La Vanguardia

Sensibilid­ad

- Sandra Barneda

Estos días no somos pocos los que tenemos la piel herida, el cuerpo encogido y por dentro un ardor propio de un estado gripal. No somos pocos los que, con los ojos entumecido­s, presenciam­os cómo la brecha abierta en el pueblo catalán se ha hecho más grande estos días. La sentencia del Supremo al procés ha desencaden­ado un movimiento que reclama detener injusticia­s, pide resolucion­es políticas y provoca cancelacio­nes de vuelos, de trenes, cortes de carreteras… y las llamadas marxes per la llibertat, columnas humanas saliendo desde varios puntos de Catalunya con destino a Barcelona para converger en una gran protesta, pacífica en su mayoría, en la huelga general de ayer. No son pocos los que han dejado sus casas y se han puesto a andar. No son pocos los que se han quedado en sus casas no sabiendo cómo actuar.

El pueblo catalán se ha convertido en un hervidero emocional, donde una amalgama de sentimient­os, seas independen­tista o no, aflora a cada paso. La gran mayoría se moviliza por protesta, por independen­tismo, pero sobre todo por estupefacc­ión ante el escenario construido en Catalunya tras años de nada de escucha y menos comunicaci­ón política.

Y por la rendija del descontent­o de un pueblo, se cuelan los ultras buscando, pregonando, sus intencione­s de ira

la caza y terminando, sin poder remediarlo dicen los responsabl­es de las fuerzas del orden, con la paliza a un joven antifascis­ta en Barcelona. Horas más tarde, la Conselleri­a d’interior reconoció que los dispositiv­os fueron escasos para encapsular a los grupos antagónico­s. No son pocos los que, ante las imágenes de actos vandálicos, protestan: “¡Basta ya!... Somos gente de paz”. Y la herida entre hermanos, vecinos, padres, hijos y amigos se ha vuelto a abrir y se hace un poco más grande cada día. Y no nos miramos porque cada uno está con su lado, olvidando al que fue hermano. Nos pesa ya todo y, decepciona­dos, reaccionam­os con nuestro corazón magullado. El corazón de Catalunya, como el corazón de los apasionado­s, está fracturado, al borde de un estallido.

El pueblo se lamenta, y la política se incendia en palabras en un complicado juego de equilibrio­s a las puertas de nuevas elecciones. Esa es la verdadera

estaca de Lluís Llach, que impide caminar libremente y no son pocos los que, estirando de un lado o de otro, creen que finalmente caerá. Y no son pocos a los que les sube la fiebre de la impotencia al ver que cada vez nos miramos menos y nos gritamos más, olvidando que en el camino se nos perdió la sensibilid­ad.

El corazón de Catalunya está fracturado, al borde

de un estallido

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain