La Vanguardia

La justicia

- Pilar Rahola

Se acumulan los informes sobre la mala salud de la independen­cia judicial española, mientras arrecian las posibilida­des de severos fracasos en los juzgados internacio­nales donde se avistan euroórdene­s fallidas y actas de eurodiputa­dos reconocida­s. Nuevamente, pues, el Estado español saca una nota pésima en el necesario equilibrio de poderes del Estado de derecho: la garantía de que el poder judicial actúa con independen­cia del poder político. Es decir, no lo garantiza.

Las últimas noticias han caído por acumulació­n: Sánchez alardeando de dominio de la Fiscalía General; la policía británica no aceptando la euroorden de Ponsatí por “desproporc­ionada” y rectifican­do con premura, después de la pertinente presión política; los síntomas de la probable negativa de aceptar las euroórdene­s en Bélgica y el Reino Unido; el bofetón contra Marchena por parte del abogado general de la Unión Europea, que no sólo considera que la condición de eurodiputa­do emana del sufragio universal, y no de formalismo­s posteriore­s, sino que riñe abiertamen­te al TS por haber sentenciad­o al vicepresid­ent Junqueras sin esperar la resolución sobre su inmunidad, y, last but not least, el durísimo informe del Consejo de Europa sobre la “politizaci­ón” de la justicia española. Y todo ello en la última semana, sumado al resto de informes y fracasos que ya ha acumulado la judicatura española cuando se enfrenta a la mirada internacio­nal. De ahí que en los despachos del Supremo empiecen a estudiar qué harán con el president Puigdemont cuando consiga la inmunidad como eurodiputa­do, ya que parece que España lo tiene crudo para impedirlo.

Por mucho blanqueo, pues, que se intente de la imagen de la democracia española, por obra y gracia de los millones de euros que dedica el Estado, no parece que se consiga limpiar las manchas. España tiene un enorme problema con la politizaci­ón de la justicia, y de ahí emanan los cien años de cárcel contra los líderes catalanes. Lo dijo en el FAQS de TV3 el exjuez Ramiro García de Dios, compañero tanto de Marchena como de Marlaska: “He estudiado a fondo la sentencia del procés y es la música jurídica a la letra del ‘a por ellos’”. Es decir, el vestido jurídico adecuado para justificar el relato político. Y habría ido bien la cosa si no fuera porque el exilio catalán y las elecciones europeas han puesto bajo foco internacio­nal los abusos españoles denunciado­s, y es ahí donde caen las justificac­iones. Lo dijo Puigdemont hace años, y lo validan los hechos: cuando la liga no se juega en Madrid, sino en Bruselas, España pierde todos los partidos.

¿Qué hará el Supremo si Puigdemont consigue la inmunidad como eurodiputa­do?

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