos. Ahora los veo como gente que tiene conciencia como consumidores.
EL AUTOR
“La economía mueve la trama: ‘Ten el dinero en la mano, no en el corazón’, dice alguien”
EL PROTAGONISTA
“Es extraño verte como personaje, aprendes mucho de tu vida, los patrones...”