Quintaesencia de Scorsese
El irlandés
Dirección: Martin Scorsese
Intérpretes: Robert de Niro, Al Pacino, Joe Pesci, Harvey Keitel
Producción: EE.UU., 2019 209 minutos. Drama.
El irlandés no será la última película de Scorsese, y esperemos que ni la penúltima ni la antepenúltima, pero tiene el ADN de un canto de cisne. Sus películas más idiosincrásicas, aunque ocupen un espacio menor en su amplia filmografía, son sin duda las de gángsters, y aquí somete el género, y su personalísima visión del género, a una larga meditación de signo crepuscular, algo parecido a lo que hizo John Ford en sus westerns finales.
Para ejecutarla, toma un libro de
Charles Brandt adaptado por Steve Zaillian (cuyo título, I heard you paint houses, entenderán cuando vean la película), que viene a ser un gigantesco mosaico de la mafia italoamericana desde la segunda mitad del siglo pasado hasta inicios del presente, con nombres propios como Russell Bufalino, Joe Gallo o Tony Salerno y con, como estrella invitada, el legendario líder sindicalista Jimmy Hoffa, a quien Jack Nicholson interpretó en 1993 y ahora recrea un sobreactuado (¡cómo no!) pero absolutamente memorable Al Pacino, sobre todo en sus obsesiones por la puntualidad y los helados.
La trama tiene su centro en la relación, ni sabríamos decir si amistosa (aquí no hay tipos buenos por ningún lado, sino gente fría y sin escrúpulos), entre el aludido Bufalino y su hombre de confianza Frank Sheeran, dos extraordinarias composiciones de, respectivamente, Joe Pesci y Robert De Niro, vueltos al redil scorsesiano (como Harvey Keitel, en un rol menor pero carismático) tras años de ausencia.
La pariente más próxima de El irlandés, por estructura de puzle y arco temporal abarcado, sería Uno de los nuestros, su obra maestra en la especialidad, a la que supera en duración (tres horas y media sin un minuto sobrante) y densidad dramática, pero no en violencia, que la hay, pero seca, fugaz, cuando no elíptica: del famoso asesinato de Anastasia en la barbería sólo vemos las flores de la tienda contigua. Lo que hay son personajes, aunque detestables, contemplados con inusual profundidad. Como documento de época, es una obra impresionante. Como filme de gángsters, es una lección de cine constante, grande y apasionante.