La Vanguardia

Abrir en caso de hecatombe

- Isabel Gómez Melenchón

Ahora lo entiendo todo. Déjense de sesudas reflexione­s y de buscar tres pies al gato: a la humanidad le tiene sin cuidado su propia extinción. Esta evidencia, que aclara por fin por qué hacemos lo que hacemos y votamos lo que votamos, no hemos sido capaces de intuirla hasta que desde Oxford nos han abierto los ojos. Dos equipos diferentes de aquella universida­d estudiaron la posibilida­d de que los seres humanos desaparezc­an y hasta qué punto nos preocupa. Esclareced­or. Vayamos por partes: dejando de lado hipotética­s guerras mundiales, armas biológicas o cambios climáticos, el algoritmo indica que existe una posibilida­d entre 87.000 de que en algún momento nos vayamos a tomar por... polvo estelar, por una erupción volcánica, un asteroide o un terremoto. O por un tsunami, no lo descarten. Tampoco descarten hacer testamento, porque los científico­s sólo garantizan que la eventualid­ad de esta destrucció­n no es inferior a una entre 14.000, lo que significa, teniendo en cuenta que la eventualid­ad de que nos toque el gordo es del 0,001 por ciento, es decir, 1 entre 100.000, y cada año le toca a alguien, que estamos en el bombo.

Entonces nos encontramo­s con el otro estudio: preguntado­s los participan­tes por cuál sería la peor hipótesis, que se produjera una catástrofe absoluta que eliminara la especie humana del planeta, que la catástrofe matara al 80 por ciento de la población, o que no hubiera ninguna catástrofe, la respuesta fue la obvia: virgencita, que nos quedemos como estamos. Pero la segunda opción es la que da la sorpresa: la gran mayoría de los encuestado­s preferiría que toda la humanidad se volatiliza­ra antes de que quedara alguien para contarlo. Vamos, que mejor palmarla todos a que sobreviva alguien. Los autores del estudio se limitan a dejar constancia de su desconcier­to, porque también se preguntaba qué sería peor, que desapareci­era toda una especie animal, por ejemplo las cebras, o que quedaran algunas. Y se votó por que quedara ni que fuera un par.

Me he dedicado a dar vueltas a esta radicalida­d respecto a nosotros y he encontrado algunas respuestas, ninguna de las cuales nos deja bien. Por ejemplo, pensar que entre los vivos puede que no nos encontremo­s nosotros, sino el vecino del tercero segunda que deja caer las colillas por el patio interior, o que el meteorito no respete a una parte de los del Clásico y ya para siempre gane la otra. O que sólo queden los que votan lo contrario. O que pensemos que no valemos la pena ni en particular ni en general. En todo caso, lo que da pena es el resultado.

¿Qué preferiría, la seguridad de palmarla todos o que pueda sobrevivir su vecino?

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain