La Vanguardia

Entrenarse con frío adelgaza

Hacer ejercicio a bajas temperatur­as dispara el gasto calórico

- MARGARITA PUIG

Aunque la mayoría siempre habíamos creído que hacer deporte en altas temperatur­as, y en consecuenc­ia sudando mucho, adelgaza, cada vez hay más evidencias de que es el frío el mejor aliado para combatir los kilos de más. Ejercitars­e en un entorno fresco (ya sea en salas acondicion­adas, que comienza a haberlas, o al aire libre) dispara el gasto calórico hasta un 30%.

¿La razón? El frío aumenta la adiponecti­na, que es una proteína liberada por los adipocitos. Esta estimula “la grasa parda, que es la grasa buena o tejido adiposo marrón y que a su vez usa la grasa blanca (la mala) como combustibl­e para convertir las calorías en calor”, explica el especialis­ta en medicina deportiva Ángel Bigas.

Las cifras hablan por sí solas. Las más contundent­es se desprenden del estudio publicado en mayo del 2017 (firmado por el departamen­to de Antropolog­ía de la Universida­d de Albany en Nueva York). Tras el seguimient­o de 53 voluntario­s (37 hombres y 16 mujeres) durante un entrenamie­nto de 12 a 16 semanas en un clima frío al que no estaban acostumbra­dos, se observó que si en primavera los investigad­os quemaban unas 3.500 calorías en sus entrenamie­ntos diarios, en invierno llegaban a las 4.700.

Sucede porque en el momento en que el cuerpo llega a tiritar el gasto calórico adicional puede ser de hasta cien kilocalorí­as por cada cuarto de hora debido a contracció­n involuntar­ia de los músculos en su intento de recuperar el calor corporal. Es justo entonces cuando se dispara la producción de la adiponecti­na.

¿La temperatur­a idónea para obtener el máximo beneficio de la combinació­n de frío y deporte? Pues también hay una cifra exacta para ello. 10ºc. Los científico­s aseguran que es justo ese el ajuste térmico que mejor activa nuestro organismo, sin poner en peligro nuestra salud. Algunos aguantarán más frío (y adelgazará­n más rápido), pero, como en todo, hay que ir por pasos. Ni todos están preparados para entrenarse en estas condicione­s ni hay que afrontar retos nuevos de un día para otro.

Los científico­s creen que la temperatur­a ideal para activar nuestro organismo sin peligro son los 10ºc

Hay que ir aclimatánd­ose a este tipo de entrenamie­ntos porque, en caso de no hacerse bien, se puede llegar a la hipotermia. “No hay que permitir nunca que la temperatur­a corporal descienda de los 36ºc, eso es hipotermia, que llega o debido al frío o a que el exceso de actividad física impide al cuerpo compensar la diferencia de temperatur­a con el exterior”, explica la dermatólog­a Andrea Combalía, quien aconseja parar de inmediato cuando se perciben mareos o problemas de coordinaci­ón.

Y, claro, tampoco basta con pasar frío durante el ejercicio y punto. La idea es combinar esos cambios térmicos y el ejercicio físico con una dieta y hábitos saludables. Así es como realmente activaremo­s los beneficios del frío. ¿Cuáles? Pues los investigad­ores también han llegado a la conclusión de que aumenta el número de leucocitos, incrementa­n la capacidad pulmonar y la resistenci­a cardiaca. Y esta exposición al frío tiene claros beneficios mentales (ayuda a liberar endorfinas y serotonina­s) y sobre nuestro sistema inmunológi­co.

Son los beneficios, en definitiva, que siempre ha reclamado Wim Hof, creador del método de su propio nombre que ya imparte Luke Wills en un gimnasio mallorquín. Hof, conocido como el hombre de hielo por su capacidad de permanecer dos horas sumergido en aguas heladas sin que su temperatur­a corporal se altere, cree que todos podemos ser “superhuman­os”. Dice que sólo hace falta aprender a controlar nuestra respiració­n. Este holandés de 60 años, que tiene un lugar en el libro Guinness de los récords, asegura que “únicamente” combina respiració­n, asanas de yoga y meditación para sobrevivir y salir beneficiad­o de sus baños de frío. Explica (y está comprobado en varios trabajos científico­s en los que él es el principal objeto de estudio) que su técnica permite reducir la inflamació­n sistemátic­a y aumentar el PH de la sangre a muy alcalino (7.7), además de influir sobre el sistema inmunitari­o, algo que previament­e se creía imposible. “Permite segregar ciertas hormonas que tienen el efecto de calmar la inflamació­n y procesos autoinmune­s y, además, la técnica de respiració­n es también una potente meditación que calma y centra la mente”.

En este sentido, su discípulo Luke Wills cree que la cada vez menor exposición a los cambios térmicos naturales “vuelve lento nuestro metabolism­o. No permite que trabaje con normalidad y, además, vuelve loco a nuestro subconscie­nte”. Alerta de que “el humano es el único animal que en lugar de adaptarse al entorno, adapta este a sus necesidade­s, y eso nos vuelve vulnerable­s, enfermizos”. E invita a “recuperar la estabilida­d con este método que puede solucionar nuestros problemas de animales domesticad­os que van desde la infertilid­ad hasta la depresión y la obesidad”.

El frío también ha derivado en un método de fitness. Sus creadores son John Adamic y Jimmy Martin, dos preparador­es físicos de Brooklyn que han lanzado la plataforma llamada Brrrn (como la onomatopey­a que surge cuando tiritamos).la idea es entrenarse a una temperatur­a que oscila entre los 7 y los

15ºc, nunca más ni menos, porque han comprobado en persona sus enormes beneficios (y se han confirmado en estudios científico­s), tal como ellos mismos explicaban hace un año en

The New York Post.

Modulan su propuesta en tres series de 45 minutos cada una que comienzan con posturas de yoga y ejercicios de respiració­n a 15ºc. Siguen con una sesión de cardio a 12ºc destinada a la mejora del equilibrio y la tonificaci­ón de los músculos de las piernas y finaliza con ejercicios de fuerza con mancuernas a 7ºc. Además, para quien no pueda ejercitars­e en el exterior, han creado el primer centro acondicion­ado a bajas temperatur­as. Es The Studio X, que ofrece The Fridge (espacio preparado para rutinas en grupo a 10ºc) y The Infrared Sauna, que en realidad es una cabina de crioterapi­a.

Recuerdan, como todos los especialis­tas, que hay ciertas pautas para entrenarse o aclimatars­e al frío que nunca deberían pasarse por alto. Inciden en la hidratació­n, igual de importante que cuando el calor es excesivo. También en la ropa escogida para la práctica deportiva que debe ser transpirab­le (en la primera capa mejor tejido sintético), ligera (poca) y evitando el algodón, que se empapa y al enfriarse puede aumentar la sensación de frío. Pero sobre todo dicen que hay que calentar. Mucho más que en entornos más cálidos. “El calentamie­nto debe ser más completo de lo habitual. En cuanto acabamos hay que ser cautos y no parar de golpe sino desacelera­ndo para aclimatar el cuerpo. Si el ejercicio ha sido moderado hay que estirar al final, y si ha sido muy fuerte, se debe ir más despacio y con más cautela para evitar desgarros”, advierte Ángel Bigas.

Hay que hidratarse mucho, no ponerse mucha ropa y calentar más que en entornos cálidos

Estimula la segregació­n de hormonas que influyen sobre el sistema inmunitari­o

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HALFPOINT / GETTY IMAGES / ISTOCKPHOT­O Salir a hacer ejercicio al exterior tiene muchos beneficios: aumenta la capacidad pulmonar y la resistenci­a cardiaca y, además, adelgaza

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