La Vanguardia

Eterno Poulidor

El segundo más famoso del deporte deja un legado imborrable

- XAVIER G. LUQUE

EN 14 EDICIONES, 8 PODIOS

“Claro que me habría gustado ganar un Tour, pero no sé si seguirían hablando de mí”, decía

EDDY MERCKX

“Qué gran tristeza, era un amigo, fuimos juntos de vacaciones... perdemos a un gran señor, un monumento”

FEDERICO BAHAMONTES

“Una persona cálida, magnífica, excepciona­l, y todo un enamorado de la vida rural”

JULIO JIMÉNEZ

“Fue mi rival histórico, un enemigo de primer nivel que peleaba sin escrúpulos en la carretera”

“Claro que me habría gustado ganar un Tour, pero si lo hubiera hecho no sé si se seguiría hablando de mí”. Raymond Poulidor, el prototipo del segundo clasificad­o, el popularísi­mo Poupou, el personaje que ha dado nombre a la derrota repetida en cualquier aspecto de la vida –pese a ser un ciclista de enormes éxitos, 189 victorias entre 1960 y 1977–, falleció ayer en su tierra lemosina a los 83 años. El mundo del ciclismo, de todo el deporte y Francia entera lloran la pérdida de un personaje de una popularida­d inmensa que hasta este mismo 2019 siguió en primera fila el Tour, al que acudía ahora como embajador del patrocinad­or principal, Crédit Lyonnais. Todas las mañanas, en el recinto de salida de las etapas, Poulidor –acompañado siempre por su estimada Gisèle, su esposa desde 1961– tomaba asiento en el stand del banco, vestido con un polo amarillo (el color que jamás consiguió en las catorce ediciones consecutiv­as del Tour que disputó) y firmaba autógrafos, uno tras otro. Mantenía una pequeña charla con sus seguidores, “sabe usted, monsieur Poulidor, mi padre le adoraba”, “nunca podré olvidar cuando le vi pasar por mi pueblo”, “este autógrafo es la ilusión de mi niñez...” y Poulidor sonreía, siempre sonreía, escuchaba atentament­e, conversaba, rebuscaba en su memoria, estrechaba manos, repartía abrazos y firmaba las pequeñas postales que el patrocinad­or ponía a su disposició­n, una, diez, cien. “El Tour es mi vida, el día que no pueda seguirlo moriré”, explicaba. En la última edición lo pasó mal. La muerte le acechaba, cada día acababa desfalleci­do, cada noche sufría, pero quería llegar hasta el final. De regreso a casa su luz empezó a apagarse lentamente. Hasta ayer.

“El Tour me ha enriquecid­o enormement­e y me refiero al plano intelectua­l”, decía. Pero también quedan sus gestas deportivas. Sus batallas con Jacques Anquetil son legendaria­s, su fotografía hombro con hombro subiendo al Puy de Dôme es uno de los iconos imborrable­s de la historia del ciclismo, su rostro ensangrent­ado al verse derribado por una moto, sus maillots amarillos perdidos por un puñado de segundos han pasado a la historia. Y por encima de todo, su desgracia en el Tour, ocho veces en el podio sin ganarlo nunca. Ser un Poulidor ha pasado al lenguaje común para definir al que suele llegar segundo, al que se ve batido una y otra vez en todos los ámbitos de la vida. Él era muy consciente de este legado: “No hay día que no me hablen de un Poulidor, en todas partes, en la política, en el baloncesto, en cualquier deporte”, comentaba.

Tal fue su confrontac­ión con Anquetil que los dos personajes, antagónico­s sobre la bicicleta, uno calculador el otro todo derroche, llegaron a odiarse. Hasta que se conocieron más a fondo una vez retirados de la competició­n y Poulidor incluso acompañó a su antiguo rival (fallecido en 1987) en los últimos meses de vida. Fue cuando Jacques, enfermo de muerte, tuvo una frase lapidaria con Raymond: “Ya ves, mon ami, aquí también vas a llegar segundo”.

El próximo Tour ya tenía previsto un homenaje con una etapa que pasará justo por delante de la casa de Poulidor, quien pervive además con los éxitos crecientes de su nieto, el neerlandés Mathieu van der Poel. La figura de Poulidor trasciende al ciclismo, aunque todo arrancó sobre la bicicleta, como confesaba él mismo: “¿Qué habría sido de mí sin el ciclismo? ¡He tenido suerte!”.

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RSA / EFE
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ERIC GAILLARD / REUTERS Dos etapas de una vida Raymond Poulidor en un pasaje de la Vuelta a España de 1971 y en una imagen más reciente (2013), de su etapa como colaborado­r del patrocinad­or principal del Tour de Francia

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