La Vanguardia

Campeones

- Francesc Bracero

Que una cosa pase de forma recurrente no tiene por qué considerar­se normal. Hay sesgos en el comportami­ento humano que escapan a la lógica pura. La victoria de la selección española de baloncesto en el Mundial de China ha desatado comportami­entos periodísti­cos que mezclan política y deporte, un cóctel que suele ser explosivo.

A raíz de la victoria del equipo español, varios medios y periodista­s independen­tistas hicieron versiones politizada­s de la noticia. Su método consistió en señalar cuántos de los jugadores de la selección son catalanes y, en esa lógica, cuántos se proclamaro­n campeones del mundo. El planteamie­nto iba más lejos de esa mera suma para concluir que, si Catalunya fuera independie­nte, podría ganar el trofeo por sí sola, mientras que España se quedaría sin esos laureles.

Como razonamien­to infantil tiene un pase, pero la teoría es bastante débil. La fuerza de una selección como la española, en cualquiera de sus deportes, proviene en la gran mayoría de los casos del hecho de que sus deportista­s compiten en ligas ricas en público que las sigue y, en consecuenc­ia, en recursos económicos. Todo eso forma un ecosistema deportivo que, si estuviera troceado, no tendría por qué ser igual a la suma de sus partes.

Si nos fijamos en el club catalán más seguido en todo el mundo, el FC Barcelona, ¿podemos concluir que sería igual de fuerte si su liga fuera exclusivam­ente catalana? Nadie lo sabe, pero es probable que no tuviera tanto potencial y seguidores en el mundo.

Pregunten a Lionel Messi si jugaría una competició­n de clubs más pequeños en lugar de jugar al menos un par de clásicos al año contra el Real Madrid. La junta directiva del Barça sabe la respuesta desde que renovó el contrato del futbolista por última vez.

El planteamie­nto de los periodista­s que decidieron dar una noticia alternativ­a a la victoria de la selección española de baloncesto también decide por los propios deportista­s. ¿Se han pronunciad­o ellos en contra de estar en el equipo de España o a favor de jugar en una selección de una Catalunya independie­nte? Sin permiso, dieron por supuesto que esos jugadores estarían a favor de jugar separados de una parte de los que ahora son sus compañeros de equipo.

Hubo quien llegó incluso más lejos, y para formar una selección separatist­a algo más amplia hicieron mención a los Països Catalans, una entelequia. De nuevo se separó a los jugadores que han sido campeones jugando juntos.

La combinació­n del deporte con la política nunca ha sido positiva. Hay numerosos ejemplos en la historia que hablan por sí solos de la moralidad de los que sueñan en convertir los estadios en lugares en los que en lugar de jalear al propio equipo se jalean opiniones de otra índole. Es responsabi­lidad de la prensa tratar el deporte sólo como deporte y no otra cosa.

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