La revuelta chilena gana la batalla y fuerza una nueva Constitución
Un referéndum en abril abrirá el proceso para enterrar la Carta Magna de Pinochet
Acuerdo histórico en Chile para enterrar la Constitución de Pinochet, aunque aún no está claro si significará el fin de la revuelta ciudadana. Todos los partidos políticos apoyan la hoja de ruta, que llevará a un referéndum el próximo abril donde los chilenos decidirán, como es previsible, elaborar una nueva Carta Magna y el sistema que se usará para ello. En octubre del 2020 se celebrarían elecciones constituyentes. No obstante, el camino se augura lleno de trampas que los partidos tradicionales intentarán poner para tratar de preservar parte del modelo ultraliberal que dejó la dictadura y que ha acabado generando la presente indignación social.
La trampa más visible ahora es terminológica. Finalmente la derecha gobernante, agrupada en la coalición Chile Vamos, también claudicó al clamor popular y aceptó que el actual Congreso no controle –a priori– la elaboración del nuevo texto a cambio de que el método sea incluido en el referéndum de abril como segunda pregunta –la primera será si se quiere o no una nueva Constitución–, donde habrá que elegir entre Convención Constitucional (CC) o Convención Mixta Constitucional (CMC). En un claro ardid para confundir a los votantes, la CC es lo que hasta ahora se ha llamado Asamblea Constituyente, tal y como se ha reclamado en las manifestaciones callejeras. Es decir, un órgano electo íntegramente por sufragio universal que se ocupará de crear el texto fundamental. La CMC, fórmula preferida por la derecha, estaría integrada a partes iguales por actuales legisladores y constituyentes elegidos.
Sea cual sea la fórmula mayoritaria en abril, los constituyentes saldrán de los comicios de octubre del 2020, coincidiendo con las elecciones municipales y regionales. A partir de ahí, habrá un plazo máximo de un año para la redacción de la Constitución, que deberá ser acordada por dos tercios del órgano finalmente escogido y luego será sometida a un plebiscito por sufragio universal obligatorio, antes de ser ratificada por el Congreso. Una comisión técnica paritaria entre gobierno y oposición se ocupará de establecer el mecanismo de elección de los constituyentes, así como de fijar otros aspectos de la hoja de ruta. Chile Vamos también claudicó en su intención de que la carta magna de 1980 fuera el punto de partida para la nueva y es más probable que se parta del proyecto constitucional presentado durante el segundo gobierno de la socialista Michelle Bachelet (2014-2018), que fue archivado por su sucesor, el presidente Sebastián Piñera. El mandatario se resistió hasta el martes a avalar un texto nuevo –defendía la reforma de la de 1980– pero tuvo que ceder ante una jornada de protestas especialmente violentas.
El acuerdo fue logrado en la sede del antiguo Congreso en Santiago cerca de las dos de la madrugada de ayer (hora local) y fue ratificado y anunciado en público por miembros de todos los partidos, a excepción del Partido Comunista (PC) y otras formaciones menores. Sin embargo, a la mañana siguiente el PC anunció que se sumaba al proceso. El texto se titula “Acuerdo por la paz social y la nueva Constitución” y deja claro al principio que su “objetivo es buscar la paz y la justicia social a través de un procedimiento inobjetablemente democrático”.
A la espera de la reacción popular, las calles chilenas estaban al cierre de esta edición inusualmente tranquilas tras un mes de protestas que se iniciaron con el aumento de cuatro céntimos de euro del billete de metro de Santiago. El nimio incremento fue solo el detonante para una revuelta tras décadas de una asfixiante situación económica que emana de la dictadura y ayer dio un paso para ser finiquitada.
Los chilenos decidirán si quieren una nuevo texto constitucional y cómo se elaborará En octubre del 2020 se elegirían los constituyentes, que tendrán un año de plazo