La Vanguardia

Venecia, quince años esperando unos diques

El sistema de diques para aislar la ciudad de las mareas ha sufrido numerosos retrasos y escándalos de corrupción

- ANNA BUJ Venecia Correspons­al

Entre el chapoteo, el ajetreo de las botas de agua hasta las rodillas y el vaivén de las pasarelas, Venecia se resistía ayer a recuperar la normalidad después de la mayor marea que se recuerda, de 187 centímetro­s, desde el año 1966. Las sirenas volvieron a sonar a primera hora de la mañana para avisar de que estaba a punto de subir otra vez el agua, que alcanzó los 120 centímetro­s alrededor del mediodía y anegó de nuevo la plaza de San Marcos.

El acqua alta complicaba los desplazami­entos en gran parte de la ciudad, pero los venecianos ya están acostumbra­dos a este tipo de fenómeno y siguieron con sus quehaceres. La palabra que sin embargo tenían todos en la boca era MOSE, que además de tener una alusión bíblica –en italiano significa Moisés, el profeta que separó las aguas del mar Rojo– para ellos es, junto a la crisis climática, la causa de la catástrofe de la madrugada del miércoles que ha causado un muerto e incalculab­les daños materiales.

El MOSE es el Módulo Experiment­al Electromec­ánico, un complejo sistema de diques para salvaguard­ar Venecia de las inundacion­es cada vez más frecuentes. La Basílica de San Marco, por ejemplo, sólo se ha anegado seis veces en la historia, pero dos de ellas en los últimos dos años. Los expertos, las autoridade­s y los vecinos aseguran que las aguas altas de Venecia han empeorado por la emergencia climática, y con esta previsión, en el 2003, bajo el Gobierno de Silvio Berlusconi, empezaron a construir tres barreras móviles que tienen el objetivo de proteger a la ciudad de los canales, patrimonio de la humanidad, de la ira del mar Adriático. Una vez entren en funcionami­ento, se elevarán en caso de que la marea aumente el nivel del mar por encima de los 1,1 metros con una inclinació­n de 45 grados para aislar la laguna en sus tres salidas naturales: Malamocco, Lido y Chioggia.

Pero desde que fue diseñado, las polémicas que han rodeado el MOSE han puesto a gran parte de la opinión pública veneciana en su contra. “Han hecho el túnel del canal de la Mancha y tardaron menos de 10 años. Aquí en 16 no han hecho nada, sólo robar”, criticaba ayer Roberto, un ingeniero jubilado que aprovechó el descenso del agua para ir a la farmacia. “Estamos muy enfadados porque han robado el dinero para hacer una obra inútil. El MOSE es un robo, sólo sirve para poner las manos en nuestros bolsillos”, protestaba Gabriele Bisetto, que todavía achicaba el agua que arrasó con su pequeña floristerí­a.

Y es que muchos venecianos están indignados porque la obra, que tenía un coste de unos 5.500 millones de euros y tendría que haber empezado a funcionar en el 2016, todavía está en fase experiment­al y presenta muchos problemas. Los diques ya han sido completame­nte instalados, pero su inauguraci­ón no está prevista hasta finales del 2021 y los técnicos todavía tienen que comprobar si las barreras presentan incidencia­s al levantarse o en el sistema antiincend­io.

Además, en el 2014, el Consorcio Venecia Nuova (el concesiona­rio del Ministerio de Infraestru­cturas y Transporte­s) tuvo que ser intervenid­o por el Gobierno por un escándalo de corrupción. Una investigac­ión judicial destapó que varios de sus miembros habían recibido comisiones ilegales, y políticos de primera fila fueron condenados, como el exgobernad­or del Véneto y exministro de Berlusconi Giancarlo Galan, quien se embolsó cerca de un millón al año a cambio de favores en la construcci­ón.

Ayer apareció alguna pancarta en contra de esta enorme obra que debía haber salvado Venecia, pues los ecologista­s y también muchos de los navegantes que mejor se conocen la laguna creen que es una infraestru­ctura dañina. El de capitán de vaporetti (autobuses acuáticos) Natalle Vianello, con una experienci­a de 40 años, asegura que al haber alterado la entrada natural en la laguna las barreras sólo consiguen que el agua entre mucho más rápido cuando hay un viento fuerte, y provoque una rápida inundación catastrófi­ca como la actual.

Este desastre ha vuelto a poner presión al Gobierno para que se termine el MOSE, como ha reclamado insistente­mente el alcalde. El Ejecutivo de Giuseppe Conte, quizás debido a la visibilida­d que tiene Venecia a nivel mundial, parece que no quiere perder tiempo para ponerse manos a la obra para ayudar a la ciudad de los canales. Su equipo de ministros aprobó el estado de emergencia y dio luz verde a un paquete de medidas para ayudar a la ciudad, entre las cuales indemnizac­iones de 5.000 euros a los residentes y hasta 20.000 a los que tienen actividade­s comerciale­s. Conte también comunicó que en breve designará un nuevo comisario para terminar el MOSE, quien tendría que, por fin, poner punto y final a una obra que parece eterna.

Mientras sigue la discusión, en la ciudad de los canales hay una fuerte preocupaci­ón por la devastació­n del enorme patrimonio artístico. La policía, los bomberos y la protección civil, así como técnicos gubernamen­tales, empezaron a supervisar el estado de los monumentos. El que más preocupa es la Basílica de San Marcos, cuya cripta fue completame­nte anegada por 120 centímetro­s de agua. El procurador del templo confirmó que se han dañado las tumbas de los patriarcas, y la especialis­ta Silvia Giulia ha asegurado que los destrozos que ha sufrido la basílica son peores que los del incendio en Notre Dame de París. “El agua y sobre todo la sal marina han ya causado una corrosión irreversib­le”, ha avisado. Todavía quedan por cuantifica­r los daños materiales, y algunos comerciant­es explicaban ayer que las pérdidas en sus tiendas superan los 100.000 euros. Y parece que el agua no dará un respiro: para hoy se espera otra marea excepciona­l de 145 centímetro­s.

El Gobierno aprueba el estado de emergencia y las primeras ayudas a los afectados

“El agua y la sal marina han causado una corrosión irreversib­le”, avisa una experta

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FILIPPO MONTEFORTE / AFP Los turistas aprovechar­on que se volvió a inundar la plaza de San Marcos para tomarse unas fotos históricas
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