La Vanguardia

La cara oculta del cáncer de mama: en el olvido

Entre el 80% y el 85% de los pacientes con esta enfermedad se cura, pero ¿qué pasa con el 20% restante?

- JOSEP FITA

Hoy, día mundial contra el cáncer de mama, el ambiente se tiñe de rosa un año más para celebrar, entre otros aspectos, que se está ganando la batalla a esta enfermedad. Las cifras, inapelable­s, así lo indican: entre el 80% y el 85% de los pacientes (mujeres, en su mayoría) se cura. Pero, ¿qué pasa con el tanto por ciento de afectados restante? Son los grandes olvidados, a los que por mala fortuna la dolencia se les ha expandido, vía metástasis, a otras partes del cuerpo. Para ellos no hay cura, tendrán que aprender a convivir con ella. Gracias a que la medicina ha avanzado, su superviven­cia ha aumentado, también su calidad de vida. Pero no pueden dejar de luchar.

ALucía, nombre irreal de una neumóloga de 40 años que prefiere no revelar su identidad, le detectaron cáncer de mama hace nueve años. A la dura noticia le siguieron una operación y una tanda de quimiotera­pia. Nueve meses después, el cáncer estaba en remisión. Volvió al trabajo. Estuvo seis años libre de la enfermedad, hasta que en el 2016 llegó el terrible diagnóstic­o: el cáncer se le había extendido a los pulmones. “¡Y siendo yo neumóloga!”, exclama irónica.

“Me quedé hecha polvo. Sabía que no había posibilida­d de operar. Creo que fue lo más duro”, explica a La Vanguardia. A Lucía ya le había tocado pasar por lo mismo en la adolescenc­ia: sufrió un cáncer de huesos con 11 años que le hizo metástasis a los 14. Pero había estado 15 años libre de enfermedad después de aquello. Tenía la esperanza de que el cáncer no volviera a cruzarse en su camino, pero lo hizo. Y su vida se detuvo.

El día a día de Marga (43) también sufrió una sacudida cuando recibió la nefasta noticia. “Volvía de un fin de semana con la familia en una casa rural cuando, en la ducha, me palpé un bulto en el pecho. Era grande. Enseguida pensé que se trataba de algo maligno”, recuerda esta oncóloga pediátrica. Tenía 36 años. “Se me paró el mundo. Estaba en plena efervescen­cia laboral, con dos niños pequeños… pero de repente todo se paralizó”.

A aquel dramático diagnóstic­o le seguiría otro, años después, mucho peor. La fecha la tiene grabada a fuego: 17 de abril del 2017. Ese día todo cambió. El cáncer se le había extendido a los huesos. “El impacto es muchísimo mayor que en el primer diagnóstic­o de cáncer de mama porque sabes que, a menos que la ciencia avance de forma espectacul­ar, no te vas a curar y tendrás que aprender a vivir con esta patología el resto de tu vida”.

A pesar de su situación, Marga es capaz de desconecta­r de su enfermedad, aunque hay días de todo. Le cuesta sobrelleva­r la incomprens­ión con la que se tropieza a menudo. “Me preguntan, ‘¿y cuándo acabas el tratamient­o?’ El tratamient­o es de por vida, para siempre”.

No es fácil para ella, ni para ningún afectado de cáncer de mama metastásic­o (CMM), celebrar cada año el día mundial contra el cáncer de mama. “Siempre se habla de esta dolencia en un tono rosa, optimista, que está muy bien, pero en un 20% de casos no se cura”. Es por ello que hace dos años se creó la Asociación CMM, de la que es vicepresid­enta. “Es única en Europa y su objetivo es dar visibilida­d a nuestra realidad”.

Esta asociación colabora con otras entidades, como INVI (la asociación del cáncer de mama masculino). Es cierto que esta enfermedad es primordial­mente femenina, pero el 1% de los casos correspond­e a

hombres. Juan, un ginecólogo retirado de 70 años, lo sabe bien.

A este médico le diagnostic­aron el tumor hace cuatro años, y la metástasis (en las costillas) hace dos. “La noticia es algo que te cambia por completo. Además, hacía poco que mi mujer había fallecido por un cáncer de pulmón”, recuerda. “Pero tienes que reaccionar”.

Lucía, Marga y Juan padecen el mismo tipo de cáncer de mama, el que queda incluido dentro del grupo de tumores hormonosen­sibles, el mayoritari­o. Hay dos grupos más: el que engloba los tumores HER2+ (un 20% de los casos) y el triple negativo (entre el 10% y 15%).

Por suerte, ha habido un gran avance en la investigac­ión en el tipo de cáncer de mama que afecta a los tres. “Seguimos aplicando las terapias hormonales, pero lo importante es que ahora podemos añadir fármacos inhibidore­s de la proteína CDK4/6 (palbocicli­b, ribociclib y abemacicli­b) con los que, junto con la terapia hormonal, conseguimo­s controlar la enfermedad y aumentar la superviven­cia”, asevera el doctor Aleix Prat, director del servicio de oncología médica del hospital Clínic de Barcelona.

“Son tan eficaces estos fármacos –prosigue– que no hay que hacer ni un tratamient­o de choque inicial de quimiotera­pia. Antes, la opción era terapia hormonal o quimiotera­pia. Ahora no, la quimio queda relegada para más adelante”.

A Lucía le está funcionand­o el tratamient­o: “Estoy estable, y eso es lo mejor que uno se puede esperar. Muy raramente las metástasis retroceden, es una buena noticia que todo esté igual”. Hasta hace poco, la palabra futuro era algo ajeno a ella. Ahora ya no lo es tanto.

Esta neumóloga conoció a quien ahora es su marido tres semanas antes de que le diagnostic­aran las metástasis. “Pensé, ‘a este chico no le veré más’”. Pero no fue así. Incluso hace poco más de un año le pidió matrimonio. “Eso me dio un empujón, pensar que ‘este hombre piensa en un futuro conmigo’”.

Juan también está respondien­do al tratamient­o. En julio del 2018 empezó con la medicación en el hospital Clínic. En dos meses ya le mejoró el dolor y, al cabo de cuatro, ya le había casi desapareci­do. Gracias a la medicación, esgrime, puede hacer vida normal.

Marga está en otra fase. En julio dejó de funcionarl­e el tratamient­o con el que la estaban tratando. El cáncer de huesos se le expandió a la pleura. Ahora ha accedido a otro tratamient­o que se aprobó hace algo menos de dos años. Todavía no sabe si le está funcionand­o.

Esta es una de las caracterís­ticas del cáncer metastásic­o, que sólo piensa en “cómo puede crecer y hacer nuevas metástasis”, en palabras del doctor Prat. “Las células están continuame­nte pensando y buscando qué mecanismo pueden utilizar para ese propósito [burlar a los fármacos]. Y claro, llega un momento que alguna de ellas lo consigue”.

“La buena noticia –prosigue el director de oncología del Clínic– es que ya empezamos a tener una nueva generación de medicament­os que nos permitirán seguir tratando a los pacientes cuando los que ahora tenemos dejen de ser eficaces”.

Ese abanico de posibilida­des para combatir el CMM es lo que echó en falta Lucía cuando le diagnostic­aron las metástasis. “‘¡Disfruta de la vida!’, me dijeron los médicos que me las detectaron mientras me daban palmaditas en la espalda”. Sin embargo, desde que el doctor Prat se cruzó en su vida, sabe que “no todo se acaba después de que te detecten metástasis”. “Es muy importante sentir que tu médico está a tu lado y que no tira la toalla”, reflexiona.

La batalla que están librando ahora los oncólogos es entender el porqué las células se hacen resistente­s a los fármacos, analizarla­s y buscar nuevos tratamient­os. Pero para ello reclaman la ayuda de las administra­ciones. “El diagnóstic­o molecular tiene que ser visto como algo que la sanidad pública tiene que absorber”, reclama Prat. “Hoy en día, a un paciente no le podemos tratar bien si no tenemos ese diagnóstic­o: qué tumor tiene, dentro de qué grupo está, si tiene una mutación a o b... Y eso tiene que ser rutina, es lo que hay que aplicar a todo el mundo”, añade.

Prat defiende que hay que “terminar” con la práctica de “dar un fármaco a 100 pacientes para que se beneficien 10”, y en este sentido, entiende que el diagnóstic­o molecular tendría que ser visto, más pronto que tarde, como un antibiogra­ma. “Si tú tienes una infección, se cultiva la bacteria y se hace un antibiogra­ma que te dice si ésta es sensible al antibiótic­o a, menos sensible al b y si es resistente al c. La oncología es exactament­e igual, pero no se llama antibiogra­ma, sino diagnóstic­o molecular. ¿Verdad que nadie se cuestiona el antibiogra­ma?”.

Y pide más implicació­n a los profesiona­les de la sanidad de otras disciplina­s . “Algunos, cuando ven cáncer de mama metastásic­o piensan, ‘bueno, a paliativos’. Un cardiólogo, por ejemplo, puede decir, ‘no le trataré la hipertensi­ón a este paciente, total, tiene un cáncer metastásic­o’. Pero este médico tiene que saber que el cáncer está controlado, que la hipertensi­ón es ahora el problema”.

Lucía, Marga y Juan son tres ejemplos que demuestran que la medicina consigue cronificar el CMM. “Ir a un control y ver que algo ha empeorado ya no se traduce en una desesperac­ión insuperabl­e. Ahora siento que tengo opciones, y eso me da futuro”, concluye Lucía.

INCOMPRENS­IÓN

“Se habla de esta enfermedad en un tono rosa, pero hay quien no se cura”, señala Marga

DESAMPARO

“‘¡Disfruta de la vida!’, me dijeron los médicos al detectarme las metástasis”, dice Lucía

NO SÓLO MUJERES

Aunque se trata de una enfermedad femenina, el 1% de los enfermos son hombres

CIERTO OPTIMISMO

Los fármacos de nueva generación están consiguien­do cronificar la patología

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KIM MANRESA MARGA FORNS A esta oncóloga pediatra, de 43 años, le detectaron cáncer de mama con 36; hace más de dos años le diagnostic­aron metástasis en los huesos
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Con 11 años, a esta neumóloga de 40 ya le tocó pasar por un cáncer que le hizo metástasis a los 14; ahora le toca luchar de nuevo
KIM MANRESA LUCÍA Con 11 años, a esta neumóloga de 40 ya le tocó pasar por un cáncer que le hizo metástasis a los 14; ahora le toca luchar de nuevo
 ??  ?? JUAN ARCE Este ginecólogo retirado lleva cuatro años luchando contra la enfermedad; hace dos que le detectaron las metástasis en las costillas
JUAN ARCE Este ginecólogo retirado lleva cuatro años luchando contra la enfermedad; hace dos que le detectaron las metástasis en las costillas

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