El suplicio de nunca acabar
Argentina no levanta cabeza en el retorno de Messi y pierde ante Venezuela
El suplicio de Leo Messi con Argentina no tiene final. Ni los nueve meses en los que no se ha puesto la casaca albiceleste han servido para hacer borrón y cuenta nueva. Como si el Mundial aún no se hubiese acabado, Argentina sigue sin rumbo. Volvió a perder en el amistoso contra Venezuela. Messi jugó todo el partido y fueron 90 minutos de frustración, que para más inri le provocaron una lesión en el pubis que le impedirá jugar el próximo martes ante Marruecos. Otra noche para olvidar. Un cuento de sobras conocido. Otra pesadilla.
Muy poco ha cambiado en la albiceleste desde el Mundial. En estos nueve meses se ha producido un giro lampedusiano pero invertido. Sí, esta vez se han tocado muchas teclas con la intención de obtener una metamorfosis radical pero el resultado sigue siendo el mismo: derrota y mala imagen. Claramente insuficiente para una selección del nombre y la exigencia de Argentina.
En Rusia, Sampaoli se entregó a los veteranos. Y el resultado fue que se volvieron a casa en octavos. Ahora Lionel Scaloni ha emprendido un relevo generacional y está probando con jóvenes. No hay manera. Todos más malos de lo que son en cuanto visten la albiceleste.
En medio, como hilo conductor, está Leo Messi, el pilar al que aferrarse entre las ruinas, una canción para amansar a las fieras. Pero sucede que el diez se está especializando en aplaudir, dar ánimos y arengar en vez de jugar y divertirse en el campo. Mientras, los que celebran goles y títulos son los rivales. Ya sea Alemania en el 2014, Chile en el 2015 yel 2016 o Francia en el 2018.
El envite le vino grande a unos cuantos. Argentina es hoy un equipo cogido por pinzas. Nada que ver con Venezuela, que tiene su plan muy trabajado con Rafael Dudamel en el banquillo, un técnico con las ideas muy claras y futbolistas aprovechables. Ninguno tanto como Salomón Rondón, delantero que marca las diferencias en la Premier con su físico. Lo que le hizo a Mercado ayer, al que le ganó la espalda tras un pase largo con intención del españolista Rosales para controlar en el área y fusilar a Armani.
La picardía de Rosales volvió a ser clave en el segundo gol de la vinotinto. Botó rápido una falta para John Murillo, que se sacó un gran disparo de rosca imposible para el portero del River Plate.
Así es la vida de Messi con Argentina. El defensa al que cambiaron de banda –el lateral derecho jugó en la izquierda– con la misión de frenar al diez acabó siendo uno de los verdugos de la doble campeona del mundo. A su vez, Messi apenas pudo dar dos pases –pero vaya pases– a Piti Martínez y a Lautaro Martínez pero Faríñez, el portero venezolano, pudo con todo.
Tan mal le fue a Argentina en la primera parte que en el descanso ya tuvo que hacer tres sustituciones. Pero los que entraron no fueron Dybala o Benedetto, tipos contrastados, sino Kannemann, Matías Suárez y Blanco. Tan preocupante fue ese primer tiempo que hasta cambió de sistema para jugar con cuatro defensas. Messi pasó definitivamente a jugar de enganche, pegado a la zona de construcción. Y es que igual que no tiene Argentina un delantero mejor que Leo, tampoco cuenta con un centrocampista organizador mejor que él. Así que el crack ha de multiplicarse y así, arrancando desde campo propio, en un contragolpe con Lo Celso y Lautaro, recortó distancias el interista. Faltaba media hora pero la ley de Murphy siempre está en contra de Argentina. Y lo que llegó no fue el empate sino un penalti de Foyth a Josef Martínez que el pichichi de la MLS no perdonó. La historia de siempre. El tormento continúa.
LA CANCIÓN DE SIEMPRE
El diez del Barça, que no estará ante Marruecos, jugó los 90 minutos de un choque para olvidar
TODO AL REVÉS
El españolista Rosales, que jugó por la izquierda para frenar a Leo, resultó clave en los dos primeros goles