La Vanguardia

Los narcos se enfrentan al ejército de México y liberan a un hijo del Chapo

El presidente López Obrador avala la decisión como medida para evitar muertos

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

La detención de Ovidio Guzmán, uno de los hijos del Chapo, en una casa de Culiacán y su liberación por un ataque paramilita­r de los narcos que desató el terror, ha puesto al Ejecutivo de México en el disparader­o. Incluso se le ha calificado de “Gobierno títere” cautivo de los carteles.

“No puede valer más la captura de un delincuent­e que la vida de las personas”, replicó este viernes en rueda de prensa el presidente Andrés Manuel López Obrador, que avaló la decisión de dejar en libertad al perseguido. “Esta decisión se tomó para proteger a los ciudadanos, no puedes poner fuego sobre el fuego”, remarcó frente al aluvión de críticas.

El Chapo tiene cama de por vida en un penal de alta seguridad estadounid­ense, en Colorado. Su legado cabalga, sin embargo, por su tierra natal, por Sinaloa, armado hasta los dientes, capaz de desafiar y ganar la partida a los militares mexicanos.

Ovidio Guzmán López, de 28 años, hijo de Joaquín Guzmán, leyenda del cartel de Sinaloa, y de la que se considera su segunda esposa, Griselda López, ya se ha convertido en el más famoso descendien­te del Chapo. Culiacán, la capital del estado de Sinaloa, vivió el jueves y hasta la madrugada de este viernes lo que allí se denomina una balacera que puso a los ciudadanos en situación de horror y de conflicto bélico. Una operación del ejército y de la guardia nacional, realizada por una petición de extradició­n solicitada por Estados Unidos, logró entrar en una vivienda y detener a Ovidio. En cuanto corrió la voz, los paramilita­res del cartel, equipados como otro ejército con tanquetas de ametrallad­oras o lanza granadas, iniciaron un asedio que acabó con la liberación del hijo del mítico jefe de Sinaloa

Su despliegue incluyó otros frentes por la ciudad, con la toma de peajes y la liberación de una treintena de presos de una cárcel federal. Cundió el pánico. En un primer recuento se habla de ocho muertos, entre los que se contarían cinco narcos, uno de los reclusos, un uniformado y un civil.

El Gobierno, sumido por su incapacida­d y su rendición, trató este viernes de reparar los daños entonando el mea culpa.

“Por el afán de obtener un resultado positivo. El comando actuó de manera precipitad­a con deficiente planeación y falta de previsión sobre las consecuenc­ia”, afirmó el el secretario de la

Culiacán vivió el terror que los paramilita­res propiciaro­n por toda la ciudad para liberar a Ovidio Guzmán

Defensa Nacional (Sedena), Luis Cresencio Sandoval. “Ante la violencia generaliza que se produjo, este gabinete ordenó que se retiraran del domicilio para acabar con esta operación precipitad­a”, insistió en su explicació­n.

López Obrador respaldó esa decisión al 100%. “Lo importante es que no haya muertos, que no haya paz”, subrayó. Frente a las críticas, el presidente contestó que “ese es el punto de vista de la prensa (neoliberal), pero vamos muy bien en la estrategia”. No pocas voces matizaron que su ejecutivo ha dejado una sensación de debilidad frente al chantaje de los narcos y su violencia.

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JESUS BUSTAMANTE / REUTERS Autobús incendiado en los enfrentami­entos en Culiacán

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