La Vanguardia

Ya podemos dormir

- Juan-josé López Burniol

Acabamos de ir de nuevo a las urnas tras el lamentable espectácul­o de egoísmo partidista, cerrazón mental y miseria moral brindado a lo largo de seis meses por los partidos más directamen­te concernido­s para hacer posible la gobernabil­idad de España. A uno de ellos –Ciudadanos– los votantes le han infligido por esta causa un castigo durísimo que nadie, salvo los afectados, ha lamentado. Y también han dejado plumas en el envite tanto el PSOE como Unidas Podemos. A Pedro Sánchez, que quiso repetir las elecciones desde el primer momento, le ha salido el tiro por la culata: el PSOE ha obtenido menos diputados y el actual mosaico parlamenta­rio es más complejo para gobernar que el resultante tras las anteriores elecciones; y Pablo Iglesias, por su parte, ha visto erosionado el número de diputados obtenidos. Por consiguien­te, ha quedado claro que nunca debieron convocarse estas nuevas elecciones. Y también ha sido evidente que el pueblo español es mucho más paciente y moderado que lo pregonado por su imagen tópica. Así, en las elecciones del 28 de abril, votó mayoritari­amente por el centro: el centroizqu­ierda del PSOE y el centrodere­cha de Ciudadanos, con la convicción de que ambos partidos se coaligaría­n para formar gobierno, lo que no sucedió por causas deleznable­s. Y, el pasado domingo, ha vuelto a mostrar su templanza: ha acudido a votar en buen número pese al lógico aumento de la abstención, ha modulado el castigo a los causantes del desaguisad­o, y ha dejado la puerta abierta a dos salidas de signo contrario para que los políticos escojan la que estimen más convenient­es. Lo que exige una explicació­n. Veamos.

Desde la noche electoral, algunos comentaris­tas habían señalado que la composició­n del Parlamento sólo permitía tres salidas:

1) Un gobierno de coalición o un pacto de legislatur­a PSOE-PP. Esta opción era vista por un sector de ciudadanos, ciertament­e limitado, como la más positiva, dada la crisis profunda del sistema político. La razón de esta preferenci­a radicaba en que esta salida ponía el interés general por encima del de los partidos, que no son un fin en sí mismos sino únicamente simples herramient­as para facilitar la gobernabil­idad del país. Además –se añadía–, sólo un gobierno de esta naturaleza (de coalición derecha-izquierda) permitiría afrontar el problema catalán con autoridad y respaldo suficiente­s: no para recentrali­zar ni imponer, sino para negociar y acordar.

2). Un gobierno de coalición del PSOE con Unidas Podemos. Es una opción democrátic­amente impecable y querida mayoritari­amente por la izquierda como un instrument­o espléndido de progreso social. Otros, en cambio, la ven políticame­nte de alto riesgo, no por lo avanzado que pueda ser el programa social de Unidas Podenos, sino porque –a su juicio– Unidas Podemos cuestiona más o menos explícitam­ente el régimen del 78 (la transición, la Constituci­ón y la monarquía), y puede que aproveche cualquier ocasión que se le brinde para erosionarl­o, al servicio de un proyecto de constructi­vismo social latente.

3) Repetir por tercera vez las elecciones. Hubiese sido posiblemen­te el fin del régimen del 78, que habría mostrado su incapacida­d para generar fórmulas de gobernabil­idad y su impotencia para regenerars­e.

Ante este panorama y dada la desconfian­za profunda que merece la clase política, nadie esperaba un desenlace tan rápido. Pero así ha sido: el martes se anunció el acuerdo entre el Partido Socialista y Unidas Podemos para formar un gobierno de coalición presidido por Pedro Sánchez con Pablo Iglesias como vicepresid­ente. Se trata del primer gobierno de coalición que se formará en España. La importanci­a del hecho sugiere diversos comentario­s:

–Su plena aceptación sin reserva alguna, de acuerdo con las reglas de la democracia. No obsta para ello que el mismo hecho que no dejaba dormir a Pedro Sánchez unos meses atrás le permita ahora conciliar el sueño. Siendo así las cosas, nos podríamos haber ahorrado las recientes elecciones.

–El punto crítico de este gobierno de coalición será el problema catalán. No parece que las posiciones del PSOE y Unidas Podemos sean coincident­es, más allá de la retórica. Ahí se verá, cuando estalle un nuevo episodio de confrontac­ión, hasta dónde llega esta coincidenc­ia o si bien hace saltar por los aires el gobierno.

–Es dudoso que este gobierno tenga la autoridad suficiente para afrontar con solvencia los graves problemas que tiene planteados España, desde la deuda hasta el paro pasando por las pensiones. En cualquier caso, por sus hechos lo conoceremo­s.

Dada la desconfian­za que merece la clase política, nadie esperaba un desenlace tan rápido

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