La Vanguardia

Sol en equilibrio

- Imma Monsó

Conocí a Sol Picó en abril del 2018. Vivía yo unos meses de reclusión, trabajaba en la cama, flotaba todo el día ante la pantalla y pensaba seguir así hasta el final de mis días, operar sólo con la mente, prescindir del cuerpo, no mover músculo. Pero ocurrió algo. Me invitaron a un festival literario en Montreal para leer un texto de una de mis novelas y Julià Florit me propuso que alguien bailara la lectura. Novela y baile es una mezcla osada y sólo con decir “mezcla osada” salió de forma natural un nombre: Sol Picó. Ella aceptó y quedamos para eso que llaman un “encuentro presencial”. Mientras me dirigía a La Piconera, deseé no tener que salir de mi habitación para el evento canadiense. Pensé en leer desde la cama, por teléfono, mientras ella bailaba al otro lado del océano. Pensé que tal vez podría enviar una grabación, o incluso una psicofonía desde el otro barrio, ya que me hallaba en una etapa vital muy inquietant­e.

Sin embargo, ese encuentro presencial lo cambió todo. Fue como ir a Lourdes: no sólo volví a caminar (para ir y volver a nuestros ensayos), sino que me ilusioné, me animé a salir del atril y hasta efectuaba algunos pequeños e impercepti­bles movimiento­s sobre el escenario. Fue un trabajo entre tres (con Mireia Tejero, tremenda saxofonist­a iconoclast­a capaz de tocar reptando), en el que hubo mucha complicida­d, mucho afecto y mucho humor.

Pero lo más divertido fue el resultado final. Caminando por un bosque, me partí la tibia dos días antes de volar a Canadá. Era tarde para suspender el espectácul­o, así que Sol y Mireia tuvieron que improvisar varios cambios mientras yo, en cambio, hice lo que había deseado en un principio: grabar el texto y enviar la voz.

El esfuerzo que dedicaron ambas a un proyecto que, en principio, no era suyo da idea del grado de pasión y de generosida­d piconera. Estos días se proyecta en el cine Texas un documental de Susana Barranco de gran interés para quien quiera aproximars­e al universo de la bailarina y coreógrafa. El título es hermoso: Amb el cor al genoll / De rodillas corazón. Pero al salir del cine el sábado pensé que, si en el universo de Sol Picó la rodilla es importante, la mirada lo es más: Susana Barranco sabe atrapar en el filme esa mirada de Sol, la de una inteligenc­ia que nunca descansa, que sin cesar busca el difícil equilibrio entre el exceso de reflexión y el exceso de visceralid­ad gamberra. Si verla bailar es un espectácul­o, verla buscar con la mirada ese salvaje equilibrio entre la trascenden­cia intelectua­l y la frescura es un espectácul­o aún mayor.

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