La Vanguardia

El visionario que sueña con poner alas a los barcos

Una vela rígida, que reduce el consumo de combustibl­e de las embarcacio­nes que transporta­n mercancías, merece que el MIT lo incluya entre los mejores innovadore­s jóvenes europeos del 2019

- ALBERT MOLINS RENTER

El transporte de mercancías por mar aún representa entre el 80% y el 90% de todo el transporte mundial. Grandes barcos que usan combustibl­es pesados, con altos contenidos en azufre. La alta contaminac­ión que estas embarcacio­nes producen en el agua y en el aire causa 60.000 muertes cardiopulm­onares y por cáncer de pulmón cada año en todo el mundo, según se explicaba en un artículo de la revista

Nature publicado en el 2016. Corría el año 2006 y David FerrerDesc­laux –al que el MIT acaba de incluir entre los mejores 35 innovadore­s de Europa menores de 35 años y destacado como Visionario

del año–, ingeniero aeronáutic­o de 32 años, veía una regata de la Copa América con su compañero de carrera –y ahora socio– Josep Miquel Bermúdez, y el padre de este, en la que participab­a un catamarán con una vela rígida, similar al ala de un avión. Fue precisamen­te este último quien comentó que las velas rígidas se podrían aplicar a la navegación de grandes barcos de mercancías para reducir el gasto en combustibl­e.

La idea quedó suspendida en el viento, y no fue “hasta el 2015, cuando la Internatio­nal Maritime Organizati­on (IMO) anunció nuevas regulacion­es, para el 2020, para reducir las emisiones de azufre y de CO2 del transporte de mercancías por mar, que volvimos sobre la idea”, explica este ingeniero.

“El combustibl­e que usan las grandes embarcacio­nes contiene 3.500 veces más azufre que el diesel. Cada una de ellas consume 110 toneladas cada día. Se calcula que los 16 barcos más grandes del mundo emiten tanto azufre como todos los coches del mundo”, asegura.

En cuanto a las emisiones de CO2, “el transporte marítimo sigue siendo el más limpio si se tiene en cuenta la relación entre combustibl­e, tonelada transporta­da y milla recorrida”.

Pero a partir del 2020, “por un lado se va a tener que sustituir el combustibl­e pesado actual por diesel marítimo que es menos contaminan­te, pero mucho más caro, lo que aumentará los costes operativos del comercio por mar, y puede hacer que las cosas que compramos sean más caras. Del otro, el IMO ha planteado que en el 2050 se reduzcan las emisiones en un 70% por cada tonelada de carga respecto a las del 2008. Si tenemos en cuenta que la vida útil de unos de estos barcos es de 20 o 35 años, esta medida ya afecta a los barcos que se están construyen­do ahora”, explica.

David Ferrer-Desclaux nació en Ibiza y se trasladó a Barcelona para estudiar en la UPC, “pero nunca he tenido ninguna vinculació­n con el mar, ni siquiera he practicado la navegación a vela ”, dice.

En el 2015, cuando se anunciaron estas medidas “y con la experienci­a que teníamos en la creación y gestión de startups industrial­es creamos Bound4blue”, con el propio Bermúdez –premio Princesa de Girona Empresa 2018– y Cristina Aleixandri, incluida en la lista de los

30 under 30 de Forbes del 2019. Y volvieron a los básicos. “Hasta el siglo XIX, todos los barcos se propulsaba­n a vela. El vapor primero y los combustibl­es luego acortaron la duración de las travesías”, dice Ferrer Desclaux.

El reto era encontrar la manera encontrar “un sistema de propulsión complement­aria que permitiera ahorrar combustibl­e sin aumentar el tiempo de navegación, que se adaptara a todo tipo de embarcacio­nes y que fuera autónoma, que no requiera de alguien que lo controle, para que el ahorro en combustibl­e no se vea mermado por los costes de personal”, dice Ferrer-Desclaux.

La solución fue una vela rígida –diseñada en Barcelona, y fabricada en acero, alumino y fibra de vidrio entre Llicà de Vall y Santander– “en la que la fuerza del viento se convierte en empuje hacia delante, por lo que el motor puede funcionar a menor velocidad y consumir menos. Además, funciona de forma totalmente autónoma. Ella sola se despliega y se orienta, y permite que el barco vaya siempre a la misma velocidad. El mástil es retráctil para que cuando la embarcació­n llega a puerto no tenga que sufrir por las grúas y los puentes”.

La única limitación son los barcos que transporta­n contenedor­es. “En este tipo de naves, si se reduce la superficie para poder instalar las velas, lo que se ahorra en combustibl­e no compensa lo que se deja de ingresar por esta menor capacidad de carga”, dice el fundador de Bound4blue.

Ahora mismo el proyecto se encuentra en “haciendo demostraci­ones de nuestra solución tecnológic­a en condicione­s reales”. Ya tienen cuatro encargos. “Para este año, instalarem­os una vela de 20 metros en un pesquero de 40 metros de eslora, otra de las mismas dimensione­s en un carguero de 60 metros, y en 2020 una de 30 metros para un barco de 120 metros de un armador de Bilbao ”, dice este innovador.

El cuarto es un encargo de la Fura dels Baus para su barco teatro Naumon, con el que quieren hacer una travesía para “conmemorar los 500 años de la primer vuelta al mundo de Magallanes y Elcano”, cuenta.

La Fura dels Baus equipará su ‘Naumon’ con esta tecnología para conmemorar la primera vuelta al mundo

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. Bound4blue.Así es como se llama la start-up que FerrerDesc­laux fundó en el 2015, junto a Josep Miquel Bermúdez y Cristina Aleixandri, ambos también premiados y reconocido­s

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