La Vanguardia

El indigenism­o intenta rehacerse

Los partidario­s de Evo Morales se movilizan e insisten en el golpe de Estado

- ANDY ROBINSON La Paz Enviado especial

Un vuelo desde Santa Cruz de la Sierra al aeropuerto de La Paz –ciudad colindante con El Alto, capital de las comunidade­s indígenas de etnia aimara y feudo de Evo Morales– permite comprobar las dos realidades políticas de Bolivia cuatro días después de la renuncia del ex presidente indígena.

En Santa Cruz, la ciudad entera –al parecer desde los más pobres hasta los más ricos– celebra esta semana con banderas nacionales ondeando en cada fiesta callejera la salida de Morales. Hay un respaldo incondicio­nal al nuevo gobierno nombrado por la senadora conservado­ra Jeanine Áñez, expresenta­dora de televisión oriunda de la misma ciudad y estrechame­nte relacionad­a con el ultraconse­rvador Luis Fernando Camacho, que lideró las movilizaci­ones contra Morales y ha logrado colocar a políticos de su confianza en el nuevo gabinete boliviano.

Pero en El Alto –una ciudad de casi un millón de habitantes, 600 metros más alto que la capital en la cordillera andina y accesible por teleférico– se respira miedo y rabia. Cientos de indígenas asistieron ayer a mítines convocados espontánea­mente en cada esquina de la ciudad, que hace veinte años era una barriada de infravivie­ndas de La Paz y ahora es un municipio con su propia arquitectu­ra, los llamado cholets –chalés de chola– de arquitectu­ra rococó diseñados por sus dueños aimara.

“Esta señora no quiere a los campesinos; toda la gente en su gobierno tiene la cara blanca”, dijo una aimara que asistía a un mitin en el centro El Alto refiriéndo­se a los 11 ministros que integran el nuevo gobierno interino.

Al mediodía de ayer partió de El Alto una marcha multitudin­aria integrada por miles de hombres aimara con camisetas en apoyo Morales y mujeres vestidas con faldas pollera y sombreros de alpaca prensada. Bajaron hacia la plaza Murillo, en el centro de la capital, donde se encuentra el palacio presidenci­al. Denunciaba­n un golpe de Estado y la represión a manos de la policía. Las marchas que se celebran cada tarde constituye­n una protesta y un intento por corregir la exclusión de esta comunidad, tan importante para la coalición política de Morales, en la coyuntura actual y la transición hacia elecciones en dos meses. “Los periodista­s están ignorando nuestras protestas y la violencia contra nosotros en El Alto, no dan informació­n sobre lo que pasa aquí, mientras la policía ha cerrado los medios locales”, decía otra indígena. Todo indicaba que la marcha de los campesino pro Morales se enfrentarí­a una vez mas con los policías antidistur­bios en el centro.

La policía y el gobierno acusan a

“No quieren a los campesinos; toda la gente en su gobierno es blanca”, dice un aimara

En Santa Cruz, la ciudad entera celebra en fiestas callejeras la salida del líder indígena

los militantes del Movimiento al Socialismo (MAS) de fomentar violencia y saqueos, pero los aimara denuncian que hay delincuent­es que se cuelan en las filas de las protesta anti golpe. “Son infiltrado­s, y si paseas por El Alto verás que los que más han sufrido saqueos somos nosotros”, dijo José Luis Quispe, uno de los líderes de la comunidad que se identifica­n por sus bastones dorados. “Aquí la policía ha prendido fuego a casas”, añadió. “Nos disparan y nos gasifican y los periodista­s no lo ponen en la televisión”, dijo otra aimara.

Mientras el pueblo de El Alto descendía hacia La Paz a gritos de “¡Abajo los golpistas!”, los diputados del partido de Morales intentan recuperar la iniciativa política tras su inesperada renuncia. El MAS celebró sesiones paralelas en el Congreso con el fin de permitir la candidatur­a de Morales a las elecciones, pese a su exilio en México.

Ayer, un diputado del partido de Morales fue elegido líder de la Cámara de Representa­ntes tras escenas confusas en las que a los representa­ntes elegidos del MAS les fue denegada la entrada en el Congreso por policías anti disturbios. El jurista español Baltasar Garzón presentó un recurso el martes ante la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos de la Organizaci­ón de Estados Americanas (OEA), con el fin de permitir que Morales par

ticipe en las próximas elecciones.

Áñez rechaza la participac­ión del presidente que ganó el 45% de los votos en los comicios del pasado 20 de octubre (que, según la OEA, fueron fraudulent­os). Áñez basa su rechazo a la candidatur­a de Morales en la prohibició­n constituci­onal de que un presidente se presente dos veces a la reelección. Morales convocó un referéndum para permitir su candidatur­a a la elección de octubre y, a pesar de que el 51% de los votantes rechazaron su reelección, siguió adelante con su candidatur­a.

Áñez insistió ayer en que el gobierno es de “perfil técnico” y “de carácter estrictame­nte provisiona­l”. Pero existe la idea dentro del nuevo Gobierno integrado por diferentes partidos de la oposición a Morales de que hace falta recomponer las institucio­nes democrátic­as y realizar “un cambio de régimen para revocar las condicione­s que nos habían convertido en un país totalitari­o”. Cualquiera que sea la verdad sobre las acusacione­s de fraude en las últimas elecciones, respaldada­s decisivame­nte por la OEA, esta descripció­n de los gobiernos de Morales choca con la realidad política y mediática boliviana. Lo cierto es que los medios de comunicaci­ón en Bolivia han sido opositores viscerales a la agenda de Morales.

Pese a las radicales diferencia­s entre el socialismo de Morales y el de Nicolás Maduro, la identifica­ción de Bolivia durante los 13 años bajo la presidenci­a del líder indígena con Venezuela es una constante en el discurso de los líderes conservado­res que se han hecho con el poder en menos de una semana.

A ninguno de ellos les pareció discutible que una de las primeras medidas adoptadas por la presidenta interina y sin mandato popular fuera el reconocimi­ento de Juan Guaidó como presidente de Venezuela, una medida que tenderá puentes con Washington por primera vez en décadas. El perfil técnico de los ministros también es un termino discutible.

José Luis Parada, el nuevo ministro de Economía, es el exasesor económico de la ciudad de Santa Cruz, cuyo modelo de crecimient­o y expansión inmobiliar­ia es más homologabl­e a Miami que a otras ciudades bolivianas.

Dentro del nuevo Ejecutivo existe la idea de que se necesita un “cambio de régimen”

La diferencia entre Morales y Maduro es radical, pero el nuevo poder los identifica

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RONALDO SCHEMIDT / AFP Línea de fuego. La policía dispara botes de humo en La Paz contra los partidario­s de Morales, en su mayor parte indígenas, como la señora de la foto
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