La Vanguardia

El Barça no hace ruido

Victoria casi rutinaria ante el Alba en un apagado Palau, huérfano de animación

- LUIS BUXERES

El sonido fue más propio de un entrenamie­nto que de un partido de Euroliga. Las bambas bailando sobre el parquet se imponían a los ánimos de una grada apagada por la huelga, pese a los infructuos­os intentos del speaker del Palau y de un reducido grupo de niños que intentaban lanzar los cánticos habituales sin demasiado éxito. El ruido, o el no ruido en este caso, no distrajo al Barça, que sigue contando por victorias sus partidos en la máxima competició­n continenta­l, casi una obsesión en la zona noble. Ya son tres, después de la ayer ante el Alba Berlín de Aíto García Reneses. Un triunfo casi rutinario del prometedor equipo blaugrana, que parece haber alcanzado ya la velocidad de crucero en este inicio de trayecto hacia la gloria.

A pesar de todo, al inicio se contagió el Barça del deprimente ambiente en las gradas y le costó arrancar. Aunque tuvo las primeras ventajas, enseguida el Alba le relevó en el marcador. No necesitó demasiado el conjunto alemán. Un poco de acierto en el perímetro con el coloso Giedraitis al mando y el poder de intimidaci­ón de Nnoko, gigante en la pintura, capaz de apagar la luz hasta al mismísimo Mirotic con un tapón para enmarcar. A sus 72 años, Aíto no es un entrenador demasiado abierto a los cambios. Tiene clara la receta del éxito y no le ha ido nada mal. Rotaciones hasta el aburrimien­to, intensidad defensiva y buen perímetro. Así de fácil –y así de difícil– fue el Alba estirando el marcador hasta el 19-30 que situó Giffey (minuto 11). Tomic era el único azulgrana que parecía dar señales de vida, reivindica­tivo el capitán en su condición de líder del vestuario, algo apagado en este tramo inicial de curso, quizás asolado por el huracán Davies.

Hay partidos en los que la falta de acierto se compensa con un público volcado que te devuelve las energías. No era el caso del Barça ayer, abandonado por su público más fiel, centrado segurament­e en misiones más trascenden­tes que un partido de baloncesto. Huérfano de pancartas y de animación, la reaparició­n de Higgins sirvió como revulsivo a los azulgrana, acertado ya desde su primera acción –acabó con 22 puntos en 19 minutos–. También contribuyó un tiempo muerto de Pesic, con bronca incluida, a menos de cinco minutos para el descanso. Hasta entonces, su equipo no había anotado un solo triple y logró irse al vestuario con cinco en el zurrón. Especialme­nte importante­s dos seguidos de Mirotic, que estrujaron el marcador (34-35, minuto 16).

El Alba se dio de bruces con la realidad tras el descanso. Se vistió Mirotic de líder anotador y Hanga de mago asistente –vaya joya de jugador tiene el Barça– y el combate se acabó. Con una superiorid­ad casi insultante en el rebote y todas sus estrellas conectadas, los blaugrana pusieron tierra de por medio en el luminoso con pasmosa facilidad y finiquitar­on el partido. Emergió al final la figura del mejor Higgins y todos sus compañeros le siguieron, como si del flautista de Hamelín se tratara. Un recital en toda regla que, combinado con la intensidad defensiva made in Pesic, trituró al rival sin piedad. 3.585 personas lo disfrutaro­n. Otras muchas se lo perdieron. Una victoria sin ruido.

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Clasificac­ión:
ENRIC FONTCUBERT­A / EFE Álex Abrines intenta frenar a Cavanaugh Clasificac­ión:

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