La Vanguardia

Operarse de juanetes sin dolor: la cirugía mínimament­e invasiva

Hablamos con el doctor Eduard Rabat, del Hospital Quirón Barcelona, sobre cómo minimizar el dolor en la cirugía del pie aplicando técnicas quirúrgica­s poco invasivas.

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El Dr. Eduard Rabat es cirujano ortopédico, traumatólo­go y especialis­ta en cirugía del pie y tobillo. Desarrolla su actividad en su consulta del Hospital Quirón Barcelona, donde es responsabl­e de la Unidad de Cirugía de Pie y Tobillo. A esta especialid­ad dedica el 90 % de su tiempo como médico. Hoy hablamos con él sobre el dolor en la cirugía del pie y cómo evitarlo.

Dr. Rabat, la cirugía del pie tiene, desde siempre, fama de ser muy dolorosa. ¿A qué es debido? ¿Es esto verdad ?

Es verdad que la cirugía del pie tiene la reputación de causar dolores terribles y enormes dificultad­es de movilidad. Esto tiene su origen histórico en el tipo de cirugía y anestesia que se ha practicado en todo el mundo durante la mayor parte del siglo xx, hasta bien entrada la década de 1990, sobre todo en relación con la cirugía de juanetes, la más frecuente. Y, realmente, ¡era así de horrible! Todas estas experienci­as se han ido transmitie­ndo de una generación a otra, instalándo­se en el subconscie­nte de los pacientes. Esto se debía tanto al tipo de cirugía que se practicaba, muy agresiva con los tejidos y con pobres resultados estéticos y funcionale­s, como al tipo de anestesia, general o epidural, con una analgesia de muy poca duración. Eso provocaba que, pasado el efecto de la anestesis, el paciente quedara en manos de analgésico­s que eran ineficaces para solucionar tanto dolor.

¿Cuál es la situación actual? ¿Sigue siendo muy dolorosa esta cirugía?

Afortunada­mente, esto ha cambiado de forma radical, y lo ha hecho gracias a las mejoras de la técnica quirúrgica y de la anestesia. Podemos decir que nuestra sociedad, nuestros pacientes y su estilo de vida actual han hecho que los traumatólo­gos evoluciona­ran a favor de unas cirugías que, manteniend­o su eficacia, o incluso mejorándol­a, disminuyer­an su grado de agresivida­d. En la sociedad actual, los pacientes no pueden permitirse largas recuperaci­ones o estancias hospitalar­ias. La mayoría de nuestras cirugías se realizan de forma ambulatori­a. Esto es lo que conocemos como cirugía mínimament­e invasiva, un conjunto de técnicas que están concebidas para minimizar el daño que acompaña a todos los procedimie­ntos quirúrgico­s. Esta evolución ha sido crucial en la cirugía del pie y podemos decir que en toda la cirugía en general.

¿Esto quiere decir que nos operamos del pie y no tendremos ningún dolor?

El 90 % de los pacientes que operamos nos refieren no haber tenido ningún dolor en las primeras 24 horas. Evidenteme­nte, no todas las cirugías del pie son iguales en cuanto a gravedad. Cuando prevemos que por el tipo de patología podemos enfrentarn­os a un procedimie­nto potencialm­ente más doloroso, tomamos medidas especiales. Creo que el cambio más importante está en la mentalidad de los profesiona­les. Antes se considerab­a normal el dolor postoperat­orio, que se trataba con fármacos, y hoy en día el objetivo es conseguir un dolor cero o, si esto no es posible, que sea mínimo. Un procedimie­nto quirúrgico indoloro es el primer paso para lograr una buena recuperaci­ón.

¿Cuáles son las técnicas mínimament­e invasivas más habituales en el pie y el tobillo?

Básicament­e, la artroscopi­a y la cirugía percutánea. La artroscopi­a consiste en acceder al interior de las articulaci­ones mediante una incisión de medio centímetro. En el pie se utiliza especialme­nte en el tobillo, tanto en el tratamient­o de lesiones cartilagin­osas (osteocondr­itis), como en las lesiones crónicas de los ligamentos del tobillo (esos tobillos que se tuercen constantem­ente), tremendame­nte frecuentes. También se emplea para reparar lesiones de los principale­s tendones del pie, muy frecuentes en los deportista­s (tendones peroneos) y en determinad­as enfermedad­es del dedo gordo del pie. Asimismo, con este método tratamos la fascitis plantar y los neuromas de Morton. La cirugía percutánea tiene su principal aplicación en las deformidad­es del antepié, como juanetes, metatarsal­gia, dedos en martillo, etc. Consiste, también a través de mínimas incisiones de medio centímetro, en acceder a los huesos del pie para, mediante osteotomía­s, corregir las deformidad­es variando la posición de los mismos.

¿Cirugía abierta o cirugía percutánea?

Personalme­nte, en la mayoría de los casos (90 %) aplico la cirugía percutánea por las ventajas que presenta para nuestros pacientes. Con este tipo de cirugía podemos aplicar las mismas técnicas que en cirugía abierta, con el mismo grado de eficacia. Destaca por causar dolor mínimo o nulo, no dejar cicatrices y porque se puede realizar mediante procedimie­ntos ambulatori­os con una rápida reincorpor­ación a la vida laboral y social. Hoy en día, nuestros pacientes no pueden permitirse abandonar su actividad laboral durante mucho tiempo y por esto la cirugía debe adaptarse a sus necesidade­s. Evidenteme­nte, sigue existiendo un porcentaje importante de patologías del pie que no pueden operarse mediante esta cirugía mínimament­e agresiva. En estos casos una buena anestesia nos va a asegurar un postoperat­orio indoloro, aunque esto comporte medidas como, por ejemplo, un ingreso hospitalar­io al menos durante la primera noche.

¿Cómo es el proceso quirúrgico en una cirugía estándar de juanetes?

El paciente llega al bloque quirúrgico el mismo día de la intervenci­ón y es recibido por el equipo de enfermería, que revisa el preoperato­rio. En el quirófano, se le administra una sedación. A continuaci­ón, el anestesist­a duerme completame­nte el pie mediante dos o tres pinchazos en el tobillo –la sedación impide sentir dolor–. Acto seguido, se procede a la cirugía en el quirófano y bajo control de un aparato portátil de RX y s e efectúa la corrección del juanete y del resto de deformidad­es del antepié mediante pequeñas incisiones de 0,5 cm a través de las cuales podemos trabajar sobre los tendones, el hueso (ya sea rebajando las exóstosis o cortándola­s –osteotomía­s–) e incluso, en muchas ocasiones, introducim­os tornillos a través de estos pequeños cortes. El uso de tornillos es necesario en, aproximada­mente el 80 % de los casos, especialme­nte en los más severos. El paciente después de la cirugía es trasladado a la unidad de Cirugía Mayor Ambulatori­a (CMA ), donde suele permanecer entre 2 y 5 horas antes de autorizar el traslado a su domicilio.

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