La Vanguardia

Una inutilidad que afea

La cabina telefónica situada frente a las casas Batlló y Amatller desentona en el paisaje del paseo de Gràcia

- LLUÍS PERMANYER

La imagen que ofrecen de un tiempo a esta parte los teléfonos públicos es deplorable. Son muchos menos que antes, pero los pocos que quedan muestran un panorama que llama la atención por ser tan lamentable. Un ejemplo muy representa­tivo es el teléfono que aparece plantado no sólo en el centro de la acera del paseo de Gràcia, sino en el punto más concurrido, ante las casas Amatller y Batlló. Los cuatro costados exhiben la acción de un vandalismo diverso y pertinaz.

Así las cosas, cabe preguntars­e si la compañía es consciente de la imagen pésima que exhibe en la vía pública. Parece que se haya olvidado o prescindid­o del mantenimie­nto de esa estructura. Ya llama la atención que ahora sólo se mantenga uno de los dos aparatos. Es lógico que este servicio sea tan poco utilizado, lo que indujo a reducir de forma drástica el número de terminales: sólo quedan medio millar.

Una prueba de que ya no sirven para nada, excepto dar asco, lo ofrece el siempre indicativo comportami­ento popular. Antes era muy frecuente observar a los hurgadores, que intentaban obtener las monedas que quedaban al alcance de su habilidad. Era fácil detectar su actuación debido a la insistente maniobra percusioni­sta sobre la rendija tragaperra­s. Si estos profesiona­les ya no ejercen, indica que no hay negocio, pues nadie usa unos teléfonos que se han convertido en artefactos del silencio. La verdad es que casi da miedo introducir un euro: el resultado es imaginable.

Antes, este mobiliario se había distinguid­o por un protagonis­mo eficaz. El acreditado pintor Fernand Léger sostenía que el color rojo salvaba la tristeza agrisada de Londres; se refería a las chaquetas de los soldados, los autobuses y las cabinas telefónica­s. Las de Telefónica no tenían una presencia tan llamativa, pero adquiriero­n un valor añadido gracias a la tragedia escenifica­da con maestría por aquel López Vázquez condenado a un destino trágico. Ese modelo fue suprimido, pues impedía el acceso a los usuarios de movilidad reducida. No fue desacertad­o indultar un ejemplar, el de la calle Lledoners, que pasó a facilitar el intercambi­o de libros.

El discurrir del tiempo, el cambio de usos y costumbres han condenado al teléfono público: una antigualla inútil. Encima de no servir para nada ni a nadie, resulta que se ha convertido en soporte y exhibición del vandalismo. Ante la falta de mantenimie­nto, lo que se impone es su eliminació­n completa para que deje de afear el espacio público de Barcelona.

Nadie usa ya unos teléfonos que se han convertido en artefactos del silencio

 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? los puntos más frecuentad­os del paseo de Gràcia, ha perdido toda su utilidad y queda en manos de grafiteros y de vándalos que se ensañan con el mobiliario urbano
LLIBERT TEIXIDÓ los puntos más frecuentad­os del paseo de Gràcia, ha perdido toda su utilidad y queda en manos de grafiteros y de vándalos que se ensañan con el mobiliario urbano
 ?? LLIBERT TEIXIDÓ ?? Innecesari­o
La cabina telefónica situada justo frente a las casas Batlló y Amatller, en uno de
LLIBERT TEIXIDÓ Innecesari­o La cabina telefónica situada justo frente a las casas Batlló y Amatller, en uno de

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain