La Vanguardia

Un amor impensable

Sorogoyen desafía tabúes y preceptos morales en el largometra­je ‘Madre’, continuaci­ón del corto nominado al Oscar

- FERNANDO GARCÍA

El propio director reconoce lo arriesgado de la película. “Siempre asumo riesgos; si no, me aburriría”, afirma en su charla con La Vanguardia sobre Madre, el largometra­je que da continuida­d al corto de igual título que fue nominado al Oscar 2019. Pero la osadía de Rodrigo Sorogoyen y la coguionist­a Isabel Peña en este filme tal vez supera con mucho la que ya mostraron en obras como Stockholm, Que Dios nos perdone o la muy premiada El reino. Pues la cinta protagoniz­ada por Marta Nieto, Álex Brendemühl y Jules Porier es un desafío directo a tabúes y preceptos morales instalados desde hace siglos.

Diez años después de la llamada telefónica en que su hijo de seis años empezaba diciéndole que su padre lo había dejado sólo en una playa de Francia, Elena (Marta Nieto) se halla instalada justo en la población de ese lugar maldito donde Iván desapareci­ó. La mujer, que trabaja de encargada en un restaurant­e en la playa de la tragedia, apenas parece repuesta de su trauma cuando un día descubre a un chico, Jean (Porier), que le recuerda a Iván y tiene la misma edad que él tendría ahora, 16 años.

Madre narra una relación de entrada extraña y que poco a poco nos parecerá muchas otras cosas. ¿Inconvenie­nte? ¿Escandalos­a? ¿ inocente? ¿Curativa? Que el espectador piense y se haga preguntas, pues de eso se trata. Así como de impugnar lo cómodo y lo establecid­o “en una sociedad machista donde la relación entre un varón adulto y una chica joven se ve mucho más factible que la de una mujer madura (aquí de 40) con un adolescent­e (16)”, dice Sorogoyen.

Para Marta Nieto, cuya interpreta­ción le valió el premio a la mejor actriz e la sección Horizontes de la Mostra de Venecia, “toda tentativa de preconcebi­r esa relación resultaba complicada. Porque la situación es ambigua e infrecuent­e, y en un caso así la moral tiende a contar su propia historia”, señala. Para ella lo esencial era “vivir la experienci­a”. Aunque sí tenía claro que lo que se crean entre Elena y Jean es “puro” y que “ninguno de los dos hace mal al otro”.

Brendemühl, como intérprete de la nueva pareja de Elena, Joseba, representa a “aquel que quiere que todo eso se acabe”, indica. Es el personaje con el que los espectador­es incómodos pueden identifica­rse. Y el actor se muestra entusiasta con esa idea de remover los prejuicios del personal. “Madre te coloca en la tesitura de comprender o rechazar lo amoral e incluso ilegal. Si entras, tienes que aceptar otras reglas del juego y asumir que esto es tal vez mejor para la protagonis­ta que el dolor que acarrea”.

Lo que ocurre entre los protagonis­tas se relata de manera poco explícita. Lo no dicho y lo sugerido es más relevantes que lo que se verbaliza en los diálogos. Los silencios refuerzan la idea de soledad de la protagonis­ta y multiplica­n la tensión. La que viven los personajes y la que sentirán los espectador­es. Unos más que otros.

El director asume que ‘Madre’ incomodará a una parte del público al cuestionar tabúes muy consolidad­os

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MANOLO PAVÓN Fotograma de Madre, con Marta Nieto y Jules Porier

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