El último clásico
MANUEL ALCÁNTARA (1928-2019) Periodista y escritor
Manuel Alcántara hizo de la escritura de columnas periodísticas un arte excelso. El decano de quienes se dedican a esta noble actividad falleció el miércoles en su casa del Rincón de la Victoria (Málaga) a la edad de 91 años, poco antes de que el próximo 23 de abril la Junta de Andalucía le proclame como Autor del Año y se inaugure una exposición sobre su trayectoria profesional en el Centro Andaluz de las Letras.
El deporte, especialmente el boxeo, el toreo, la guerra incivil, la muerte, los vicios, la bajeza política, el saqueo de dinero público y casi nunca restituido, las referencias gastronómicas, el tema de Dios y sus representantes en la tierra, la pobreza, la infancia y el amor fueron las temáticas fundamentales de las más de 30.000 columnas periodísticas escritas a lo largo de su vida, según una clasificación realizada por el profesor Sánchez Gómez en un reciente estudio.
Hijo predilecto de Málaga desde 1979 y medalla de Oro de Andalucía en el 2001, entre otros galardones obtuvo el Luca de Tena en 1965 por Pablo VI en
Harlem; el Mariano de Cavia ganado en 1975 por Federico Muelas y el González-Ruano en 1979 por Tono. Recibe el Premio Nacional de Literatura por Ciudad de entonces en febrero de 1963. También obtuvo el premio José María Pemán (1999) y el premio de las Letras Andaluzas (2010).
Nacido en Málaga, desde su adolescencia vivió en Madrid, donde se trasladó la familia para seguir a su padre, trabajador de Renfe. En la capital se bebió literalmente las tertulias literarias desde mediados de la década de los años cincuenta. Compartió compañía y amistad con Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, José Hierro o Gerardo Diego. Conoció y fue también amigo personal de González Ruano y Francisco Umbral, de Julio Camba, Ignacio Aldecoa o Pablo Neruda.
Manuel Alcántara fue un memorable cronista de boxeo en el diario Marca. La afición le vino de pequeño, cuando alguien instaló un destartalado ring junto a su casa en Málaga. Asistió en directo a combates de Cassius Clay, Pedro Carrasco o José Legrá, del que siempre guardó como un recuerdo eterno el batín que portaba cuando se proclamó campeón del mundo. Alcántara dejó de escribir sobre boxeo en 1978 a partir de la muerte de un joven púgil español como consecuencia de un KO.
El cronista y columnista alardeaba de ser uno de los últimos librepensadores españoles. “Mi única intención es propiciar el libre pensamiento. Yo recibo muchas cartas de mis lectores. Juzgan el artículo no por la oportunidad o porque haya un adjetivo bonito. A la gente lo que le gusta es que le des la razón y coincidas en el artículo que escribes con lo que ellos piensan. Yo admiro ese estilo viejo y liberal de no descartar que lleve razón el de enfrente, de no querer convencer a nadie. Yo no trato de convencer, ni de ver a cuántas personas arrastro”. Palabras citadas por el poeta y escritor Juan José Téllez con motivo de su muerte.
Además de sus crónicas en Marca, las columnas de Alcántara comenzaron a hacerse imprescindibles en una buena parte de la prensa española de la época. En la desaparecida Hoja del Lunes llevó la sección Luz de Domingo, que sería el título de una película de José Luis Garci. Durante su trabajo en Arriba, que abandonó cuando echaron a Ramón Gómez de la Serna de la dirección del periódico, escribía sin miedo sobre Miguel Hernández, Picasso o Neruda. En plena dictadura de Franco, cuyo nombre jamás pronunció.
Emilio Romero se lo llevó al diario Pueblo y también colaboró asiduamente con la revista Época, TVE, Radio Nacional y la Cope. Hasta casi el final de sus días sus columnas han aparecido diariamente en la contraportada del diario Sur de Málaga, columnas que seguía escribiendo en su Olivetti Lettera y enviando por fax a la redacción del periódico malagueño.
Las recopilaciones de sus artículos periodísticos dieron origen a Los otros días (1994), Fondo perdido (1997), Vuelta de hoja (1998) o Málaga nuestra (2002). Sus poemas pueden rastrearse en títulos como Manera de silencio (1955), por el que recibió el premio de poesía Antonio Machado, Plaza Mayor (1961), Ciudad de entonces (1962), Anochecer privado (1983), Este verano en Málaga (1985), que le hizo acreedor al premio Ibn Zaydun, La misma canción (1992) y Lo mejor del recuerdo (2003).
Hombre de rutina diaria, Manuel Alcántara regresó en los últimos años de su vida a su Málaga natal, ocupado en la contemplación del mar y del vuelo de las gaviotas, pero también en la lectura de varios periódicos cada día y en saborear su dry martini, inseparable compañero.