Crónica de una debacle amorosa
Aunque su banda de referencia, La Casa Azul, ha permanecido formalmente aparcada demasiados años, ello no quiere decir que su alma, motor y factótum haya permanecido brazo sobre brazo. El barcelonés Guille Milkyway se ha convertido en estos ocho años entre el anterior La Polinesia meridional y esta La gran esfera en nombre propio de referencia de la escena musical. La espera del álbum ha estado directamente relacionado con el estado físico del músico, con una posterior crisis personal y sentimental y su posterior evolución a lo largo de este tiempo, de tal manera que se podría decir que el álbum se ha tejido y destejido sonoramente unas cuantas veces desde el 2011.
Una obra radicalmente testimonial a nivel lírico-literario, donde se plasma y se describen procesos de ruptura, de dolor, de crisis personal y existencial. Muy a la manera Milkyway, lenguaje culto, vocabulario ad hoc, excelente descriptiva, una analítica sin rodeos... Una obra en este sentido terapéutica que al final, después de nueve temas desoladores, permite la aparición de un rayo de sol en la canción que cierra el volumen y que precisamente se titula como éste. Lo mejor de todo ello es que para narrar este particular via crucis emerge la enorme musicalidad de Milkyway, un maestro del pop contemporáneo, de la constante invitación al baile desprejuiciado (sobresaliente El colapso gravitacional), un alquimista de synth pop con mayúsculas.