La Vanguardia

El Cervantes premia la poesía del catalán Joan Margarit

El jurado valora que haya enriquecid­o tanto la lengua catalana como la castellana

- MAGÍ CAMPS

No salía en las quinielas, por eso fue una sorpresa la noticia del nuevo premio Cervantes: Joan Margarit (Sanaüja, 1938). José Guirao, el ministro de Cultura en funciones, anunció al galardonad­o leyendo un poema suyo en castellano, No tires las cartas de amor. Por la tarde, en la rueda de prensa, cuando los periodista­s pidieron a Margarit que escogiera un poema, dijo que ese mismo estaba bien y lo recitó en catalán (No llencis les cartes d’amor).

La sorpresa también fue que se premiara a un autor que escribe en catalán y que elabora la versión castellana de sus poemas, dado que es el galardón literario más importante en lengua española. Margarit afirma que se trata de dos poemas, que el castellano no es una simple traducción del catalán, porque cada lengua tiene una voz propia. “La poesía ha de ser verdad. No hay ningún poeta que haya podido escribir poesía en una lengua que no sea la materna. Yo escribo en las dos, pero tengo que empezar por una”. Lo ilustró con una imagen: “La catedral no existe sin la cripta, que es un agujero en el suelo y basta”. Y continuó:

DOS LENGUAS

“El poema me sale en mi lengua, pero hago la obra en las dos: no me traduzco”

SU REVOLUCIÓN

“Todo el dinero de los trabajos que se hacen con disfraz destinarlo a la educación”

“Tengo dos lenguas gracias al general Franco, que me la inculcó a patadas. ¡Y no la pienso devolver!”, exclamó. “Mi primer poema me tiene que salir en mi lengua. Nací en la guerra y la vida te lleva a tener tu personalid­ad y tus conviccion­es. He hecho mi obra en dos lenguas: no me he traducido. A veces el castellano salva al catalán y al revés. Son dos poemas, uno en cada lengua, y no se enfadan porque los dos los he escrito yo”.

Cuando se abrió el turno de preguntas, advirtió a los periodista­s: “Mis sensacione­s son mías. Yo contestaré lo que sé contestar y basta”. La primera pregunta, a pesar de la advertenci­a, fue que cómo se sentía por el premio, y el galardonad­o respondió encadenand­o preguntas retóricas que ahorraron trabajo a los medios: “Tengo 81 años y las repercusio­nes que pueda tener son poco importante­s. ¿Por qué acepto y me interesa un premio? Es muy sencillo: ¿Este señor qué vende? Vendo poesía. Espero que mis poemas sean unos grandes poemas, pero que lo sean no lo sabremos hasta de aquí a una o dos generacion­es. ¿Qué es la poesía? Una herramient­a quizá de las más efectivas en los momentos peores de nuestra vida. Por

mucho consuelo que tengas, llega un momento en que estás solo y sólo tienes a tu disposició­n la poesía y la música, y poco más”. “¿Qué produce un premio? –se preguntó–. Que tengas más lectores. Si hay más personas que buscan consuelo en mis poemas, pues mejor, porque doy consuelo a más personas. Un poema de Machado me ha servido de consuelo en diferentes momentos de mi vida, a diferentes Joan Margarit. No hay un solo poema, hay muchos. Es el misterio del arte”.

El jurado ha valorado “la profunda trascenden­cia y lúcido lenguaje siempre innovador” conque el premiado “ha enriquecid­o tanto la lengua castellana como la catalana”, con lo que “representa la pluralidad de la cultura peninsular en una dimensión universal”. Preguntado sobre si se sentía identifica­do con esta última frase, Margarit respondió: “No me siento identifica­do con nada. Eso lo tiene que decir el ministro, no yo. Yo trabajo para consolar a gente solitaria”.

Preguntado sobre el independen­tismo, dijo: “No te lo diré ahora. No me hagas hablar de eso. Sólo se arregla hablando y con cultura”. Y añadió: “Hay dos revolucion­es posibles: la de derechas, del mundo feliz de Huxley, o de la película Soylent green, que es una dictadura; y la del otro extremo, que es la que a mí me salvaría: tomar todo el dinero que se dedica a los trabajos que se tienen que hacer con un disfraz (jueces, militares, policías...) y destinarlo­s a la educación. Es lo único que nos salvaría de la dictadura”. Y remachó: “Por debajo de la poesía está la vida. ¿Cómo puede ser la vida lo mismo que otra cosa, como decían los románticos? La vida lo es todo”. El director editorial del Grup 62, Emili Rosales, acompañado del editor de Proa, Josep Lluch, consideró que se trata de una obra “contundent­e, que habla de la vida, de la verdad”, y recordó que se trata de uno de los poetas con más lectores y seguidores. Austral publica sus libros en castellano.

Poeta y arquitecto –con estudio en Sant Just Desvern–, autor de varias obras olímpicas o de trabajos en la Sagrada Família, Joan Margarit es hijo de arquitecto y maestra y se dio a conocer como poeta en castellano en 1963 con Cantos para la coral de un hombre solo, con prólogo de Camilo José Cela. En 1980, empezó su obra en catalán, influido por Martí i Pol, con L’ombra de l’altre mar. El año pasado, publicó una autobiogra­fía de juventud Per tenir casa cal guanyar la guerra , y no piensa seguir explicando su vida “porque no tiene ningún interés, sólo los primeros años”. El libro Joana (2002), que supuso un punto de inflexión en su reconocimi­ento público y que apareció al mismo tiempo en las dos lenguas por primera vez, “es un libro escrito en caliente, aunque dicen que eso no se tiene que hacer”, refiere. “Con la Raquel de mis poemas, Mariona en la realidad, tuvimos ocho meses una hija que se nos moría. Esa poesía en caliente funcionó, pero no lo he hecho más: los poemas duermen todo lo que tienen que dormir”.

Margarit ha sido reconocido con el premio Nacional de la Crítica (1984 y 2008), el Rosalía de Castro (2008), el Nacional de Poesía 2008, el Víctor Sandoval Poetas del Mundo Latino, el premio Iberoameri­cano de Poesía Pablo Neruda (2017) y el premio Reina Sofía de Poesía Iberoameri­cana 2019. El premio Cervantes, dotado con 125.000 euros, lo concede desde 1976 el Ministerio de Cultura, a propuesta de las academias de la lengua, y distingue toda una trayectori­a literaria.

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XAVIER CERVERA

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