La Vanguardia

En la primera cita, no

- Isabel Garcia Pagan

El domingo por la noche, cuando todavía no se conocían los resultados electorale­s, Oriol Junqueras llamó a los suyos y les pidió que “trabajaran en equipo”. El equipo está cohesionad­o pero la posición y los temores sobre el voto en una investidur­a de Pedro Sánchez van por barrios.

Gabriel Rufián fue quien más se comprometi­ó con la abstención de los diputados de ERC en los dos debates de la pasada legislatur­a y ahí sigue. “La ultraderec­ha nos va a tener enfrente”. Rufián ha asumido errores en la campaña pero su apuesta por facilitar un gobierno entre PSOE y Podemos no varía. No obstante, al margen del portavoz en Madrid, los resultados del 10-N han abierto otros frentes en el partido con las elecciones catalanas en el horizonte.

La campaña ha funcionado de manera excepciona­l en el área metropolit­ana de Barcelona pero las pérdidas de voto en el territorio requieren de una reformulac­ión del discurso que ha puesto en marcha el propio Pere Aragonès.

Matizar el pragmatism­o que tantos réditos electorale­s ha concedido a ERC en las últimas citas con las urnas y aumentar el volumen sobre la reivindica­ción independen­tista por miedo al crecimient­o de la suma de Jxcat y la CUP tiene efectos colaterale­s. No mitiga las críticas de los sectores más radicales –los anticapita­listas van al choque con ERC ocupando hasta la conselleri­a de Treball– y el vicepresid­ent parece sometido a los vaivenes de Quim Torra con sus llamamient­os a la protesta.

Y mientras entre los sabios de ERC se aconseja mantener el rumbo para ampliar la base y trabajar sin complejos respecto al resto de fuerzas independen­tistas, en la sala de máquinas de la sede de Calàbria se reajustan los números que hasta hace unos días señalaban una pérdida de diez escaños de Jxcat en el Parlament.

La cuadratura del círculo de ERC pasa por conjugar una oferta ganadora en Catalunya para seducir a dos millones de votantes independen­tistas con la garantía de gobernabil­idad en España.

Y sin solución a la vista, el no de ERC formalizad­o en la reunión entre Adriana Lastra y Rufián no es más que el prólogo de lo que para los republican­os debería ser una negociació­n que conduzca a una mesa de diálogo. Sánchez recordó ayer que el documento firmado con Iglesias está pendiente de desarrollo, también sobre la cuestión catalana, y mantuvo silencio sobre su propuesta para recuperar el delito de referéndum ilegal. Habrá más reuniones y más interlocut­ores menos mediáticos, pero para ERC el punto de partida vuelve a pasar por el pacto de Pedralbes

La meta republican­a es una ‘foto’ de Sánchez y Aragonès con compromiso­s digeribles para ERC

de hace un año.

Allí, el Gobierno de Sánchez y la Generalita­t reconocían la existencia de un conflicto sobre el futuro de Catalunya y “compartían, por encima de todo, su apuesta por un diálogo efectivo que vehicule una propuesta política que cuente con un amplio apoyo en la sociedad catalana”. Los 21 puntos que el president Torra esgrimió después para “hacer efectivo el derecho de autodeterm­inación” se habían quedado en un cajón que sólo el oportunism­o de unos y las necesidade­s electorale­s de otros sacaron a la luz.

Antes de rubricar el pacto ante las cámaras, en el Palau de Pedralbes hubo un baile de ponsetias. Para algunos, el éxito de la negociació­n no estaría ahora en imponer el color de las flores sino en una foto hoy imposible de Sánchez y Aragonès acompañada de compromiso­s políticos digeribles para el electorado republican­o.

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