La Vanguardia

La soledad del Bernabeu

- José María Brunet

Unas horas antes del partido de cuartos de final de la Champions entre el Barça y el Manchester United en el Camp Nou, pasé casualment­e por delante del Bernabeu, y sentí cierto escalofrío. El estadio madridista permanecía vacío y en silencio, a la espera de esa gran reforma galáctica que se ha anunciado ahora para consolar y distraer a la maltrecha afición blanca. Pero allí no había socios pululando, ni tenderetes con banderas y bufandas al viento, ni ambiente merengue alguno. Y me imaginé las gradas repletas de telarañas.

Pocos minutos antes había escuchado en una radio local el lamento del cronista deportivo por no tener nada que contar sobre la Champions. “Los equipos madrileños no juegan esta vez en cuartos, ya están eliminados”, se quejaba el nostálgico colega, antes de abordar una desganada referencia al empate a uno de los blancos con el Leganés la noche anterior, en partido de Liga. En definitiva, un funeral. En las ondas y en el paseo de la Castellana, desierto por Semana Santa, todo sonaba tan vacío como lo estuvo el propio estadio madridista en el último partido que los merengues disputaron allí, frente al Eibar, al que vencieron por 2-1 con un juego deslavazad­o y triste.

Este año, en suma, es más verdad que nunca aquello de que la alegría va por barrios. En el de Chamartín, desde luego, no hay ninguna. No la hay desde la noche del pasado mes de marzo en que el Ajax barrió a los blancos y les echó de la Champions por un contundent­e 1-4 que no había sido capaz de alcanzar en ese campo ni el propio Barça en sus dos victorias del 2019 frente al Madrid.

La única probable alegría del presidente madridista, Florentino Pérez, debió ser la noche del martes la derrota de la Juve a manos del mismo equipo

El único consuelo del Madrid en la noche europea fue la derrota de la Juve y de Cristiano a manos del Ajax

que sacó a los blancos de los raíles europeos. Para el madridismo, ver a Cristiano Ronaldo levantando otra Copa de Europa, esta vez con la camiseta bianconera, hubiera sido un trago muy amargo. La afición merengue aún recuerda con enorme desagrado cómo Cristiano aprovechó la victoria en la final de la Champions del 2018 para dejar claro que se iba del equipo.

Fue un acto imperdonab­le, que le retribuyer­on dejándole solo cuando tuvo que presentars­e ante el juez en Madrid para sellar su pacto con la Fiscalía, tras admitir sus delitos fiscales con el fin de evitar una condena a penas de prisión. Messi pasó por una experienci­a similar, pero la gestionó sin infantilis­mos, fiel a la entidad que se lo ha dado todo y que lo ha recibido todo de él.

La victoria del Barça y la eliminació­n de la Juve a manos de Ajax fueron, en suma, notas destacadas de la noche europea. Lo curioso es que la derrota del equipo de Cristiano se viviera con similar satisfacci­ón en Madrid y en el Camp Nou. Y es que el fútbol, como la política, logra a veces insólitas coincidenc­ias.

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