La Vanguardia

El encanto de la ignorancia

- Sergi Pàmies

Programa especial de Ilustres ignorantes (#0Movistar) para celebrar sus 300 primeras ediciones. Javier Coronas, el anfitrión y moderador (una modalidad de moderación que se concede, por suerte, el derecho a actuar como pirómano), pregunta a sus colaborado­res cuándo empezaron a darse cuenta de que eran especiales. “No hace falta que seáis graciosos. Quiero que seáis personas”, les dice. Este es el secreto de la comicidad con la que trabaja el programa. Sabe jugar con el equívoco de la trascenden­cia y no se conforma con la mecanizaci­ón de un humor previsible y hortera ni con el refugio de la impostura sentimenta­l o sermoneado­ra. Entre los testimonio­s de esta edición conmemorat­iva, una anécdota excepciona­l de Javier Cansado: el día en el que, con once años, su abuela, que se está muriendo, le pide que la haga reír imitando a Jesús Hermida. Él, que no sabe imitar Hermida, hace la imitación de un gallego insolente. Da igual que la anécdota sea biográfica o no (este es el secreto de la mejor ficción) porque, como tantas digresione­s de Casado en el programa y en los escenarios, funciona gracias al equilibrio precario entre el exceso de locuacidad y la precisión y proporcion­a al espectador un tipo de humor que, por desgracia, ha ido desapareci­endo de la parrilla en manos de franquicia­s de actualidad o monologuis­tas más convencion­ales. El otro testimonio, tan cómico como delirante, es el de Ignatius Farray, que cuenta cómo, de pequeño, los niños de la escuela lo agredían y le tiraban piedras hasta que un día decidió no esconderse, levantarse y enfrentars­e a ellos al grito de “Perdónalos porque no saben lo que hacen”. Ilustres ignorantes es un lujo que, gracias a los principios de la televisión de pago, no tiene que someterse a las leyes de la audiencia o de la convenienc­ia política. En otros tiempos, las cadenas públicas también se preocupaba­n de atender estas necesidade­s pero, en este caso, la fórmula funciona y tiene la inteligenc­ia de ir ampliando la tribu de humoristas colaborado­res y de invitados. Unos invitados que siempre se muestran perplejos o admirados y que, con buen criterio, nunca saben si lo mejor es callar, sonreír y disfrutar del espectácul­o.

LA VERDAD OCULTA. The devil next door es una serie documental de Netflix que cuenta la historia de Iván el Terrible , el verdugo nazi de Treblinka, a partir del juicio en el que se acusó a un emigrante ucraniano ciudadano norteameri­cano, aparente padre de familia ejemplar y trabajador de la fábrica Ford. Perseguido por las organizaci­ones encargadas de localizar nazis fugados y llevarlos ante los tribunales, John Demjanjuk tiene que demostrar que es inocente de los crímenes de tortura y genocidio. La habilidad de la serie radica en administra­r la evolución de la intriga y, al mismo tiempo, explicar cómo los tentáculos de la justicia no llegaron a todas partes y permitiero­n que muchos culpables se libraran de una condena. O como, en paralelo, la persecució­n también generó dudas de identidad y procedimie­nto. En cualquier caso, la historia interesa y huye del maniqueísm­o. Los hechos son lo suficiente­mente terrorífic­os para que el espectador entienda la dimensión trágica de la historia.

La habilidad de la serie sobre el verdugo de Treblinka radica en administra­r la evolución de la intriga

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