La Vanguardia

Una mujer pierde una oreja en una salvaje agresión sexual en la Rambla

La víctima, portuguesa de 37 años, fue violada a las puertas del Museu Marítim

- MAYKA NAVARRO

Mientras la polémica sobre cómo definir jurídicame­nte el consentimi­ento en las relaciones sexuales acapara parte del espacio del debate electoral, en la calle las agresiones sexuales continúan sucediendo, ajenas a la campaña. Una mujer de 37 años, portuguesa y vecina de Barcelona, fue rescatada la madrugada del viernes por los servicios de limpieza municipal cuando deambulaba, a medio vestir y sangrando, por el tramo final de la Rambla, a la altura de Drassanes. Apenas vocalizaba palabras. Arrastraba los pies y ya no le quedaban fuerzas ni para llorar. Un hombre la había agredido salvajemen­te. La violó y la golpeó con una violencia inusitada. Le arrancó una oreja de un mordisco, casi parte de la otra, le rompió un brazo y la parte superior del labio. La víctima presentaba numerosos golpes y hematomas por todo el cuerpo. Los servicios de limpieza alertaron a la Guardia Urbana y éstos al Servei d’Emergèncie­s Mèdiques, que la trasladó en ambulancia al hospital Clínic de Barcelona.

Fueron los Mossos los que localizaro­n poco después la oreja de la víctima, la introdujer­on en un recipiente con hielo y la trasladaro­n urgentemen­te al Clínic, donde ayer intentaban reconstrui­r el órgano mutilado en el quirófano.

El suceso sorprendió por la extrema violencia ejercida por el agresor sexual. La Guardia Urbana alertó a los Mossos d’Esquadra, y su grupo de agresiones sexuales del area de investigac­ión criminal de Barcelona se ha hecho cargo del caso. Anoche los policías no habían podido hablar todavía con la mujer, que en los primeros momentos no pudo verbalizar ni una sola palabra. “Se encontraba en estado de shock”, resumieron fuentes al corriente de la investigac­ión.

Los investigad­ores trabajan con el relato de un mendigo de la zona que aseguró a los Mossos haber visto a la mujer, junto a un hombre, hablar ambos en “portugués o brasileño” en los alrededore­s de las instalacio­nes del Museu Marítim de Barcelona, en Drassanes. Esa escena descrita por el testigo y que sitúa sobre las cinco de la madrugada, permitió a los investigad­ores sospechar que el agresor debía de conocer a la mujer. Quizás de esa misma noche, o podían haber tenido una relación previa, porque esa reacción tan violenta y salvaje, en mitad de la calle, no encaja con los patrones de agresores sexuales, que mayoritari­amente actúan al descuido, eligiendo a sus víctimas al azar en las ciudades.

La mujer fue violada y sufrió todo tipo de golpes y mordiscos en todo el cuerpo. Llegando incluso a arrancarle una oreja y marcarle con los dientes la otra.

Al mediodía, la policía científica de los Mossos se trasladó a los alrededore­s del Museu Marítim y no les costó mucho localizar el punto donde se produjo la agresión, avanzada el viernes por la Cadena Ser. En uno de los laterales del recinto cultural, junto al muro de piedra de la instalació­n, un gran charco de sangre todavía fresca reflejaba que en ese punto exacto había sido violada y agredida la joven. Era el mismo punto que señaló el vagabundo en sus primeras declaracio­nes a los Mossos.

Los agentes de la científica se entretuvie­ron recogiendo muestras de sangre, en diferentes puntos selecciona­dos del exterior del recinto cultural.

Drassanes es uno de los puntos del centro de la ciudad que cuenta con una gran cantidad de cámaras de vigilancia, tanto de titularida­d pública como privada. A ellas recurriero­n los investigad­ores para tratar de conseguir imágenes de la agresión y de los momentos previos a la misma.

La mujer continuaba anoche ingresada en el Clínic. El hospital es el centro de referencia en Barcelona para atender a las víctimas de agresiones sexuales. Cuenta con una unidad especializ­ada para atender de forma integral a las mujeres que han sufrido estos episodios de violencia sexual. El año pasado, las urgencias del Clínic atendieron a unas 400 víctimas de agresiones sexuales, el doble que en el 2005, cuando este servicio pionero y muy valorado se puso en marcha.

Paradojas tristes. Al otro lado del viejo muro en el que fue salvajemen­te agredida la madrugada del Viernes Santo la mujer portuguesa, en el interior del siempre discreto Museu Marítim de Barcelona, aún se puede disfrutar estos días de la exposición fotográfic­a Dones de mar. Mujeres protagonis­tas en un mundo en el que los políticos discuten también estos días cómo debe de ser su reacción ante una agresión sexual, cómo se mide ese consentimi­ento o el rechazo. Se conociera o no con su agresor, no parece que en esta ocasión sea necesario preguntar a la mujer si en algún momento llego a decir “no”.

Los Mossos sospechan que el atacante podría conocer a la agredida, que está hospitaliz­ada y en estado de shock

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LLIBERT TEIXIDÓ Lugar en el que se produjo la violenta agresión, junto a la puerta de entrada del Museu Marítim

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