“¿Cansado? Siempre tengo energía para encontrar la nota correcta”
contrabajista, actúa en el Festival de Jazz de Barcelona
Está considerado con justicia uno de los contrabajistas más influyentes y prolíficos de la historia del jazz, y además de eso Ron Carter (1937) puede vanagloriarse de seguir picando piedra en numerosos formatos. Miembro del legendario quinteto de Miles Davis que visitó el Festival de Jazz de Barcelona en 1967, mañana regresa al ciclo al frente del cuarteto Foursight (Barts, 19.30 h).
¿Qué es Foursight?
Es un colectivo de tres músicos espléndidos con los cuales estoy desde hace un año y con los que hay muy buena química personal y un gran entendimiento musical. Tocamos un repertorio con temas que aparecen en algunos de mis álbumes, desde standards muy conocidos a piezas mías propias quizás no tanto.
Por cuestión de álbumes suyos no será, porque hace cuatro años se hizo acreedor del récord
Guinness del contrabajista de jazz con más grabaciones.
Ahora ya debo tener unas cuantas más, y confío en que la cifra no deje de aumentar en el presente y el futuro. Lo importante, de todos modos, no es tanto el número de grabaciones sino sobre todo que ese trabajo haya servido y sirva algo para darle un protagonismo al contrabajo en el escenario y en el estudio, que ha costado mucho.
Un protagonismo que reparte en numerosos formatos diferentes. ¿No le marea cambiar tanto de chip?
Cada formación tiene su propia personalidad sonora. Es como si fuera un padre con cuatro o cinco hijos, y cada uno de ellos tuviera necesidades diferentes: trío cuarteto, octeto o la big band con dieciséis piezas necesitan y piden cosas diferentes. Y en todo ello mi trabajo consiste en engarzar energías y creatividades, dando espacio a las capacidades individuales y al sonido colectivo.
Tras casi siete decenios dedicado a la música ¿sigue usted
aprendiendo de todo ello?
Lo más importante es la intercomunicación humana, entender y compartir lo que sienten de la vida los que participan en la música. Comprender cómo expresan sus sensibilidades ante la vida es algo muy formativo para mí.
¿Y aprender musicalmente?
Mire, la clave radica en que cada concierto es diferente. Y esa es una sensación que la viví al principio de todo cuando me incorporé al quinteto de Miles [Davis]. Allí experimentamos Wayne, Herbie, Tony y yo que cada noche era distinta, melódica y rítmicamente y también de actitud. Por eso, ahora cada velada es distinta para mí ,y además de tratarse de un trabajo, para mí sigue siendo un placer hacerlo y también una posibilidad de aprender a tocar mejor.
Usted dice que el objetivo de sus conciertos es hacer música espectacular. ¿Qué entiende por espectacular?
Algo que el que viene a escucharte jamás hubiese esperado. Algo totalmente inesperado.
¿No está cansado de trabajar y girar tanto?
¿Cansado? Siempre tengo energía para encontrar la nota correcta.
¿La música, en unos tiempos tan convulsos, puede servir para unir a la gente?
Actualmente lo veo muy poco posible. No creo que pueda unir a la gente en un ambiente marcado por el miedo, la desconfianza, la guerra.
¿Desconecta de la música cuando está en casa?
¡Qué va! Ahora estoy escuchando
Las Variaciones Goldberg de Glenn Gould y el Kind of blue de Miles Davis. Y disfruto como si hubiesen acabado de salir.