Jóvenes curtidos
El pop a cámara lenta de Ferran Palau triunfa en Vic
Tras la jornada inaugural del miércoles, ayer el Mercat de Música Viva de Vic ya funcionó a pleno rendimiento con una programación oficial de 28 conciertos, repartidos por siete escenarios –todos a cubierto, lo cual impidió que la lluvia lo perjudicase–, combinando propuestas novísimas y curtidos veteranos.
Fue el caso del gaditano Javier Ruibal, que abrió la velada en el Teatre Atlàntida para presentar su último disco Paraísos mejores poniendo en evidencia su habilidad para la canción jonda, mestiza y llena de sentido del humor. Una fusión en la que prevalece su enjundia de dotado letrista y compositor de rasgada voz. El repertorio mezcló estrenos –La geisha gitana, Black Star Line o Tu divo favorito– y clásicos del calibre de Tierra y La Reina de África.
Otra presencia destacada fue la de la asturiana Lorena Álvarez, que ha regresado, tras colaborar con Soleá Morente, con el notable álbum Colección de canciones sencillas. Lo presentó en formación de cuarteto en el escenario Carpa Negra. Tal como el título indica, son canciones a las antípodas de lo pretencioso, pero la sencillez no implica en absoluto que la música esté exenta de emoción. Partiendo del folclore tradicional se abre a influencias inesperadas, como la cumbia e incluso el reguetón, alternando momentos reflexivos, como Aborrezco lo que adoro, con arrebatos folk-punk
(El bosque tenebroso de mi mente).
Tampoco faltó amor por la naturaleza y sarcasmo feminista en Soy un olmo o Debajo de este olivo,
con arreglos que mezclan bandurria y guitarra acústica con instrumentos propios del pop. Para el final dejó su mejor perla en forma de La nube.
Vic también quiso reconocer la labor del pianista menorquín Marco Mezquida, un heterodoxo que hermana jazz con música contemporánea y le queda tiempo para embarcarse en proyectos de lo más diverso, sea la canción popular de la mano de Sílvia Pérez Cruz o el flamenco con Chicuelo. Su actuación en solitario lo confirmó como adalid de la veloz música improvisada no exenta de swing.
Gran expectación había creado el estreno del nuevo disco de Ferran Palau, Kevin, acompañado por sus inseparables Joan Pons, Jordi Matas y Dani Comas, es decir, la parte substancial de El Petit de Cal Eril. Continuación y destilación del pop metafísico que se inventó en el anterior Blanc, sus ensoñadoras y enigmáticas canciones, a cámara lenta, más desnudas aún de arreglos, logran perfilar un sonido único e intransferible, con exquisiteces como el single de adelanto Univers, que lo elevan a la categoría de uno de los autores más destacados de la escena alternativa, hasta el extremo de dar verosimilitud a la afirmación de que se ha convertido en el Sufjan Stevens catalán. En la breve actuación de 45 minutos le dio tiempo para tocar al completo los nueve temas de Kevin y rescatar algunas joyas pretéritas como
Flor espinada y el emblemático
Serà un abisme.
La asturiana Lorena Álvarez presentó en el Mercat de Música Viva su ‘Colección de canciones sencillas’