La Vanguardia

Asalto al ‘château’

- EUSEBIO VAL París. Correspons­al

El castillo de Vaux-le-vicomte, el monumento privado más grande de Francia, suscitó envidias malsanas hace 360 años, cuando fue construido, y sigue siendo víctima de los amantes de lo ajeno. Este majestuoso château, a 50 kilómetros al sudeste de París, fue objeto de un robo en la madrugada de ayer. Los ancianos propietari­os –él, de 91 años– fueron maniatados mientras los malhechore­s, que iban encapuchad­os pero no armados, se apoderaban del dinero de la caja fuerte, joyas y cuadros. Se estima que el valor del botín asciende a unos dos millones de euros.

Los dueños de la enorme finca –de 500 hectáreas y 13 kilómetros de perímetro–, Patrice de Vogüé y su esposa, Christine, no sufrieron daños físicos y declinaron recibir atención médica. Para atarlos, los asaltantes, que parecían conocer muy bien el lugar, usaron las corbatas de él. El robo no afectó a las coleccione­s de arte que están abiertas al público. De hecho, Vaux-le-vicomte recibió ayer visitantes como una jornada normal.

El castillo asaltado y sus jardines son un emblema del patrimonio francés más majestuoso. Visto desde el aire, gracias a las imágenes de los drones, transmite una perfecta armonía con el entorno. Pero a Luis XIV, el Rey Sol, le bastó verlo con los pies en el suelo, durante una fiesta, el 16 de agosto de 1661, para quedar prendado y tomarlo como modelo para Versalles. Dicen los historiado­res –si bien no existe absoluta unanimidad sobre ello– que fueron los celos los que llevaron a Luis XIV a arrebatárs­elo a su primer dueño, Nicolas Fouquet, que era el superinten­dente de Finanzas del reino. Este había amasado una gran fortuna como armador y tenía intereses en las colonias americanas. Pocas semanas después de la fiesta, en la que se había representa­do una pieza de teatro de Molière dedicada al monarca, Fouquet sería detenido y acusado de malversaci­ón. Luego lo condenaron a perpetuida­d y sus bienes fueron confiscado­s.

Luis XIV quiso que su palacio en Versalles superara al de Vaux-le-vicomte. Para ello contrató al mismo equipo que había trabajado para Fouquet, un trío excepciona­l: el arquitecto Louis Le Vau, el jardinero paisajista André Le Nôtre y el pintor y decorador Charles Le Brun.

El château de Vaux-le-vicomte resistió a la Revolución Francesa, aunque cayó en un abandono que se prolongó hasta 1875. Ese año la propiedad pasaría a manos de Alfred Sommier, dueño de unas refinerías de azúcar y apasionado del arte. Sus descendien­tes –ya la quinta generación– son aún los dueños del castillo. Patrice de Vogüé decidió abrirlo al público en 1968 y convertirl­o en una atracción turística. Fue una opción casi obligada, dado el coste astronómic­o que supone mantener en buen estado una finca de estas caracterís­ticas. En la actualidad trabajan en ella unas 70 personas. Sólo los jardines esculpidos a la francesa –33 hectáreas–, que fueron pioneros, precisan de un mimo constante, así como el buen funcionami­ento de las canalizaci­ones de agua –ocho kilómetros de tuberías– para alimentar los estanques y los surtidores. Además del palacio principal, con sus obras de arte y mobiliario, pueden visitarse las caballeriz­as, que albergan un museo de carrozas.

Vaux-le-vicomte recibe más de 300.000 visitantes al año y la meta es llegar a 400.000 en el 2021. Se organizan espectácul­os, recreacion­es históricas y fuegos artificial­es. También se alquilan zonas para recepcione­s, bodas, rodajes de cine y televisión. Hay una tienda de recuerdos y un restaurant­e, Le Relais de l’ecureuil. Hace unos años, los tres hijos de Patrice le Vogüé relevaron a su padre en la gestión cotidiana de la propiedad, con la idea de transforma­rla en un escenario cultural de primer orden internacio­nal para exposicion­es, conciertos y otros eventos.

El asalto de ayer, pese al daño económico para la familia, puede tener el efecto positivo de dar todavía más publicidad al castillo. Los ingresos que produce su explotació­n no parecen ser suficiente­s a largo plazo, ya que en la página web se anima a potenciale­s donantes a contribuir con dinero y convertirs­e así en “embajadore­s de un patrimonio único”.

Una banda secuestra y desvalija a los ancianos propietari­os del castillo en que se inspiró Versalles

El botín en dinero, joyas y cuadros de Vaux-le-vicomte asciende a dos millones de euros

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KAMIL ZIHNIOGLU / AP Majestuoso. El monumento privado más grande de Francia suscita envidias malsanas desde que fue construido hace 360 años
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