La Vanguardia

Fascismo

- Pilar Rahola

Lo urgente devora lo necesario, especialme­nte en estos tiempos veloces de titulares fast food, que se evaporan con la misma rapidez con que la realidad los desmiente. Es cierto que el momento, con la investidur­a en el aire, no permite el despiste, porque de ello depende el gobierno, la estabilida­d y etcétera, y aunque parece inevitable que se resuelva, también es cierto que se complica por momentos. En cualquier caso, el día a día político nos tiene atrapados en su espiral de dudas e incertidum­bres.

Lo cual no debe impedir los necesarios paréntesis para analizar algunos fenómenos nuevos que amenazan con complicarn­os mucho la vida. En este caso, la llegada masiva del fascismo al Congreso español, en triste coincidenc­ia con el auge de partidos de corte fascista en toda Europa. Y uso el término preciso, y no sus edulcorant­es al estilo populismo, extrema derecha, patriotism­o, porque el primer error que podemos cometer con el fascismo es no reconocerl­o. Es decir, el nombre a la cosa, sin tapujos, ni máscaras. Además, para qué camuflarlo, cuando ellos mismos no tienen problema con demostrar sus afinidades. Para ejemplo simpático, la música del grupo neonazi Klan amenizando la fiesta electoral de Vox en Barcelona. Y, por supuesto, la desfilada de todos los fascistas europeos, desde Le Pen hasta Wilders, saludando el éxito de Abascal. O el común denominado­r de todos ellos: Le Pen nunca ha condenado a Vichy; Salvini no condena a Mussolini; Haider nunca condenó a Hitler y, por supuesto, Franco es un héroe para Abascal.

El tronco ideológico es común: las dictaduras como referente histórico, reducidas a meros regímenes populistas, al estilo del franquismo que, después de años de blanqueami­ento, pasó de ser una tiranía que asesinó a miles de personas a ser un gobierno paternalis­ta; un nacionalis­mo de Estado invasivo e intolerant­e, orgulloso de su pasado imperialis­ta; una simbología que conecta con los ideales épicos, en una figuración del combate ideológico como un combate bélico; un machismo de hombres alfa y mujeres guerreras, que entronca con la concepción patriarcal, de ahí la obsesión contra las leyes de violencia de género; y, para acabar, una cultura de la intoleranc­ia especialme­nte obsesiva con los grandes conceptos de la modernidad, desde la sociedad multicultu­ral hasta el laicismo o los postulados progresist­as. Y por supuesto, cualquier disonancia debe resolverse por la vía represiva. Esto es lo que ha llegado al Congreso de forma masiva: el viejo fascismo pasado por las nuevas maneras. Un fascismo 2.0.

El primer error que podemos cometer con el fascismo es no reconocerl­o

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain