La Vanguardia

“No sientes manos ni pies”

“Nadar en aguas heladas es un 70% físico y un 90% mental”, ironiza Diego López

- Sergio Heredia

Bajo el agua, el ser humano se convierte en un arcángel

Jacques Cousteau

Cada sábado y domingo de invierno, Diego López (37) se sube al metro en el Midtown de Manhattan, que es donde vive, llega a Brooklyn y se baja en la parada de Brighton Beach. –Me pongo el neopreno, y al agua.

No sé si el lector habrá estado en Nueva York en invierno.

Pero hace frío.

–¿A cuánto está el agua?

–Más o menos, a 1ºC.

–¿Y cuánto rato aguanta ahí dentro? –Sin neopreno, más o menos 500 o 600 metros. Depende del día.

–¿Y eso le gusta?

–No está tan mal.

Si se tira al mar helado, dice Diego López, lo hace para prepararse para la imagen que acompaña a esta historia. Ahora le vemos nadando en un lago del Ártico, en Rusia. Está en Murmansk, donde se disputan los Campeonato­s del Mundo de aguas heladas. La escena es de mediados de marzo.

Ese día, Diego López nadó 1.000 m en 14m23s. Y se proclamó campeón del mundo máster, en la categoría 35-39 años. –¿Sin neopreno?

–Con un bañador tradiciona­l, un gorro tradiciona­l y las gafas. No se permite el neopreno ni ningún tipo de grasa que pudiera preservar el calor del cuerpo.

–¿Y por qué?

–Por la pureza del deporte. El neopreno elimina la gracia de nadar a 0º. Para eso, mejor nadar en aguas calientes.

Habían diseñado la piscina en la víspera: grúas y excavadora­s rompieron el hielo del lago. Luego, los técnicos habían delineado un rectángulo de 25 metros de largo, con varios carriles. Y ahí tenemos a los nadadores, braceando en el agua.

–Dos días más tarde ya no había piscina. El hielo había vuelto a extenderse sobre el lago.

–¿Y cómo reaccionó su cuerpo?

–Experiment­as cosas extrañas. Antes de tirarte, la temperatur­a corporal te sube dos o tres grados.

Lo hace de forma inconscien­te. Te pones a 38º.

–¿Una fiebre autoinduci­da? –Supongo que es cosa de la adrenalina. Antes de entrar en el agua sientes calor. Luego el calor se evade, se lo aseguro.

–¿Qué ocurre?

–Al contactar con el agua, el cuerpo se pone a trabajar. La sangre se dedica a proteger los órganos vitales. Abandona las extremidad­es. Dejas de sentir las piernas y los brazos. A partir de ahí, nadas de memoria.

–¿...?

–Como si tuvieras palas en los brazos.

–¿Y cuánto tiempo se puede aguantar eso?

–Como mucho, te hacen salir del agua a los 25 minutos o a la media hora. Te sacan aunque no hayas acabado la prueba.

–¿Y qué pasa al salir?

–Una vez, en los mares de la Antártida, nadé durante doce minutos. Y cuando salí, mi cuerpo estaba a 31 grados. Y una chica estaba a 28 grados. Según los libros de texto, esa es una hipotermia de grado dos. Te lleva al espasmo. Y casi, a la muerte. Lo que pasa es que, durante la prueba, apenas te enteras. La mente controla el cuerpo y estás muy centrado en lo que haces. Pero luego... –¿Cómo se encuentra al salir?

–Te llevan a una habitación ambientada a temperatur­a natural. Te dan toallas mojadas en agua caliente. El cuerpo tarda media hora en estabiliza­rse. A la media hora te llevan a una sauna.

–¿Y el dolor? –le pregunto. –¿Alguna vez se le han enfriado mucho los dedos de las manos? ¿Y qué ha sentido luego, por ejemplo al ducharse con agua caliente? –Como cristalito­s. Y duele. –Se mezclan la sangre fría y la caliente. Y el dolor es insoportab­le. Y las yemas de los dedos... –¿Qué le ocurren?

–Lo pasan fatal. ¿Sabe? El detector de huellas del móvil deja de reconocert­e. Me pasó una vez. Tardó tres semanas en identifica­rme. Los médicos dicen que no estás recuperado hasta que el móvil no reconozca tu huella. –¿Y nadie muere?

–Ha ocurrido alguna vez. El año pasado falleció un nadador ruso en Tiumén, en Siberia. El mayor riesgo de colapso se produce al salir del agua, cuando la sangre vuelve a distribuir­se por todo el cuerpo y los órganos vitales quedan desprotegi­dos.

–¿Y cómo se mentaliza usted? –De broma, siempre decimos: ‘la natación en aguas heladas es un 70% físico y un 90% mental’. Ya lo ve. No salen las cuentas. Pero le aseguro que la mente puede gobernar el cuerpo de una manera que ni te la crees.

–¿Y por qué hace esto?

–Por donde pasamos, le contamos a los vecinos qué está ocurriendo en las aguas. Colaboro con Ocean Recovery Alliance, una oenegé que lucha contra los residuos plásticos en los océanos. Este no es un problema para las dos próximas generacion­es. Es un problema que ya está aquí.

–¿Y qué hará ahora?

–A lo mejor, la prueba de aguas heladas entra en los Juegos de invierno de Pekín 2022. Si entra, hay que estar...

Mientras tanto, Diego López estudia los canales. Dice que hay muchos, que el mundo no se acaba. Ya hizo la travesía del Titicaca, la del Canal de la Mancha y la del Canal de Rottnest, en Australia, donde abundan los tiburones blancos. Y le dio la vuelta a Manhattan.

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LVG Diego López en la piscina junto al Ártico, en este 2019
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