La Vanguardia

El Liceu propone utilizar el Principal para impulsar la ópera de nuevo cuño

El coliseo lírico plantea posibles usos de ese espacio al empresario que lo gestionará

- MARICEL CHAVARRÍA

El teatro Principal podría volver a acoger ópera en su escenario como sucedía antaño, en los siglos XVIII y XIX. La reactivaci­ón del equipamien­to por parte del empresario José María Trénor, propietari­o de los hoteles de la cadena Praktik, podría traducirse en una programaci­ón cultural los 365 días del año, tal y como avanzaba ayer Sílvia Angulo en las páginas del Vivir de este diario. El grupo inversor que ha llegado a un acuerdo con Balañá, la propietari­a del lugar, para que le ceda el teatro durante 50 años, encargándo­se así de su rehabilita­ción y gestión, se habría reunido ya con empresas de la música en vivo. Y también habría conversado con el propio Liceu, que se halla unos pocos números más arriba en La Rambla. ¿Qué propuso el Gran Teatre en esta conversaci­ón?

“Hemos hablado con José María Trénor de la posibilida­d de desarrolla­r en este plan de usos culturales del Principal dos cuestiones que ahora mismo son prioritari­as para el Liceu”, responde el director general del Gran Teatre, Valentí Oviedo. “La primera es la actividad pedagógica, pues el proyecto educativo del Liceu se ve reducido en la actualidad debido a la actividad que ya de por sí tiene lugar en la sala grande. Y en segundo lugar, sería interesant­e respaldar la ópera contemporá­nea en este espacio, la ópera de nueva creación para la que una sala con 2.000 butacas como el Liceu no es el espacio adecuado”.

Desde el coliseo lírico se muestran “encantados de que en la Rambla se reactiven proyectos como este” y contemplan la posibilida­d de que, a parte de ópera nueva, tenga sentido programar una danza que

“no tiene cabida en el Liceu y tampoco se programa en un Mercat de les Flors”, apunta Oviedo. Aunque las conversaci­ones con Trénor estarían en una fase muy preliminar para entrar en detalles como este. “Pasarán unos cuantos años hasta que se puede llevar a término este plan, pues hay que hacer diversas obras”, añadía el director general del coliseo lírico de la Rambla.

La última vez que el Principal acogió ópera fue cuando a finales del siglo XX, el crítico de ópera de La Vanguardia Roger Alier impulsó un par de temporadas de tres óperas cada una, que se extendían de mayo a junio. “Conseguí que Balañá nos abriera el teatro los lunes, pues en aquel momento actuaba la compañía de Calixto Bieito el resto de la semana. No podíamos tocar nada y teníamos que hacer montajes que de algún modo se basasen en la escenograf­ía que ya ocupaba en aquel momento el escenario”, recuerda Alier. El crítico operístico, cuya tesis doctoral versa sobre la historia de la ópera en Barcelona, está ultimando precisamen­te una Historia del teatre Principal que podría publicarse para estar en librerías el próximo Sant Jordi.

De aquella aventura en el Principal recuerda también Alier que les permitiero­n abrir el foso. Una orquesta interpreta­ba los títulos de Mozart como Così fan tutte o El rapto del serrallo que programaba­n, o también El giravolt de maig de Toldrà. El aforo, indica, era de unas 300 butacas en la platea y el primer piso. “Con todo, esas temporadas no duraron. Era demasiado complicado y no teníamos subvención, aunque sí alguna ayuda de La Caixa”.

La última diva que había cantado en aquel teatro, justo antes del incendio de 1915, fue la soprano barcelones­a Maria Barrientos. Los años posteriore­s, el escenario del Principal acogió únicamente zarzuela, nunca ópera, aunque en los cincuenta se acabó cerrando.

El teatro Principal, esto es, el antiguo teatro de la Santa Creu y también teatro del Hospital, es el más antiguo de la ciudad y de los más añosos de España. Construido a finales del siglo XVII, se inauguró a primeros del XVIII, aunque no acogió ópera hasta el año 1750. Fue por iniciativa del marqués de la Mina, a quien habían ascendido a capitán general del ejército tras participar en la guerra de Sucesión austríaca y después de haber tomado el castillo de Aspremont en los Alpes. Al regresar de Italia, donde había descubiert­o el arte operático con frenesí, el marqués tomó posesión en Barcelona del cargo de capitán general de Catalunya. Y en cuanto tuvo ocasión de traer una compañía italiana de ópera, la instaló en el teatro de la Santa Creu.

“Hacían ópera casi siempre italiana, no fue hasta finales del siglo

En el Principal hubo óperas desde el año 1750 hasta el incendio de 1915, y se reactivó un par de años en 1998

XVIII que no llegó una de Mozart. La empresa organizado­ra pagaba una cantidad moderada cada año al hospital y con eso ya podían ponerse en marcha. Además, el marqués dedicaba los programas a gente importante de la ciudad para de esta manera recibir algún dinero. Un patrocinio curioso pues casi todos eran militares”, explica Alier. “Fueron ellos quienes ayudaron mucho a que la ópera funcionara, básicament­e porque el marqués les obligaba a abonarse. Aunque poco a poco la gente de la ciudad se fue aficionand­o”.

Al aparecer el Liceu, en 1847, se creó el conocido enfrentami­ento entre liceístas y cruzados. Esos últimos, el público de la Santa Creu, decían que nunca pondrían un pie en el Liceu porque se había erigido sobre un convento, lo cual era un pecado importante. No en vano, entre los que regían el Principal había dos canónigos de la Catedral y dos representa­ntes del Ayuntamien­to.

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ÀLEX GARCIA La taquilla del teatro Principal, al final de la Rambla, en el número 27

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