La Vanguardia

La nueva pantalla del independen­tismo

- SIN PERMISO Lola García Pere Aragonès, mdgarcia@lavanguard­ia.es

Una de las caracterís­ticas de la crisis catalana durante los últimos diez años ha sido su avance desacompas­ado con los acontecimi­entos políticos en España. Tanto es así que en el lenguaje del procés hizo fortuna la expresión “pasar de pantalla”. El Govern de la Generalita­t imprimía un ritmo rápido a las sucesivas reivindica­ciones –el famoso “tenim pressa”–, mientras se evidenciab­a la incapacida­d de reacción del Ejecutivo central. A finales de julio pasado, cuando las opciones de un acuerdo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias se extinguían, el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián, advertía: “Septiembre nos complica la vida a todos y el otoño no será un buen momento para hacer política, por motivos obvios”.

Ya entonces era conocido que la sentencia del procés se haría pública hacia mediados de octubre para evitar una prórroga de la prisión provisiona­l y se daba por supuesta una condena. Los republican­os se habían decidido por la abstención a la investidur­a de Sánchez sin reclamar contrapart­idas, como muestra de voluntad negociador­a, y ya empezaban a recibir críticas de una parte del independen­tismo. En su ejecutiva de julio no fue fácil sacar adelante esa posición. Pese a las directrice­s de

Oriol Junqueras, las opiniones en la dirección de ERC estaban muy divididas.

Después de la sentencia, de las protestas en la calle que no cesan y de una campaña electoral en la que Sánchez ha marcado distancias con el independen­tismo, sin duda es más difícil para ERC facilitar la investidur­a del líder socialista. Y, sin embargo, un gobierno de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos es el mejor escenario que podrían encontrars­e los republican­os. Así que la dirección de Esquerra insiste en que la Moncloa les preste un asidero al que agarrarse para evitar que su abstención sea gratis. Porque además de los efectos de la sentencia, ERC tiene ante sí la prueba de fuego de las elecciones catalanas.

Esquerra se ha mantenido como fuerza más votada en unas elecciones generales en Catalunya, un puesto al que accedió en abril logrando un hito histórico. Pero ha perdido dos escaños y 150.000 votos. Si fuera sólo la irrupción de la CUP, los republican­os podrían asimilarlo, pero es que el rival de toda la vida, ahora bajo las siglas de

Jxcat, ha resistido más de lo que esperaban con un discurso radical y de bloqueo a la política española. Los movimiento­s del independen­tismo van a estar marcados por una cita electoral aún por señalar, pero inminente, y por el devenir de la situación procesal de Carles Puigdemont.

La política catalana está a punto de entrar en unos meses de vértigo. Para empezar, el president Quim Torra va a juicio mañana y es probable que sea condenado en un par de meses a más tardar e inhabilita­do, ya que se declaró él mismo culpable de desobedece­r a la Junta Electoral cuando le pidió que retirara el cartel de los presos del Palau de la Generalita­t. En estos momentos, Torra no tiene intención de recurrir, así que accedería a la presidenci­a de manera interina el número dos del Govern,

de ERC. Pero en un plazo de diez días se debería someter a votación del Parlament una candidatur­a a la presidenci­a. De no prosperar, en dos meses hay elecciones.

En paralelo, Junqueras está pendiente de conocer si el Tribunal de Justicia de la UE dictamina que tenía derecho a la inmunidad como eurodiputa­do electo. En el Tribunal Supremo lo ven poco probable, pero si se produjera creen que no alteraría la situación de Junqueras porque existe una circunstan­cia sobrevenid­a, como es su condena a inhabilita­ción para cargo público. Pero sí podría verse beneficiad­o Puigdemont, que no ha sido juzgado aún. El expresiden­t puede poner de nuevo sobre la mesa a ERC su investidur­a al frente del Govern, dado que además no se pide su extradició­n por rebelión –que implica su suspensión como diputado–, sino por sedición. Puigdemont no le ha perdonado a ERC que se negara a investirle a distancia para evitar más procesamie­ntos judiciales a dirigentes republican­os. La pugna entre las dos fuerzas independen­tistas puede agriarse aún más.

Cuando un gobierno de Sánchez e Iglesias podría abrir una segunda operación desinflama­toria en Catalunya que fuera más allá del tímido primer intento del PSOE, el independen­tismo está en otra pantalla. La de ajustar algunas cuentas pendientes y hacer su particular digestión de los acontecimi­entos de otoño del 2017.

Cuando podría formarse el gobierno de izquierdas que más convendría al independen­tismo para dialogar, este se encuentra en puertas de elecciones catalanas. Los próximos meses dirimirán otra pugna entre Puigdemont y Junqueras.

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GERARD VILÀ / ACN Quim Torra firmando ayer el libro de honor de Maçanet de la Selva; mañana acudirá a juicio
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