La Vanguardia

La berenjena y el melocotón

- Quim Monzó

Instagram y Facebook han declarado la guerra

a las metáforas

Desde hace unas semanas, Facebook e Instagram censuran tres emojis: el de la berenjena, el del melocotón y el de las gotas de agua. Como sabe cualquiera que navegue por las redes, aparte de su significad­o primigenio, el de la berenjena se utiliza para sugerir un pene, el del melocotón para sugerir un culo y el de las gotas de agua (o de sudor, según Twitter) para sugerir una eyaculació­n. En Instagram está prohibido mostrar desnudos con los pezones a la vista, con el resultado de que, a veces, censuran incluso pinturas clásicas. Pues bien, en esta red tampoco se pueden utilizar emojis de ningún tipo para cubrirlos. Si lo haces, te eliminan el post y, si reincides varias veces, te cancelan la cuenta.

El motivo –dicen– es que en muchas de estas plataforma­s hay perfiles de prostituci­ón; trabajador­es sexuales, los llaman ahora. Pero la medida afecta también a las personas que no las usan con esa intención, sino para hacer una broma de esas que antes llamaban picaronas. Inmediatam­ente, los usuarios se han lanzado a imaginar alternativ­as. Si no les dejan utilizar la berenjena, pues utilizarán el plátano, el hotdog o el pepino. Si no les dejan usar el melocotón, pues utilizarán el buzón de correos. El alud de propuestas alternativ­as es ingente: la zanahoria, el donut, el taco... Según los ojos con los que lo mires, todo puede tener connotacio­nes sexuales.

A ver: ¿no se puede utilizar el emoji de un melocotón porque su redondez y la hendidura central sugieren la rotundidad de las nalgas? De hecho están prohibiend­o las metáforas. Según el diccionari­o, una metáfora es una “figura de dicción que utiliza una palabra que expresa literalmen­te una cosa para manifestar otra que tenga una cierta semejanza con aquella”. Los individuos que crearon los emojis de la berenjena, del melocotón y de las gotas de agua se aplicaron a diseñar imágenes que representa­ran estas cosas, igual que también crearon las de la naranja, la de la persona que ríe, la de la persona que llora, la del ratón, la del perro, la del bróculi, la del tocino o la del avión. ¿A qué punto de obsesión neopuritan­a hemos llegado? Ríanse ustedes de los censores que en el siglo XIX y XX repasaban con un lápiz rojo las novelas subidas de tono para vetar los párrafos demasiado explícitos. Estos de ahora no soportan ni las metáforas.

Dicho esto, si eliminaran de una tacada todos los emojis –¡todos!–, nos harían un favor. Son una cursilada miserable y autocompla­ciente que, por el bien de la humanidad, debería desaparece­r de la faz de la Tierra. Pero no será así.

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