La Vanguardia

Melancolía

- Víctor-M. Amela

DERROTA. Cuéntame (La 1, jueves noche) ha vuelto, y la melancolía va a más. Ya no está Carlitos, porque se ha largado a Nueva York. Su padre, Antonio Alcántara (Imanol Arias, memorable), siente crecer dentro de sí la derrota vital, una vaga sensación de fracaso personal, sin su bodega, sin un hijo, con una esposa que le rebate y con una hija pequeña, María, tan madura en su dieciocho cumpleaños que de golpe se le han venido al patriarca todos los años encima: su otoño amenaza invierno. La serie aprovecha el tránsito para cambiarle de actriz a María –en dos capítulos nos habremos acostumbra­do. Lo mejor ahora de Cuéntame –cuya acción arrancó en los años sesenta, y anda ya por el año 1989– es su capacidad para retratar la dificultad de la alegría limpia y pura, la incapacida­d que todos tenemos para entender que quizá el día que estamos viviendo sea el mejor de todos los que vendrán. Sólo alcanzamos tal lucidez cognitiva a costa de haber transcurri­dos bastantes añitos. Los personajes de Cuéntame han devenido para mí un experiment­o narrativo de gran calado: atraviesan los años acumulando conchas de adversidad­es y baratijas cotidianas, en una narración amalgamada de psicología y costumbris­mo, sobre un fondo de sociología escenográf­ica. Seguiré mirando los recién llegados capítulos de Cuéntame por descubrir qué hará está historia con unos personajes que vimos nacer cuándo éramos más jovenes y que nos acompañará­n todavía un tiempo más.., para acabar como acaba siempre todo: mal y bien a la vez, porque no hay mal que por bien no venga ni bien que cien años dure.

El espectro televisivo catalán se ha ‘lotizado’: TV3 es el lote para unos, y los otros que se apañen

TV3xTots. El último informe del CAC (correspond­iente a los pasados meses de septiembre y octubre) sobre pluralidad en los medios catalanes revela que el programa Tot és mou (TV3, todas las tardes), que dedica buena parte de su tiempo al debate político, es un altavoz del independen­tismo en sus muy variadas (y muy peleadas) familias: 13 actores políticos de ERC, 13 del PDCat, 10 familiares de (presos) políticos presos, 6 miembros de la CUP y 1 de Arran, 5 de la ANC y 1 de Òmnium, 3 de Bildu y 1 del PNV: 53. ¿Y cuántas entrevista­s confortaro­n al telespecta­dor catalán no independen­tista?: 3 (2 de Ciutadans y 1 del PSC). Sea como sea, el espectro televisivo catalán se ha lotizado (reparto por lotes) a la italiana: a TV3 le toca ser la burbuja para telespecta­dores catalanes independen­tistas. Los otros, los telespecta­dores catalanes no independen­tistas, que se busquen la vista entre las restantes cadenas visibles en Catalunya. Ninguneado­s por su propia televisión pública (¡por las tardes, seguro!) ningún político catalán ha dado la cara ante tamaño abandono. ¡Todo está bien, todo está en su sitio! “TVE hace lo mismo”, arguyó Puigdemont en su día, y el director de TV3 se escuda en que los políticos no independen­tistas declinan ir a TV3 (¡pues qué fracaso de tele pública, Vicent Sanchis!): fundaré un nuevo partido de telespecta­dores catalanes no independen­tistas, TV3xTots, con un único mandato en su programa electoral para sus electos: acudir a TV3 a todas horas, mañana, tarde y noche, y pelearse mucho entre ellos, al igual que hacen los otros. – @amelanovel­a

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