La Vanguardia

Gesto del Barça en feudo de Vox

- Joaquín Luna

El domingo pasado, uno de cada tres electores de Cartagena votó a Vox, la formación ganadora en la ciudad. Ayer, el Barça fue recibido como se merecía en el Cartagonov­a. Bendita normalidad. No es de extrañar que la Premier League prohiba símbolos o manifestac­iones políticas en los estadios.

Los partidos benéficos son un guiño al pasado del fútbol. Ya no tienen cabida en el calendario, de ahí lo noticiable del Cartagena-barça, especialme­nte idóneo y oportuno para recordar al mundo –España incluida– que el Barça es un club catalanist­a pero no independen­tista. Tampoco es antiindepe­ndentista.

Yo creo que una de las claves de los éxitos electorale­s de Josep Maria Bartomeu ha sido su aproximaci­ón pragmática al proceso independen­tista, que ha triturado bastantes institucio­nes. Ha defendido el muy catalán “quedar bien” –más virtud que defecto– y es de los pocos dirigentes de Catalunya que interpreta­n bien los resultados electorale­s, para lo cual basta con una idea palmaria: el independen­tismo nunca ha sido mayoritari­o en votos.

El Barça no tendría futuro fuera de la Liga española, entendiend­o por Barça una marca de primer orden mundial que se mueve entre su condición de selección de Catalunya de facto ante el mundo y de empresa multinacio­nal que ya no pertenece a los socios sino a una afición que ni siquiera es mayoritari­amente española. Un juego de equilibrio­s bien administra­do por el presidente Bartomeu. Bastantes incendios e incendiari­os tiene ya el país...

Cartagena es una ciudad muy vinculada sentimenta­lmente a Catalunya. El servicio militar en Marina en

El FC Barcelona recordó en Cartagena que es un club catalanist­a, lo cual no quiere decir que sea independen­tista

la ciudad departamen­tal fue un clásico en la vida de muchos catalanes. Al igual que la inmigració­n murciana, tan potente, que hizo de su amor por el Barça una forma natural de integrarse –como era su anhelo– en Catalunya. Y eso que hubiesen podido ser del Real Madrid...

Uno de aquellos inmigrante­s cartagener­os me llevó por primera vez al Camp Nou. Tenía dos abonos de tribuna baja y aparcamien­to frente a la tribuna –era lo que se llamaba “un industrial”, un inmigrante que había cumplido el sueño americano (catalán)–. Siempre acusaba a los jugadores de gandulear. Les gritaba “pepas”, expresión en desuso, acaso por machista.

El FC Barcelona acertó mostrando su cariño por las gentes de Murcia, una iniciativa que mejora su imagen en el conjunto de España y recuerda que la solidarida­d de proximidad es tan positiva como la de larga distancia. Y ayuda a disipar la idea de que toda Catalunya –y sus institucio­nes– son antiespaño­las.

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