De serie en serie
Tras mi periplo mexicano, por fin me hallo en tierras españolas. He de admitir que volver a casa es una de las sensaciones más placenteras que existen. Reconocer por la ventanilla del avión el cielo de casa supone una auténtica inyección hormonal pese a que a tu cuerpo, aún apergaminado del viaje, le cueste reaccionar a las instrucciones del piloto. Casi una semana después de las controvertidas elecciones, nos encontramos en el ecuador de un gélido otoño, una estación que delimita la débil frontera entre la alegría y la ensordecedora melancolía que traen consigo las bajas temperaturas. Mantas apeluchadas a punto, mucha franela y más de un caldito con dosis extra de mamitis aguardando impacientes en los tápers que decoran las baldas de las neveras de medio país.
Especialmente en esta época del año, estar en casa, es, para muchos, un hobby prioritario. Pasar tiempo de calidad en tu propio hábitat y disfrutarlo sola o bien acompañada se ha convertido en mi terapia más efectiva para reubicarme tras periodos laboralmente anárquicos. Con el paso de los años, los momentos de verdadero aislamiento los vivo con un buen libro, una filosófica conversación con mis hijos o bien una serie absorbente que reduce mi capacidad de pensar en varias cosas a la vez. El tsunami de entretenimiento es una realidad que nos ha asaltado a todos. Netflix, HBO o Movistar + son algunas de las muchas plataformas que se han convertido en cómplices de nuestro ocio y más aún, de nuestra placidez y distracción.
Su sustanciosa oferta es un universo personalizado dirigido a una generalidad cambiante que anhela inmiscuirse en varias historias a la vez y tener a su alcance la posibilidad de entretenerse paralelamente con géneros antagónicos y ficciones, que, muchas veces, son una representación de la realidad. Buen ejemplo de ello, es Pose, una serie ambientada en el Nueva York de finales de los ochenta que introduce el movimiento ballroom, una subcultura liderada por el colectivo LGBT negro y latino, protagonizada por Billy Porter, que hace unos días fue galardonado con el premio Emmy al mejor actor dramático.
Una sinopsis que bien podría ser un homenaje a un gremio luchador, marginal e injustamente maltratado por una sociedad convencionalista. Espectáculo, tragicomedia y mucha purpurina, todo ello al ritmo de voguing. Y de la búsqueda de la libertad al libertinaje adolescente de Élite, cuya segunda temporada tiene en vilo al exclusivo colegio Las Encinas y la estremecedora búsqueda por resolver un asesinato que cambió por completo a sus alumnos. Un reparto que me tiene realmente prendida y del que cuesta despegarse para conciliar el sueño.
La oferta es un universo personalizado dirigido a una generalidad cambiante que anhela inmiscuirse en varias historias a la vez