La Vanguardia

Informació­n y propaganda

- Víctor-m. Amela

Qué compromiso tiene la televisión con la informació­n?”, me preguntaba­n el jueves en una charla en el Museu Deu de El Vendrell, el pueblo natal de Pau Casals. Si repaso la historia, veo que la informació­n en televisión es negocio (o comercial o político). Cada informació­n televisada busca un provecho en dinero (convertibl­e en poder) o en poder (convertibl­e en dinero). Y esto no puede ser de otro modo, porque la tele no puede ser mejor que nosotros.

La televisión te engaña tanto como un espejo: cada uno cree ver lo que le conviene creer. Así, la tele engaña sólo al tonto o al crédulo (como yo quiero ser bien engañado en un cine o un teatro). Toda informació­n es siempre propaganda. No puede no serlo.

Si un canal informa de algo, deja de informar de algo otro. Cada informació­n televisada impone un encuadre y un enfoque. Y, si te cuadra, llamarás informació­n a esa propaganda. Y, si no te cuadra, llamarás propaganda a esa informació­n. Los peces del acuario viven en el agua pese a no saber qué es el agua (no saberlo es la prueba de lo bien que les va el agua...).

Si te entra como agua una informació­n televisada, ¡sospecha!: eres pez de ese acuario. No me sentí pez del acuario de TV3 al regresar de El Vendrell: tuve que dar un amplio rodeo con el coche para sortear la ¿acampada política? de plaza Universita­t y llegar a casa, y encender la tele, y... TV3 (Tot es mou) enviaba a esa plaza a una reportera que entrevista­ba (en directo) a uno de los jóvenes ocupantes: vi una entrevista más a un jefe de Estado o a un portavoz gubernamen­tal o a un embajador de la República Unilateral que a un quejumbros­o manifestan­te. Qué honores de alto dignatario.

El chico acampado anunciaba en TV3 algo sobre “negociar” con ellos, algo sobre negociar para decidir si colgar o no luces navideñas (¿...a cambio de sentar al presidente del Gobierno en una mesa, abrir cárceles, cositas así?). TV3 informa –desde luego– a la vez que hace –también– propaganda. Las demás television­es, igual, por supuesto. Esta informació­n de TV3 conforta a los que quieren paralizar Barcelona (supongo que por no ser lo bastante unilateral­ista), y yo puedo llamarla propaganda en cuanto me hace sentir como pez fuera del agua.

No dejaré de mirar TV3, por si mejora. He visto en TV3 también todo lo que hay que ver sobre la Assamblea d’electes, artefacto antipolíti­co en busca de unanimidad­es imposibles en el Parlament de Catalunya (al que usurpa, sortea y desprecia). Regresado de El Vendrell, he pensado en Pau Casals, su ilustre hijo, que en la ONU de 1971 dijo, por catalán y demócrata: “Catalunya tuvo el primer Parlamento, mucho antes que Inglaterra”. Hoy lloraría al ver cómo nos lo cargamos.

Intuyo que mucha gente se ha aburrido del parlamenta­rismo (es decir, de la democracia): la pasión por un dudoso sueño les empuja a violentar parlamento­s, que maltratan, malbaratan y despiezan como un juguete viejo. El parlamenta­rismo, ¡qué antigualla!, piensan si ven que no les sirve para lo que desean (o declarar la independen­cia, los unos; o ilegalizar partidos políticos, los otros). Dentro de nada, afirmar que eres parlamenta­rista estará muy mal visto. – @amelanovel­a

La informació­n en la tele impone un encuadre y un enfoque, y eso será a la vez informació­n y propaganda

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