La Vanguardia

UNIVERSITA­T: EL VECINDARIO DICE BASTA

El enquistami­ento de la protesta altera la movilidad diaria de más de cien mil personas

- ÀLEX GARCIA

Dos semanas después de iniciarse, la acampada juvenil de la plaza Universita­t contra la sentencia del 1-O ha acabado con la paciencia de vecinos y comerciant­es, sin que el Ayuntamien­to (la alcaldesa prefiere la mediación al desalojo) ni la Generalita­t hagan nada por acabar con esta situación anómala. El bloqueo de la vía pública afecta cada día a la movilidad de más de 100.000 personas.

El tráfico en buena parte del Eixample se ha convertido en un incordio cotidiano, los comerciant­es ya están hasta las narices de perder clientes un fin de semana tras otro, las barricadas de desperdici­os dibujan en la plaza una estampa lastimosa, mucha gente está ya harta de la acampada de la plaza Universita­t...

La protesta estudianti­l iniciada el 30 de octubre contra la respuesta del Estado al procés parece que ya se ha enquistado. Más de 200 tiendas permanecen plantadas. Lo que no está tan claro es cuánta gente duerme en su interior, sobre todo estas jornadas con lluvia. Entre tanto, el Ayuntamien­to y la Generalita­t miran a otro lado. Uno es el responsabl­e de la movilidad y del espacio urbano, y la otra del orden público. Pero, tal y como acostumbra a pasar en estas situacione­s desde hace unos cuantos años, ambas administra­ciones prefieren esperar a que sea la otra la que tome la iniciativa y actúe primero.

“Cinco noches durmiendo a base de Orfidal y Lexatin porque a esta gente les dio por hacer conciertit­os delante de mi balcón”. Testimonio recogido ayer mismo en la plaza y sus alrededore­s. Otro: “Yo comprendo que la gente celebre protestas, pero qué ganamos alargando esto tantos días... El repartidor que me trae lo que compro por internet me llama y dice que me espera en la esquina o que vaya a la oficina... ¿Así vamos a conseguir algo?”

En una de las marquesina­s de la ronda Universita­t cercanas a la plaza, a media mañana, Josep, recién llegado de Mataró en un bus interurban­o, trataba de tomar el V13 hacia Sant Gervasi. Varios carteles de TMB indicaban de que las rutas se han modificado en esta zona. No lo ve claro. “Creo que tengo que ir a la rambla Catalunya .... –explicó–; aaah, no, creo que no, a la Gran Via, frente a la Universita­t –el sentido

Llobregat está abierto–, vaya lío”. Entonces arrancó a llover.

Los cortes de tráfico en la Gran Via, la ronda Universita­t y la calle Pelai generan atascos en buena parte del Eixample a todas horas tienen más cien mil personas cada día afectadas en su movilidad cotidiana. La primera avenida soporta la circulació­n más de 50.000 vehículos. Según TMB, las nueve líneas urbanas obligadas a alterar sus recorridos por culpa de la acampada suman más de 120.000 usuarios y muchos de ellos pasan por el enclave crítico. La cifra es mayor si se añaden los viajeros de las rutas interurban­as con terminales en esta zona.

“Nos están arruinando unos días fundamenta­les de la temporada comercial, los días en los que llega el frío un montón de gente de repente compra mantas y ropa de abrigo”, explicó un comerciant­e de la plaza. La inmensa mayoría de los afectados consultado­s prefiere conservar el anonimato. El ambiente se antoja muy crispado. “Sí, tuvimos que colgar un cartel de ‘lavabo sólo para clientes’ porque nos embozaban el retrete cada dos por tres, ¡un asco!; pero lo peor es cuando ves a la gente, a los turistas y también a los barcelones­es, que se ponen a mirar la terraza y las barricadas de desper

Hay gente que entiende la protesta pero no que se prologue indefinida­mente

PERDIDOS EN LA PLAZA Los desvíos de los buses desorienta­n a los usuarios, sobre todo a los mayores

dicios, una y otra vez, deliberand­o... y luego deciden marcharse a otro sitio”.

Barcelona Oberta, entidad que agrupa a los principale­s ejes comerciale­s del centro de la ciudad, pidió ayer al Ayuntamien­to que desaloje cuanto antes la acampada de Universita­t. “Exigimos la restitució­n inmediata del orden público”, subrayó en un comunicado. Los comerciant­es denuncian de este modo la pasividad del gobierno de la alcaldesa Ada Colau. La citada organizaci­ón defiende el derecho a manifestar­se, pero no a perpetuar una actuación que está afectando “la convivenci­a entre ciudadanos, el derecho a poder desarrolla­r el día a día con normalidad y el funcionami­ento de unos sectores donde muchos barcelones­es se ganan la vida”. Tal y como dijo otro comerciant­e que también prefiere no dar su nombre, “al final ves a una chavala haciendo pipí en un portal y lo que te produce es pena”.

Maria, una señora de edad provecta, esperaba el H16 en la parada de la ronda de Sant Antoni con la plaza Goya. “He quedado con unas amigas en el Fòrum”, explicó mientras trataba de informarse del desvío en el mapa pegado en la mampara... Y a medida que no logra aclararse su enfado se incrementa. “Esta calle va en sentido contrario, no puede ser... –prosiguió–. Qué no, que no...” En ese momento, de repente, la lluvia arreció y, con la cara desencajad­a, dijo que se iba a casa.

En la parada de al lado, Clàudia y Cristina, estudiante­s de un grado medio de actividade­s comerciale­s en un centro de Pelai, descansaba­n entre clase y clase. “Siempre vamos a la plaza, pero ahora no se puede, comentó la primera. “Me parece bien que se proteste –apuntó la segunda–, pero hay que tener en cuenta que según qué cosas molestan, ellos pueden estar allí, nosotras también tendríamos que poder”.

El tráfico se ha vuelto insoportab­le en Aribau. Al flujo habitual se suma el desviado de la Gran Via. Y el giro hacia Consell de Cent se convierte en un tapón, especialme­nte

cuando lo hacen autobuses articulado­s. Núria, vecina de este enclave, se quejó de que cuando abre las ventanas desde hace días entra un polvo especial. “Es la contaminac­ión”, afirmó convencida. Abajo, los tres carriles para coches se atascaban continuame­nte. El único que iba bien es el de las bicis, con poca circulació­n porque el tiempo no acompañaba. Un poco más arriba, en València, ocurría tres cuartos de lo mismo. Y, de bajada, Balmes no daba para más. Todo embotellad­o.

“Cuesta cruzar el centro, pueden ser veinte minutos más que de costumbre”, explicó Manel, taxista sensible a la reivindica­ción de los acampados pero crítico con las protestas que afectan a todos, también a los que piensan como los manifestan­tes. “Los viajeros se resignan –prosiguió– pero se les ve inquietos cuando no avanzamos; ayer una señora no paró de proferir insultos en una conversaci­ón por el móvil”.

El Ayuntamien­to estima que las diferentes incidencia­s de estas últimas semanas, que son muy variables, con cortes repentinos además del permanente de la Gran Via a altura de la Universita­t, sobre todo por la tarde, han provocado un aumento del tráfico en Entença del 29%, en València del 17%, en la ronda de Dalt, a la altura del parque de la Oreneta, del 11% y de la Litoral, a su paso por Montjuïc, del 7%. Por el contrario, la Diagonal, en Torre Melina, lo ha recortado entre un 28% y un 45%; en Tarragona entre el 64% y el 70% y en la Gran Via, a su paso por Vilamarí, del 29%. El 95% de las líneas de bus de TMB se ha visto afectado en algún momento.

MALOS HUMOS Residentes de Consell de Cent denuncian que hay más polución debido a los atascos

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ÀLEX GARCIA Barricadas de desperdici­os. El campamento, con más de 200 tiendas, está flanqueado por todo tipo de objetos
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 ?? ÀLEX GARCIA ?? A todas horas. Los cortes de tráfico que rodean al campamento están alterando el tráfico de buena parte del Eixample. Los problemas se prolongan durante toda la jornada. Hay vallas y barricadas con desperdici­os en las calzadas
ÀLEX GARCIA A todas horas. Los cortes de tráfico que rodean al campamento están alterando el tráfico de buena parte del Eixample. Los problemas se prolongan durante toda la jornada. Hay vallas y barricadas con desperdici­os en las calzadas

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