Rebaja de tasas universitarias
El vicepresidente del Govern y conseller de Economia, Pere Aragonès, anuncia una rebaja del 30% en las tasas universitarias en los presupuestos del próximo año si, finalmente, obtiene los apoyos necesarios para llevarlos adelante. Una medida que desde hace años vienen reclamando los estudiantes y los rectores, que el Parlament apoyó en el 2016 a propuesta de Comuns i PSC, pero que hasta ahora no se había concretado. Un paso necesario tanto por la injusticia que supone tener las tasas más altas de España y de Europa, como por la necesidad de situar la enseñanza universitaria en el centro del impulso a la industria en plena consolidación de las nuevas tecnologías.
Al margen de las cuestiones de táctica política –los presupuestos del Ayuntamiento dependen también de los mismos apoyos, aunque en sentido inverso–, conviene analizar los dos ejes básicos que convierten esta rebaja en una medida muy positiva. La primera es que, desde que estalló la crisis económicofinanciera, los recortes se centraron en la sanidad y la enseñanza y, en este último sector, en la universitaria en forma de reducción de las becas y aumento de las tasas. Una realidad que provocó, en poco tiempo, una estampida de estudiantes, especialmente de los procedentes de las capas más desfavorecidas de la sociedad, que no podían hacer frente a la carestía. De ahí que, cuando los números públicos empezaron a cuadrar, se multiplicaron las voces exigiendo una rebaja de tasas que ahora puede verse justamente materializada.
La segunda cuestión es la demanda social de la igualdad de oportunidades. La subida de tasas universitarias por la crisis despertó, como apuntábamos, el temor a una enseñanza limitada a los hijos de los más pudientes. Es decir, una marcha atrás de los avances sociales. Pero más allá de una cuestión ideológica, la igualdad de oportunidades es la base de una sociedad democráticamente desarrollada y socialmente madura y, si no hay ascensor social, la comunidad tiene un grave problema, especialmente cuando el desarrollo de la digitalización, la robótica y la industria 4.0 exige la preparación de talentos más allá, por supuesto, de su origen social. Lo contrario abona el riesgo cierto de la pérdida de puestos en la carrera global.
Aunque el anuncio del vicepresidente Aragonès no concreta el coste de la medida ni de qué forma se equilibrarán los presupuestos, no hay duda de que la rebaja del 30% en las tasas universitarias va en la dirección correcta. Porque es una demanda socialmente muy amplia y porque se parte de una situación muy difícil que exige no sólo mucho diálogo y capacidad de persuasión, sino también de cesión en las posiciones de unos y de otros. Los presupuestos siempre son un termómetro de la capacidad de encuentro de puntos de vista diversos, por lo que sería una buena señal acordarlos.
La industria 4.0 exige la preparación de talentos más allá, por supuesto,
de su origen social