Los clásicos favoritos del 7 Portes en una barra
Los comedores del 7 Portes invitan a los reencuentros con largas sobremesas y trasladan al comensal a los viejos tiempos de uno de los restaurantes más antiguos y emblemáticos de Barcelona. Sus platos clásicos, desde los canelones a los arroces, los calamares a la romana, su xató o esa colección de lo que el sabio Paco Solé Parellada describe como platos en peligro de extinción y que lucha por preservar (ya sean unas albóndigas con sepia o unos callos a la catalana), tienen ahora un formato distinto y un nuevo entorno en el que disfrutarlos.
Acaba de abrir La Barra del 7 Portes (Reina Cristina, 11), un pequeño local en la parte de atrás del emblemático restaurante y comunicado con este a través de la cocina, que comparten y que reformaron el año pasado.
El nuevo local, a quien ha dado forma Ignasi Raventós Vila, socio de C97 Arquitectes i Associats, quiere evocar la esencia de la casa madre pero con un estilo actual y muy funcional (la madera blanca de las mesas se inspira, por ejemplo, en los manteles clásicos).
Confiesan quienes han trabajado en la puesta en marcha de la nueva barra que Solé Parellada se ha implicado en el proyecto con total entusiasmo, cumpliendo el sueño de adaptar la oferta de su histórica casa a una fórmu
la óptima tanto para comer en solitario como acompañado.
La carta se ha dividido en un apartado de picoteo para empezar, con sugerencias como la ensaladilla, los buñuelos, el jamón o las anchoas, una serie de platos “para continuar”, como el canelón trufado de Festa Major, el canelón 7 Portes, la concha de marisco, los arroces o la fideuà del 7 Portes, algunos acompañamientos (coca de pan con tomate, romesco, allioli, patatas fritas o pimientos de Padrón) y postres clásicos, como la macedonia, el mousse de chocolate o la crema catalana.