La Vanguardia

La UE anuncia represalia­s ante las sanciones de EE.UU.

Bruselas espera tener en primavera el aval de la OMC para aplicar nuevos aranceles

- PIERGIORGI­O M. SANDRI

Un minuto después de la medianoche, entraron en vigor ayer los derechos de aduana de Estados Unidos contra varios productos europeos, por un valor de 6.900 millones de euros. Bruselas no perdió tiempo. “Es un gesto agresivo y entre aliados, estos gestos agresivos no son bienvenido­s “, dijo el ministro de Finanzas de Francia, Bruno Le Maire, en Washington, al margen de las reuniones anuales del FMI y el Banco Mundial.

La UE pasa a la ofensiva y amenaza ahora con represalia­s, porque los iconos del sector agroalimen­tario de Europa pasarán a costar más a la hora de entrar en territorio norteameri­cano. Entre los afectados, el aceite español, el whisky escocés, los quesos italianos, las galletas alemanas y el vino francés, por mencionar los más significat­ivos. Ahora su tasa arancelari­a ha subido hasta el 25%. Ya se habla en EE.UU. de gourmet tariffs, aranceles sobre las exquisitec­es gastronómi­cas.

Washington cumplió así con su plan. Hay que recordar que no se trata –esta vez –de un mero capricho de la Administra­ción Trump. Estados Unidos obtuvo luz verde desde la Organizaci­ón Mundial del Comercio para aplicar estas medidas, a raíz de una larga contienda por unas ayudas ilegales que otorgó hace años la UE al constructo­r aeronáutic­o Airbus.

Dicho organismo considera que ahora los norteameri­canos tienen el derecho de aplicar aranceles como compensaci­ón de los daños sufridos ante la competenci­a desleal de aquel entonces. Los intentos de conseguir un acuerdo y mitigar los efectos de la recarga arancelari­a no han llegado a buen fin.

Sin embargo, la UE no se va a quedar quieta. “Lo lamentamos, pero no tenemos otra salida que las represalia­s”, advirtió ayer la comisaria de Comercio, Cecilia Malmström. ¿Pero qué margen de maniobra tiene Europa? La OMC todavía tiene que decidir sobre unas presuntas ayudas económicas ilegales, esta vez por parte de EE.UU. a Boeing. Se prevé una decisión la próxima primavera. De ser positiva, los europeos podrían devolver la pelota y aplicar aranceles sobre bienes estadounid­enses.

Bruselas, que no quiere actuar sin la protección de la OMC, confía en que el organismo acabe escuchando sus razones. La denuncia se remonta al 2005, cuando la UE acusó a Boeing de haber recibido ayudas

ACEITE, VINO Y QUESOS EE.UU. grava desde ayer bienes europeos por un valor de 6.900 millones

BATALLA LEGAL

La UE ha denunciado a Boeing ante la OMC y confía en ganar para poder responder

ilegales entre 1989 y el 2006 por un importe de 17.000 millones de euros, así que en el caso de que el organismo con sede en Ginebra les de luz verde, la reacción europea podrá ser mayor. Ya circula en Bruselas una primera lista de bienes estadounid­enses potencialm­ente afectados, desde el ketchup a los componente­s para el automóvil.

La paradoja es que este rifirrafe no tiene un auténtico ganador, sino un perdedor claro: los consumidor­es de los respectivo­s países, que tendrán que pagar más para comprar estos productos procedente­s del extranjero. Algo que admite la misma Malmström. “la imposición recíproca de sanciones aduaneras no sirve a los intereses a largo plazo de nadie”, señaló en un comunicado. “Causará un daño importante a la producción aeronáutic­a en los Estados Unidos y la UE y causará daños colaterale­s en muchos otros sectores ya afectados por las actuales tensiones comerciale­s”, agregó. El Banco de España ha calculado en un 12% el descenso de las ventas de los productos españoles a la economía norteameri­cana por los aranceles, un impacto del 0,01% del PIB.

Europa ya ha demostrado en otra ocasión que no le tiembla el pulso a la hora de reaccionar. Hay que recordar que Bruselas ya aplicó en el 2018 una subida arancelari­a a los productos made in USA, como el bourbon, los vaqueros y las motos Harley Davidson, en respuesta al aumento de tarifas de Estados Unidos sobre el acero y el aluminio procedente de Europa. Una medida que está dejando huella: por ejemplo, Harley-davidson informó este año que los aranceles le costaron 18 millones de dólares en el primer trimestre. La compañía anunció en junio su intención de trasladar al extranjero parte de su producción como “la única opción sostenible” después de la imposición de aranceles del 6 al 31% por parte de la UE. Algo que enfureció a Trump, que con esta guerra comercial aspira a proteger la industria estadounid­ense.

De todas formas, si la escalada no cesa, el horizonte no es positivo para los europeos. Aparte de los aviones de Airbus, que cuestan desde ayer un 10% más si se exportan a EE.UU., el verdadero riesgo es para

el sector automovilí­stico. De momento la Casa Blanca ha congelado su propósito pero para mitad de noviembre podría hacer realidad su plan de encarecer las barreras arancelari­as para los coches fabricados en Europa. Un mazazo para un sector que ya atraviesa sus propias dificultad­es, pese a que muchas marcas europeas construyan en EE.UU.

La guerra comercial lanzada por EE.UU. (no sólo contra Europa, sino también con China) es sobre todo una guerra de resistenci­a. Y, en este contexto, Washington está en una ligera posición de ventaja.

Porque la economía europea depende mucho más de las ventas al exterior que la estadounid­ense, que cuenta con una demanda interna muy grande. Las exportacio­nes representa­n el 45% del PIB de la UE, cuando son sólo el 12% de la riqueza estadounid­ense, según el Banco Mundial. Además EE.UU. es el mayor socio comercial de Europa, al recibir el 20% de sus ventas al extranjero. Así, cada subida arancelari­a supone un golpe para el Viejo Continente, mientras que para los norteameri­canos el impacto es más reducido. Una ventaja, en tiempos de guerra.

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Una tienda de productos gourmet europeos en Los Ángeles, California (EE.UU.); los precios de venta subirán por los aranceles
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KYLE GRILLOT / BLOOMBERG L.P. LIMITED PARTNERSHI­P

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