Ni los feriantes ni la joven que vio a Diana concretan el lugar en el que fue asaltada
La tercera sesión del juicio trata de reproducir los últimos pasos de la víctima
Apenas se han celebrado tres jornadas del juicio por la muerte de Diana Quer y la sensación en los juzgados de Santiago de Compostela es que el tiempo no avanza en aquella sala. El magistrado presidente Ángel Pantín se preocupó de preguntar sobre planos y fotografías a los nueve feriantes que declararon ayer tratando de que el jurado viajara a las afueras de A Pobra de Caramiñal, concretamente al camino por el que regresaba Diana a su casa la triste madrugada en la que sus pasos se cruzaron con los de José Enrique Abuín Gey.
Pero pese a las reiteradas preguntas que se les hicieron a los feriantes y las explicaciones de la menor que vio por última vez con vida a la joven, no se concretó el punto exacto del camino en el que el Chicle se abalanzó sobre Diana.
Los feriantes tenían instaladas las atracciones en el pueblo para las fiestas de O Carme dos Pincheiros y descansaban en los camiones, furgonetas y caravanas estacionados en la calle Venecia, paralela al paseo del Arenal y reservada por el Ayuntamiento para ellos. José Enrique Abuín aseguró el martes que tropezó por casualidad con Diana en la calle de los feriantes cuando regresaba al coche tras robar garrafa y media de gasóleo de los camiones, unos 37 litros. Esa versión implicaba que la joven se debería haber apartado del trayecto natural que acostumbraba a tomar de regreso a su casa, por el paseo junto a la playa, más amplio e iluminado.
Uno tras otro, sin demasiada concreción e incluso contradiciendo declaraciones anteriores ante la Guardia Civil los feriantes explicaron que aquella madrugada no echaron en falta gasóleo de sus vehículos, ni detectaron que los depósitos hubieran sido manipulados. Aunque pudieron no haberse dado de cuenta porque tenían capacidad para más de 500 litros.
En cualquier caso ninguno recordó haber oído nada raro aquella madrugada. Ni gritos, ni acelerones de vehículos ni el portazo de un maletero al cerrar de golpe. Aunque a la hora que pasó Diana por allí, las 2.40 horas, algunos feriantes aún andaban recogiendo en el pueblo y sólo Clarissa y su empleado Diego que vendían globos a los niños ya habían regresado. Diego en su momento dijo que oyó una fuerte discusión de pareja y que ella gritaba: “¡Déjame en paz!”. Después lo negó en instrucción y ayer nadie le preguntó. Aunque el feriante reconoció haber tomado esa noche unos porros y unas cervezas y que su memoria “ya flojea”. Clarisse su jefa se hizo un verdadero lío con la posición de su caravana para al final acabar reconociendo que “para decir la verdad, yo tomo pastillas para dormir”. Al abandonar la sala aún se detuvo para pedir en voz alta “a ver si acaba ya esto” y añadir después: “Que salga todo bien”.
Tras los feriantes declaró Irene por videoconferencia. La joven conocía a Diana y por eso su testimonio resultó de gran valor a la Guardia Civil. Regresaba también sola a su casa aquella madrugada y andaba justo detrás de Diana cuando la vio parada a la altura de la pizzería Mi Manda Picone conectada al wifi del establecimiento.
Como Diana iba adelantada y avanzaba lentamente entretenida con el móvil, la menor giró la primera calle a la derecha y perdió de vista a la madrileña, que siguió avanzando “tranquila”. La acusación y la investigación mantienen que Diana fue abordada por sorpresa en ese tramo de unos 200 metros del paseo del Arenal, después de que el Chicle la viera tras superar la pizzería caminar sola y que incluso la intimidó llamándola: “Morena, ven aquí”. Es en ese momento cuando Diana le escribió un mensaje a su amigo y le confesó que se estaba acojonando porque un gitano la seguía. La conversación de Whatsapp quedó de repente interrumpida y los investigadores sitúan ese instante como el momento en que Diana fue introducida por la fuerza y con vida en el maletero del coche y conducida hasta la nave abandonada de Asados.
Pero exactamente cuál es ese punto en el que Diana fue abordada. De momento ayer no quedó concretado en la sala y habrá que esperar si en los próximos días lo hacen los investigadores de la Guardia Civil a partir de los informes que redactaron con los posicionamientos de los teléfonos.
Clarisse se tomó una pastilla para dormir y no oyó nada y Diego se había tomado cervezas y fumó unos porros